Así se vive el Partizan-Real Madrid desde el interior del Stark Arena
El dispositivo de seguridad vigiló desde primera hora de la tarde que no hubiera ningún incidente.
Belgrado.- Si el partido se ganase por ambiente y afición, casi podría afirmarse que el Partizan se llevaría ya no sólo la victoria de hoy, sino el título de la Euroliga. Lo del Stark Arena es algo fuera de serie, de esos ambientes de baloncesto, con todas sus letras. Y eso que el partido ni siquiera había comenzado. Si ya la pitada al Real Madrid aventuraba que el ambiente estaba que arde, esto se terminó por confirmar durante la presentación del Partizan.
El pabellón se fundió a negro, las luces de los móviles y una tenue luz ambiente iluminaban una grada a la que acompañaban dos llamaradas de fuego por cada jugador. Sí, fuego. Así hasta llegar al entrenador, Zeljko Obradovic, que con tres fogonazos hizo caerse por completo un Stark Arena en el que, ahora sí, se da paso al juego. Los dos equipos saltaron al parqué con una pancarta: "El baloncesto une".
Ambiente hostil, pero deportivo
Hay quien dice que el baloncesto es mucho más de lo que ocurre sobre el parqué. Y el Stark Arena lo demuestra. Pocos partidos se viven como este tercero de los playoffs de Euroliga entre Partizan y Real Madrid. Y no, no ha hecho falta mucho para comprobarlo. La afición del conjunto de Zeljko Obradovic, esa cuyos componentes se hacen llamar "los sepultureros", está dejando claro que el Stark Arena es un infierno... Pero deportivo. Se vivió nada más saltar el equipo de Chus Mateo a la pista, casi 30 minutos antes de empezar el duelo.
Al entrar al pabellón, cuando aún no había mucha afición, el negro ya lo cubría todo. Todos los asientos, incluso los de una repleta tribuna de prensa, han sido ataviados con camisetas negras del Partizan. Así, el color del conjunto serbio tiñe por completo un pabellón que no dudado en corear el nombre de quien hoy será su líder: Dante Exum, ante la ausencia de Kevin Punter. O de pitar a un Real Madrid que ha ido saliendo por cuenta gotas al parqué de un Stark Arena que desde primera hora de la tarde ya presentaba una imagen de esas que dejan claro que estamos ante lo que es: un día grande. Y la fiesta en la grada, que se llenó cuando aún faltaba una hora para el inicio del choque, lo confirma.
A los de Obradovic les falta una victoria para certificar su pase a la Final Four. Al Real Madrid le queda solo esta bala para engancharse a una serie que se le puso cuesta arriba en su casa, un WiZink que vio terminar el segundo partido con aquella batalla campal que nunca debió suceder. Y aunque el ambiente previo de estos días apuntaba a que la tensión se iba a palpar en el ambiente, esta se ha transformado en un arma de apoyo al conjunto de Belgrado sin ningún incidente reseñable hasta el momento.
El gran despliegue de seguridad alrededor del pabellón desde bien temprano, con miembros del ejército incluso, ha dejado claro que lo de hoy tiene que ser baloncesto y nada más que eso. Y entre cánticos, gritos de fuerza y apoyo al Partizan pasan los minutos para que empiece un partido que, pase lo que pase, ya es historia del baloncesto europeo. Que gane el mejor, pero en la pista.
En las horas previas al partido...
Faltaban pocas horas para que arranque la gran cita en el Stark Arena y el dispositivo de seguridad ya estaba desplegado en los alrededores del pabellón para el Partizan - Real Madrid. A primera hora de la tarde reinaba la calma. Igual que en la comida de directivas, donde imperó la cordialidad. Contraste ante la gran nube de polémica que ha envuelto a esta cita deportiva y que, esperemos, se quede en eso, en sólo deporte. Esa también es la esperanza de Nikola Loncar, exjugador de ambos equipos. "Yo no voy a ir porque va a ser un partido con mucha tensión. Espero que no pase nada, hay muchas medidas de seguridad. Se van a meter ahí casi 25.000 personas", declaró en la Cadena Cope.
Loncar, que ahora se encuentra en Serbia, detalló cómo se vivieron en el país los días después a la batalla campal en el WiZink: "Se ha hablado mucho de venganza, cuando salieron las sanciones nadie aquí estaba contento porque decían que el Partizan había salido perjudicado... Pero bueno, creo que la gente irá para ver a su equipo clasificarse. Espero que no vaya a pasar lo del jueves", manifestó antes de despedirse con la siguiente declaración: "Tengo miedo de que pueda pasar algo y como medio español voy a vivir un disgusto tremendo si pasa algo".
Los alrededores del pabellón comenzaron a recibir a los primeros aficionados a tres horas del inicio del encuentro (20:30) y a falta de dos horas y media ya abrieron las puertas para que entraran bajo la vigilancia de varios miembros de seguridad. El ambiente de los aledaños demostraba que no era un día cualquiera. Después del mediodía, camisetas del Partizan ya se dejaban ver en bares e incluso una mini cancha callejera que colinda con el Stark Arena en la que varios seguidores daban algún que otro tablerazo ante la atenta mirada de todo aquel que pasaba por allí. Y de los agentes de seguridad que cada vez fueron aumentando en número alrededor de un Stark Arena vallado para la ocasión.
En la tienda oficial del Partizan, muy pequeña y ubicada casi en el centro del pabellón, se podía comprobar algo más de movimiento desde el inicio de la tarde. Como explicaba un taxista: "Es un partido que ninguno se quiere perder, ni siquiera yo que soy del Estrella Roja, porque vi lo que pasó la semana pasada… Eso aquí no pasa así. Hubiera sido peor", asegura.
La temperatura empezó a subir a partir de las 18:30, pocos minutos antes de que los equipos llegaran al pabellón. La Policía, a pie y a caballo, se dispuso alrededor del recinto para garantizar la seguridad. Los seguidores del Partizan recibió con una sonora pitada al autobús del Real Madrid, a las 18:40.
Lo que está claro es que las más de 20.000 personas que llenarán el pabellón animarán como nunca a los suyos. Y contra eso tendrá que luchar un Real Madrid que va a contracorriente y que, de no lograr la épica, tendrá que volverse a casa de vacío.