OPEN DE AUSTRALIA 2023

Novak Djokovic, el triunfo del tenista líquido

El serbio es lo más parecido al jugador perfecto. "Menos el servicio del rival, controla todo lo que sucede en la pista", dice Wilander.

Novak Djokovic mira la copa del Open de Australia 2023. /REUTERS
Novak Djokovic mira la copa del Open de Australia 2023. REUTERS
Nacho Encabo

Nacho Encabo

Líquidas eran las lágrimas que derramó al abrazar a su familia en la Rod Laver Arena y líquido es su tenis, tan líquido que se escurre entre las manos de los que intentan frenarlo. Agarrar y atrapar a este Novak Djokovic es un ejercicio prácticamente inútil. Como intentar ponerle puertas al campo.

Su décimo título en el Open de Australia, con el que empató los 22 Grand Slam de Nadal, es la última prueba de que su tenis todavía no ha encontrado el límite. Son muchas las voces, todas autorizadas, que coinciden en que esta versión de Djokovic es la mejor de todas. Por tenis, por mentalidad, por hambre.

A cuatro meses de cumplir los 36 años, ha ganado seis de los últimos siete torneos que ha disputado y encara el 2023 con un hambre atroz. Quiere destrozar todos los récords habidos y por haber: quiere ser el jugador con más grandes, el tenista con más semanas en el nº1, el nombre que todos pronuncien cuando la pregunta sea ¿quién es el mejor tenista de todos los tiempos? No quiere que haya la más mínima duda en la respuesta. Y va camino de ello.

"Tienes 35 años y estás en el pico de tus poderes. Nunca te he visto tan implacable como estas dos últimas semanas", le decía el domingo el mítico Rod Laver. el hombre que comandó la primera revolución del tenis en la década de los 60. Tiene el rostro arrugado a sus 84 años, pero la capacidad de análisis intacta. Tenis ha visto un rato.

«Controla todo lo que sucede en la pista»

Djokovic es lo más parecido al tenista perfecto. Su juego se adapta a todo: le da igual si es tierra, hierba o dura, si es bajo techo o a cielo abierto, si el rival es zurdo, diestro, alto, bajo, sacador o pegador. Nole siempre encuentra soluciones para mordisquear los tobillos y la mente del contrario. ¿Que hay que jugar a la defensiva? Ahí está Nole. ¿Que hoy toca jugar al contraataque? Ahí está Nole. ¿Que ahora hay que mandar? Si, también está Nole ahí.

Toni Nadal no tiene nada de sospechoso si el caso va de loas hacia Djokovic. Por eso su columna de este lunes en El País titulada Una maravilla en constante evolución es una mezcla de veneración y respeto hacia el único tenista que ha sido capaz de someter a su sobrino. "Su juego es, sin duda, el más completo del circuito, lo que le permite jugar tanto atacando como defendiendo. Es resolutivo y luchador hasta la extenuación, y responde con pasmosa serenidad en los momentos de máxima tensión", escribe el tío Toni. "Ganarle por velocidad es una táctica prácticamente suicida".

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Djokovic insiste una y otra vez que la caza de los Grand Slam es la gasolina que le mueve ahora mismo. Igual que Nadal, solo que el español está sorteando lesiones cada dos por tres. Entre los dos tienen martirizada a la generación del futuro, que no encuentran grietas en el muro. Mientras el final del español se antoja cada vez más cercano, ponerle a Djokovic una fecha de caducidad ahora mismo sería un ejercicio quimérico. ¡Pero si está mejor que nunca!

"Ha modernizado aún más su juego, un tenis más físico, más violento. Da una impresión de superioridad pocas veces vista en la historia", apunta en L'Equipe Mats Wilander, ex número uno y con siete Grand Slam a sus espaldas. "Menos el servicio del rival, controla absolutamente todo lo que sucede en la pista".

Él controla todo y nadie puede controlarle a él. "Es como el agua, nunca vas a poder atraparlo", sentencia Boris Becker. Es Novak Djokovic, el tenista líquido.