TENIS

La lacra que muestra el lado oscuro del Masters 1000 de Roma: "Son hombres, llevan riñonera, gorra y batería externa"

Análisis sobre cómo las apuestas ilegales se van articulando más y mejor en el mundo del tenis. Un fenómeno en crecimiento constante, aunque difícil de detectar aún.

Peyton Stearns golpea una derecha durante el Masters 1000 de Roma. /EFE/EPA/FABIO FRUSTACI
Peyton Stearns golpea una derecha durante el Masters 1000 de Roma. EFE/EPA/FABIO FRUSTACI
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Tras el partido épico —casi cuatro horas— que protagonizaron Corentin Moutet y Holger Rune en el Masters 1000 de Roma, el portal italiano UltimoUomo publicó un artículo interesante que decía esto: "En las gradas hay un tifo al estilo Copa Davis. Tres tipos de coros para cada jugador. Sí, es cierto que la Nicola Pietrangeli es una pista especial, eléctrica, única en el panorama tenístico. Además, tiende a entregarse a los que no son favoritos, como Moutet en ese momento… Pero hay algo más". Sí, son una serie de intangibles que —todos juntos— ejercen de arquitrabe de una teoría fina y delicada que esconde un submundo pantanoso y delictivo.

Ese día, había gritos muy cercanos —en proximidad física y temporal— cuando servían ambos tenistas. También silbidos e histriónicos aspavientos entre el primer y segundo saque. Excesivo, incluso para una Pietrangeli regida por un estándar visceral y volcánico. Evidentemente, sí, es pertinente hablar de apuestas ilegales, las cloacas del universo tenis. "A nivel Challenger, pero sobre todo en el circuito ITF la presencia de apostantes incide mucho. Las pistas suelen estar medio vacías. A veces los veinte que hay son los mismos que molestan al propio tenista. Lógicamente, van a apostar como si fueran carreras de caballos", relata a Relevo Teo Filippo Cremonini, presentador de Un podcast sul tennis (Spotify), principalmente centrado en el circuito Challenger, aunque con un ojo puesto en el prestigioso torneo de Roma. "Aquí sucede desde hace dos o tres años. Es un fenómeno en crecimiento. Y si encima el torneo o algunas marcas mandan a tipsters que son influencers (apostadores regulares registrados en plataformas diversas) … Lógicamente, la situación empeora", advierte.

Empeora, sí, porque se mezcla todo y pierde nitidez el paisaje. Ya no hay diferencia entre el sol y los cenagales. No se distingue la mafia mala de la buena, sobre todo si suceden casos —legales— como el del propio Holger Rune, quien en su día invitó a Montecarlo a un mediático tipster, quizás ávido aún de publicidad o notoriedad. Era la fábula bella del tenista y el apostante bueno.

El cuento, eso sí, no hace gracia. Como reza el reportaje publicado por Emanuele Atturo en la prestigiosa web (U), las apuestas —en vivo— pueden ser múltiples: desde la duración de un partido, hasta el número de sets o juegos disputados. A veces, incluso lo hacen sobre cosas tan sumamente específicas que se antoja imposible detectarles, aunque también es cierto que cada vez va quedando más al descubierto su modus operandi, no siempre del todo ortodoxo.

Los hay, de hecho, quienes se suben a la última fila de la Pietrangeli para operar en connivencia con colegas que aún están haciendo la cola para entrar. Sí, vociferando un lenguaje encriptado, en código… Y luego está el polo diametralmente opuesto. Es decir, quienes actúan desde la gradería más próxima al tenista para insultarles literalmente al oído desoyendo la convención histórica del tenis, que pide silencio siempre. "Una cosa está clara. Apuestan en directo. Por ejemplo, quién ganará el primer set. Después, es probable que lo hagan por el contrario, por el adversario. Esto cabrea mucho a los tenistas, claro. Pueden incluso hacerlo por un único punto que se está disputando en ese momento. Es ilegal, y deberían ser expulsados por directores o supervisores del torneo. Hay carteles ilustrativos con esto, pero se antoja complicado reconocerles", explica Teo Filippo. ¿Se imaginan un falso desvanecimiento en la grada para adulterar la duración de un juego en el que se ha apostado precisamente por el tiempo del mismo? Desgraciadamente, ya no es un disparate distópico.

Vista de la pista central de Roma. EFE
Vista de la pista central de Roma. EFE

Identificar al delincuente

Es evidente que durante el Masters 1000 de Roma los casos de juego online se han multiplicado. Al ya consabido duelo heroico que terminó con la derrota de Rune, se añaden otros partidos con menos plasma, pero la misma polémica. Uno de los más escandalosos fue el Taberner-Popyrin, custodiados por un público excesivamente agresivo que en ocasiones se atrevía con la blasfemia fácil hacia Alexei. Idéntico decorado para el encuentro entre Nardi y De Miñaur, donde el juez de silla tuvo que intervenir con algunos energúmenos, a su vez amenazados con la expulsión del recinto deportivo.

La frondosa lista se completa con partidos envueltos en atmósferas típicas de un hipódromo. Opelka-Tien en el SuperTennis Arena, donde también dirimieron sus fuerzas Jakub Mensik y Fabian Maroszan, un envite detenido porque unos aficionados trataban presuntamente de molestar a Jakub… O duelos del cuadro individual femenino, para nada exento de los tentáculos que suelta esta lacra. Ahí emerge, por ejemplo, el de Mirra Andreeva y Clara Tauson. Hay más. "El perfil está definido. Son hombres, y siempre llevan consigo una especie de riñonera con una batería externa, una gorra… Y se mueven en grupo. Son jóvenes, casi todos inferiores a los treinta", relata el locutor. Es una especie de subcultura de machos alfa con un dominio importante de nuevas tecnologías y un deseo voraz de especular económicamente, pero, sobre todo, de saciar una acuciada necesidad de adrenalina, y que han encontrado por toneladas en el Foro Itálico. Allí está soltando latigazos ahora la manada, que, sin embargo, ya ha carcomido todo el mapa de Italia. De Monza a Nápoles, pasando por Venecia o Sicilia. Basta una pelota de tenis, da igual que sea con más o menos esmalte.

Ya se ha hecho de noche. Es por lo que Cremonini ve necesario, además, profundizar para comprender la antropología y sociología de este fenómeno obtuso. "Socialmente hablando es interesante. A veces, siento melancolía hacia estos chicos. Versos torcidos que van deteriorándose progresivamente. Es gente que a diario amenazan de muerte a tenistas, pero después sacan a pasear el perro, van al instituto y comen pasta con tomate. Despiertan, incluso, ternura. Parecen sacados de una película de Matteo Garrone" … Y están mimetizados entre los miles de personas que estos días se han entregado a Musetti, Sinner o Jasmine Paolini. O no, puede que anden por pistas completamente solos, alejados de los focos mediáticos para pasar desapercibidos.

Hay algo que no admite discusión. Es un brillo sin mácula. El circo romano —que huele a sangre como sucedía otrora con el Coliseo— les ayuda enormemente a disuadir su coto de acción. El sistema no lo preconiza, pero sigue embelesado con panem et circenses.