TENIS

Wimbledon recibe el 'ok' a su plan faraónico de expansión, pero tiene un rival similar al del Santiago Bernabéu

El Ayuntamiento de Londres concedió vía libre para llevar a cabo el megaproyecto del All England Club de ampliar sus instalaciones.

Carlos Alcaraz se llevó la última edición de Wimbledon. /EFE
Carlos Alcaraz se llevó la última edición de Wimbledon. EFE
Daniel Knecht Escobar

Daniel Knecht Escobar

Se espera que pueda esstar acabado entre 2030 y 2033, pero por el momento tiene el 'ok' del Ayuntamiento de Londres a pesar de los numerosos abucheos que se escucharon cuando el vicealcalde Jules Pipe anunció la decisión a favor de seguir adelante con ello. El megaproyecto de Wimbledon para construir unas 39 nuevas pistas de tenis en Wimbledon Park tiene vía libre.

Todavía "hay un camino que recorrer antes de empezar a construir", tal como demuestran las fechas estimadas para que se puedan disputar torneos en la sede ampliada, reconoció Deborah Jevans, presidenta del All England Club. La gran ambición y motivación de Jevans es que Wimbledon no quede "por detrás de otros Grand Slams", una competición feroz con Roland Garros y los Open de Australia y Estados Unidos por ser la corona más prestigiosa de cada año y en la que los británicos quieren tomar la delantera.

Para quien no recuerde por qué Wimbledon quiere expandirse, la razón es bien sencilla: la clasificación para el torneo, que actualmente se juega en Roehampton (con capacidad para albergar hasta 2.000 espectadores por día), quiere trasladarse a este nuevo complejo de auténtico lujo, que se estima podría recibir a unas 10.000 personas diarias. No solo eso, sino que durante la quincena que se celebra el torneo principal, el número de visitantes aumentaría hasta los 50.000. Con todo lo que ello conlleva económicamente. También se mejoraría la calidad de vida de Carlos Alcaraz, Jannik Sinner y compañía durante esas dos semanas de competición, con una importante mejora de las instalaciones y la joya de la corona: una segunda pista con techo.

Durante su anuncio de la aprobación (casi) definitiva al plan, Pipe alegó que Wimbledon debe seguir manteniendo su status de "torneo más prestigioso del tenis mundial", el cual atrae "una audiencia global y contribuye a la marca de Londres en términos de cultura, patrimonio deportivo y como destino turístico". Además, en el informe de más de 200 páginas que los funcionarios encargados de la planificación elaboraron y al que tuvo acceso BBC Sport, justificaron un "beneficio económico muy significativo para la economía de Londres y de todo el Reino Unido".

El camino hasta este punto ha sido largo. La pelea por sacar adelante el proyecto prosigue (y aún no termina) desde que en 2018 el All England Club ofertara 65 millones de libras para comprar el terreno necesario para la edificación, aceptada por los miembros del Wimbledon Park Golf Club. Después, en 2023, el Ayuntamiento de Wandsworthb contradijo al mismo órgano de Merton, que previamente había aceptado el permiso, rechazando la propuesta considerando que la pérdida de espacio abierto convertía el proyecto en un "desarrollo inaceptable". Ya en enero de 2024, el caso pasó a manos de Pipe, que tras escuchar a todas las partes y casi diez meses después se ha decantado a favor de llevar a cabo el faraónico plan.

Wimbledon, como el nuevo Bernabéu

Sin embargo, el rival del All England Club y los planes de Wimbledon es otro ahora mismo. Los residentes locales de la zona se oponen sistemáticamente a que el proyecto se lleve a cabo, considerando que la propuesta supone transformar el complejo en una zona "industrial con un impacto ambiental inaceptable", tal como reporta la propia BBC. Un oponente idéntico, aunque de motivación distinta, al que le ha surgido al Real Madrid con el nuevo Estadio Santiago Bernabéu, para hacerse una idea.

Los activistas de 'Save Wimbledon Park' se manifiestan contra el nuevo plan.  EP
Los activistas de 'Save Wimbledon Park' se manifiestan contra el nuevo plan. EP

Los vecinos han mostrado su preocupación por la posibilidad de que se den inundaciones, también por la calidad del aire que podría respirarse durante y después de la larga y monstruosa obra, además de la pérdida de espacios abiertos, árboles, vida silvestre... También por el tráfico que se generaría y el ruido (donde sí coinciden con la problemática vivida en Madrid con el feudo blanco) durante al menos seis años que durará la construcción.

Sin embargo, poco pueden hacer las asociaciones de residentes llegados a este punto. Bajo el nombre de 'Save Wimbledon Park' se llegaron a recoger unas 21.000 firmas a favor de detener el proceso, sin éxito hasta hoy. Y aunque la viceprimera ministra Angela Rayner tiene el poder de celebrar una nueva audiencia de planificación, lo único que acecha en estos momentos la caída del plan del All England Club es una revisión judicial que cuestione la legalidad de la decisión tomada (por el modus operandi) y tumbe, por dicho motivo, el nuevo Wimbledon.