ATLETISMO

Los enemigos de Noah Lyles con los que Netflix pinchó en hueso: "Es un chulo y un arrogante"

La segunda temporada de 'Sprint' no ha logrado moldear a un antagonista de la estrella de la velocidad americana.

Noah Lyles (27), tras su triplete de oros Budapest 2023. /EFE / J. C. BOTT
Noah Lyles (27), tras su triplete de oros Budapest 2023. EFE / J. C. BOTT
Andrés G. Armero

Andrés G. Armero

El egocentrismo sobreactuado de Noah Lyles pedía a gritos a un antagonista para construir una rivalidad de época. Y Netflix lo sabía. La serie Sprint ha tratado por todos los medios de encontrar a ese hombre en su segunda campaña, pero, al igual que en la primera, no ha completado la misión. Aunque esta vez ha estado más cerca.

El Mundial de pista cubierta de Glasgow puso sobre la pista a los creadores de que se habían olvidado de un par de nombres en la temporada inaugural. El oro indoor de Julien Alfred en 60 m fue la alarma para que los guionistas la incluyeran contrarreloj y con acierto (ganaría un oro en 100 y una plata en 200 en los Juegos de París 2024) entre sus protagonistas. En chicos, la gloria en aquel sprint corto fue para Christian Coleman por delante del propio Lyles. Los creadores de Sprint se frotaban las manos pensado que el que excampeón mundial de 100 m en 2019 había vuelto.

Coleman es todo lo que Lyles no es. Fuera de la pista, un chico tímido, receloso de su intimidad, enemigo de duelos dialécticos. En la pista, una botella de gaseosa. Su salida explosiva y sin par en el sprint le propicia una ventaja en al recta de cuya administración depende su gloria. Por eso es tan peligroso en los 60 m. En la esquina contraria habita Noah Lyles, cinco cm más alto, un atleta que gana enteros con cada zancada. El 200 es su prueba fetiche en el tartán y la incontinencia verbal es su seña de identidad lejos de él.

Netflix tenía a Coleman en el lugar anhelado: sus negativas a la hora de contestar preguntas sobre Lyles, sus respuestas cortantes ante cualquier rivalidad... Si el excéntrico velocista era el agua, Chris Coleman era el aceite. Sin embargo, en la sala de máquinas de los dramas deportivos no contaban con la crueldad de una batalla que se ha cargado a muchos campeones: los legendarios trials americanos. En los de 2024 le tocó a Coleman morder el polvo. Su cuarto puesto sólo valía un billete para el relevo 4x100 de la cita olímpica de París; no habría duelo con Lyles como en Glasgow.

En el agosto más deseado en la capital de Francia, Relevo se encontró a Coleman. Esta vez lejos de las cámaras, pero cerca de la Villa olímpica de Saint-Denis, sentado en una acera camuflado con una capucha. No hacía falta que tratase de esconder su rostro, todos los focos estaban con Lyles. Él bastante tenía con resolver problemas con las acreditaciones y los transportes con un voluntario que ni por asomo lo identificaba. Los Juegos, como aciago colofón a su temporada de aire libre, terminaron para Coleman con un testigo por el suelo en la final del 4x100; la misma que Lyles se perdió por Covid tras su oro en el 100 y su bronce en los 200 m.

La búsqueda del polo opuesto de Lyles ha sido larga y el casting numeroso. Durante ambas temporadas, la irregularidad de Fred Kerley no permitía a Netflix apostar con todo por el hombre que conquistó el oro en los 100 m del Mundial de Eugene 2022. Kerley, más amigo de la agricultura que de los micrófonos, no tiene la regularidad de Lyles en los medios y en las redes. Su granja, sus tatuajes, sus circunstancias. Los reporteros de Netflix le buscaron dos años para al final obtener la frase perseguida. "Es un chulo y un arrogante", espetó Fred sobre Lyles antes de recalcar: "Yo no busco ser el centro de atención. Estoy aquí para correr y dedicarme a lo mío".

Fuera de Estados Unidos, tampoco mordieron el anzuelo los jamaicanos. El menudo Oblique Seville que, con sus 170 cm en un cuerpo poco hipertrofiado le ganó en junio una carrera a Lyles en el hectómetro, desprende tanta bondad que directamente se autodescarta para la causa. Por su parte, Kishane Thompson, el mayor talento en la actualidad de la isla de los sprinters extraordinarios, ofreció minutos contados a la serie, poco amigo de los circos mediáticos. Era otra buena apuesta. A la postre perdió el oro olímpico en los 100 con Lyles por 5 milésimas, en la foto más ajustada de la historia.

En Europa, lo intentaron con Marcell Jacobs en ambas temporadas, por echar unas monedas a la máquina, pero el italiano, campeón olímpico en los 100 m de Tokio, estaba tieso y no se creía ni sus propios titulares. Con el británico Zharnel Hughes probaron en la primera entrega, pero su bajón deportivo y su buen corazón le mandaron al banquillo en la segunda. En África el nombre era Letsile Tebogo y todos lo sabían, pero el 200 que terminó ganando en París no interesaba tanto como el 100. Como recuerda siempre Ángel David 'El Pájaro' Rodríguez, referente de la velocidad patria durante muchos años, "el 100 es el que abre telediarios".

Tras la emisión de la segunda parte de Sprint, Tebogo, persona afable y calmada, se quejó en Twitter de que se trata de un show americano y subrayó la ausencia de protagonismo de los africanos. Para bien o para mal, todo gira en torno a Noah Lyles. Un personaje que para muchos resulta cansino, pero que es osado como nadie. Coleman era el antagonista perfecto para Lyles si el telón se echase a los 60 m. Para los 40 m extras, Netflix tendrá que seguir buscando a otro enemigo de Noah en la tercera temporada.