Simoni y Cipollini en los tiempos del Giro exprés, donde eran muchas carreras en una: "Me gusta más el ciclismo actual, lo aburrido era antes"
Relevo charla con Gibo, doble ganador de la edición rosa (2001 y 2003). Fue un escalador magnífico en unos tiempos donde Italia lucía sus enormes velocistas.

Da la sensación que, desde la retirada de Peter Sagan, en los grandes Giros solo se compite por la victoria final. El resto es paisaje. Muy bonito, a veces tosco, pero solo paisaje custodiado por campanarios y vírgenes. No era así a principios de siglo, cuando Gilberto Simoni (Palù di Giovo, 1971) se hacía con dos ediciones del Giro de Italia. En el primero de ellos (2001), hubo de todo: Olano fue segundo tras el positivo de Dario Frigo, mientras que Cipollini ganó en volata hasta cuatro etapas. Había duelos en varias esferas y dimensiones de la carretera. Era un espectáculo.
Dos años después, cuando Gibo logró la segunda corsa rosa, fue Petacchi la tormenta perfecta que atenazó a todos al sprint. Hasta seis victorias finales, las mismas que Súper Mario en 2002. Evidentemente, no es osado hablar de un pasado mucho más atractivo, heterogéneo y genial. Especialmente para velocistas indómitos e imprevisibles. Había algo menos de montaña y más anticuerpos para neutralizar gestas de caníbales en serie. Como Merckx entonces; como Pogacar (con permiso de Roglic) hoy.
Giro'01. Tu primera gran victoria. Tras la exclusión de Dario Frigo (había sido maglia rosa) en la 18ª etapa, el camino se ponía fácil. Olano y Unai Rosa fueron segundo y tercero, respectivamente. ¿Qué recuerdas?
Venía de quedar dos veces tercero en el Giro. Creo que había ganado enteros para poder vencer. Había cogido confianza, madurez… También estaba la escuadra (Lampre) y su director deportivo Pietro Algeri, que para mí fue el gran artífice. Él creó un equipo que me ayudó a ganar. Hizo todo lo posible, sin ninguna duda. Respecto a Olano, decir que no era un escalador. En realidad, jamás pudo ser un adversario, porque ese no era su terreno.
Olano se encontró ahí por accidente. Tengo la sensación que entonces, en los grandes Giros, más allá del vencedor final había otros alicientes. Muchas carreras dentro de la misma. No sé, más imprevisible, divertido, poco monótono. La trilogía de Cipollini fue monstruosa. Solo en dos ediciones (01-02) logró hasta diez vitorias. Danilo Di Luca (hábil también subiendo), Petacchi… Los velocistas eran monstruosos.
El ciclismo de Cipollini no tenía nada que ver con el mío. Sí, ganó muchas etapas, pero es que entonces el Giro estaba lleno de volatas. Hoy es raro verlas.
¿Más aburrido en este sentido?
No sé. Vamos a ver, Mario Cipollini fue un corredor importante. Creo que para los organizadores también eran atractivas sus victorias de etapa, pero repito en que éramos diferentes.
Es obvio, pero insisto… ¿Hoy es más aburrido el Giro?
En mis años había ediciones con hasta once volate. Sabes, con Cipollini y Petacchi… La corsa se orientaba también para ellos, aunque todo cambió a partir de 2010. Subidas inéditas y durísimas, etapas ásperas con muy pocas llegadas al sprint… A mí me gustaría más este ciclismo actual. Lo aburrido era antes.

Dos estilos, dos formatos y certámenes diferentes. No quiero restar poesía a los puertos de montaña de hoy (algunos ya estaban entonces), pero mi sensación es que antes había varios ganadores virtuales. Hoy eso se antoja más complicado.
En parte tienes razón. Creo que se debería encontrar un equilibrio entre lo de hoy -con uno o dos finales al sprint- y la edición de 2004 (el último Giro de Cipollini), por ejemplo. Esa tuvo, como dije antes, hasta once. Exagerado.
Giro 2003. Tú aniquilaste a todos en el Zoncolan. También estaba Garzelli, vencedor en 2000.
Al igual que la Vuelta con los españoles, el Giro era muy italiano. Cada uno dominaba en su casa. Hoy eso no lo veo.
El único advenedizo español fue Induráin. Sí, había incursiones episódicas de Tonkov (1996), Menchov (campeón en 2009) o del legendario sprinter McEwen, quien logró hasta doce etapas… Pero Miguel era enorme. Hizo suya la corsa italiana.
Estaba también Tony Rominger, pero de españoles sí, Miguel. Tiene mérito lo que hizo, porque antes otros corredores venían aquí solo para entrenarse o para preparar el Tour. Casi ninguno tenía en su cabeza hacer algo importante.
¿La Vuelta de hoy cómo la ves?
Un punto importante para todos los que quieren redimirse del Tour. Sí, exacto, como una oportunidad para enderezar algo que no salió. Es más emocionante, con muchos alicientes. En definidas cuentas, ya no es tan española.
Ahora querría hablar de lo que pasó a la historia como la traición de Lisboa. Ese malogrado Mundial de ciclismo (2001) lo ganó Óscar Freire, pero vosotros os pegasteis varios tiros en el pie. Errores tácticos e incomprensiones internas hizo que la escuadra azzurra -favorita- no ganara. Capitaneados por Ballerini, estabais Paolo Bettini, Michele Bartoli, Ivan Basso, Francesco Casagrande, Paolo Lanfranchi, Danilo Di Luca, Davide Rebellin y tú. El objetivo era revalidar la gesta de Bugno en 1992.
El team Mapei manipulaba la Nazionale. Por debajo, tejía acuerdos sin importarle nada la Azzurra. Tenía en la selección colocados muchos ciclistas, pero operaban como equipo individualmente. Sé perfectamente que hubo reuniones entre los manager del Mapei, y que precedieron a las llevadas a cabo con los integrantes de la federación días previos a la prueba mundial. Si esto sucede en el fútbol, explotaría todo.
¿Olano, cómo era?
Un corredor despiadado. Cuando quería ganar sabía perfectamente lo que tenía que hacer. También te digo que no estaba entre los rivales con los que competía codo con codo. Tipo Heras, Sevilla, el Chava…
Hablábamos con Ullrich de Jiménez hace algunas semanas. ¿Tú cómo lo recuerdas?
Un tipo muy divertido en su manera de ser. Cuando aceleraba era imposibles de cazar. En su estilo era muy bueno. Puede que algo lunático, pero mostraba determinación cuando quería algo. Sobre todo, en montaña. Lo cierto es que tenía un estilo anómalo, ya que aun no siendo pequeño se trataba de un grandísimo escalador. Con una fuerza descomunal.
Tras tu primer Giro cambias de equipo. Te marchas a Saeco, donde había sido Cipollini el capitán. ¿Cómo fue?
La Lampre buscaba solo resultados. Era muy tradicional. Saeco era moderna. Interactuaba con los hinchas. Buscaba novedades, sorpresas, le interesaba la publicidad y el marketing. Estimulaba los tifosi y promovía la fantasía, la novedad… Lampre vendía aluminios. ¿Entiendes? Fue muy acertado todo. Un movimiento que suponía un reto para todos. Anticipó los tiempos ciclistas.
Hablemos de un capítulo negro a nivel personal. Positivo por cocaína en el Giro'02. Tuviste que abandonar. Oí muchas versiones. ¿Qué sucedió realmente?
Vamos a ver… Una comitiva de creyentes fue a Perú al sodalicio de… Prácticamente, un sacerdote de nuestra comunidad iba a ser nombrado obispo de Lima. Una historia increíble, y me hizo terminar dentro de una caza de brujas. Yo en esos años vi de todo, ¿sabes? Lo dicho, estas personas visitaron la comunidad, las cooperativas que ayudaban a los más pobres de allí… Allí, la hoja de coca es normal. Se usa como nosotros la harina para hacer pizza. Estas cooperativas producían galletas, té, caramelos… Pues bien, amigos y familiares míos trajeron a Italia estos productos. Yo los comí sin saberlo. Esto daba positivo, pero de forma efímera. En ese contexto significó una bomba atómica. El destino cruel. Sí.
A los dos meses fuiste absuelto y reinsertado en la escuadra.
Sí, pero tenía mucha rabia aún. También ganas de revancha, aunque muy controlada. Me encontraba con energías. El equipo estuvo cerca de mí, me arropó. Comprendieron todo, aunque también te digo que es absurdo… No sé, si sucediera hoy… En fin…
Ganas el segundo Giro. Llegas al Tour como uno de los grandes adversarios de Ullrich o Armstrong para la victoria final. ¿Decepcionado?
Alcé demasiado mi nivel. Recuerdo que deposité muchas ilusiones en la cronosquadre, pero terminé mal. En los diez últimos kilómetros no veía ni la carretera. Te puedes imaginar la adrenalina y el esfuerzo derrochado. Al día siguiente, las piernas ya no iban. Tuve fiebre también… Estaba fuera. Fue un cortocircuito, creo. Por cierto, el Armstrong de esos años era imbatible, además muy acotado por su equipo… Era difícil gobernar en ese contexto. Aun así, logré ganar una etapa en Los Pirineos, pero de ahí a competir por la victoria había un trecho. La contrarreloj siempre me penalizaba. Pensándolo hoy, habría sido una buena oportunidad para terminar entre los cinco primeros, pero la fuerza que tenía al inicio -mucha- la usé mal.
Última pregunta. Alejandro Valverde. ¿Se le echa de menos?
Cuando fui a la Saunier Duval, nos entrenábamos en Murcia. Era un talento diferente. Como Davide Rebellin, iba bien tanto en los entrenamientos como en carrera. Yo no era así, sinceramente. Él nos sobrepasaba con una facilidad increíble. A partir de entonces, comenzó una carrera llena de éxitos. Un grande.