La cara 'B' de las manías que elevaron a Nadal y le hicieron chocar con Djokovic: "Pagaría mucho dinero por saberlo"
El español, leyenda del tenis mundial, marcó un antes y un después en la forma de entender el deporte en nuestro país.
Nadie que esté leyendo estas líneas necesita saber que la carrera tenística de Rafael Nadal siempre ha estado vinculada a ciertos lugares comunes. El primero de todos, sin duda alguna, es el de la victoria. Nadal ha ganado, y ha ganado mucho; concretamente, 1080 partidos, 22 Grand Slams, 36 Masters 1000, cinco Copas Davis y dos oros olímpicos.
El triunfo, sin embargo, no ha sido la única acción trillada por el mallorquín a lo largo de su carrera. Detrás del campeón, de la figura inexpugnable que todos hemos conocido sobre la pista, siempre ha existido una consecución de acciones, llamémoslas manías, tics, rutinas o simplemente costumbres, que han permitido a Nadal ser quien es y, como él mismo ha reconocido en numerosas ocasiones, estar enfocado en lo que debía.
"Cuando hago las mismas cosas siempre, estoy centrado en lo que tengo que hacer", aseguró el español en una entrevista concedida en 2019 al programa '60 minutes', de la CBS estadounidense. "Es algo que me ayuda a mantener la cabeza despierta, pensando puramente en lo que tengo que hacer". Por ello, Relevo ha querido profundizar en las manías y rutinas del mejor tenista español de todos los tiempos.
Nadal, el banquillo y las botellas de agua
Quién no ha quedado prendado al otro lado del televisor viendo a Nadal colocando con esmero sus botellas. En los descansos, entre juego y juego, justo cuando el manacorí visitaba momentáneamente el banquillo, la imagen era recurrente: después de hidratarse e ingerir unas pocas calorías, Nadal devolvía las botellas al suelo, junto a sus pies, con un cuidado casi milimétrico.
It's all about the details... 🤣@RafaelNadal 👌 #ibi19 pic.twitter.com/oM56WxzVec
— Tennis TV (@TennisTV) May 17, 2019
No es normal, claro, ver a alguien hacer esto durante años. Tanto, que en alguna ocasión el asunto desató las risas del propio Nadal. Fue en Melbourne, en el Open de Australia de 2015, cuando el viento tiró una de las botellas del manacorí. El público fue un clamor cuando uno de los recogepelotas devolvió el envase a su posición habitual con el mismo mimo que el español. Nadal, con el partido de octavos ante Kevin Anderson ya encarrilado, no pudo contener la risa.
El español también ha marcado tendencia con otros elementos del día a día, como los cordajes, las empuñaduras, más largas de lo habitual, sobre todo durante la primera mitad de su carrera, y las tiritas, las famosas tiritas en los dedos. "Las ampollas son dolorosas y difíciles de cubrir", advirtió en el Open de Australia de 2014, cuando sufrió de lo lindo con varias partes de la mano en carne viva. "Si sigo así me la voy a destrozar".
Las rutinas de Nadal en el saque
Ahora bien, si hay un ritual que todos asociamos a la figura de Nadal es, sin duda, ese que se sucede con cada uno de sus servicios. Sería, en orden, tal que así: toalla, recepción de pelotas, mirada y elección de las mismas, desliz del pie derecho sobre la línea de saque, bola descartada al bolsillo, primeros botes con la raqueta, reajuste del calzoncillo, un toque en cada hombro, mano a la nariz, a una oreja, de vuelta a la nariz, a la otra oreja, tres o cuatro botes de la pelota con la mano y, al fin, comienza el punto.
"Hubiera pagado muchísimo dinero para saber qué piensa en cada una de sus rutinas", asegura Rafael Mateos, profesor de Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid y colaborador de TYM Psicología. "La rutina del saque puede corresponderse a procesos mentales para mantener la concentración, para tener una sensación de control en un deporte donde suele reinar la incertidumbre. Seguramente él pensará, vale, esto es algo que hago siempre, que controlo y que me aterriza al presente, al ahora".
El ritual, no obstante, generó imitaciones por todo el mundo. Especialmente sonadas fueron las de Novak Djokovic, que en el US Open de 2007 caricaturizó a Nadal y a su famoso reajuste de calzoncillo ante los miles de espectadores que abarrotaban la Arthur Ashe... y en los vestuarios, con otros tenistas. Aquello no sentó nada bien en el entorno del manacorí, que pronto construyó una rivalidad con 'Nole' que marcaría una época.
¿El partido se gana desde el calentamiento?
Icónica fue la imagen de Nadal calentando antes de la final de Roland Garros de 2022 ante Casper Ruud. Ante la protocolaria espera, el español, inquieto, iba de un lado a otro, saltando, corriendo y, en definitiva, activando cada músculo del cuerpo. Ruud, por su parte, se mantenía inmóvil, esperando indicaciones de los organizadores para acceder a la Philippe Chatrier.
Remember when Rafael Nadal won the 2022 Roland Garros final against Casper Ruud in the hallway before even entering the court.
— rafa🐐🥇🥇 (@nadalprime) September 2, 2024
Nadal's aura of invincibility is unmatched. 🐐 pic.twitter.com/rQwv2wd3XB
"Nadal no hizo aquello para intimidar a Ruud, como mucha gente pensó, sino para subir su activación antes del encuentro", explica Mateos. "Rafa siempre ha sido un jugador que necesita eso, notarse el corazón a más pulsaciones que otros a la hora de empezar el partido. No es ni mejor ni peor, que muchas veces hemos tendido a pensar que, a la vista de sus resultados, lo que hacía Nadal siempre era lo correcto, y no, no es así. Muchas personas han hecho sus rutinas y y no han tenido un éxito ni parecido".
Las toallas y los recogepelotas
Otro de los elementos que ha marcado el carácter obsesivo de Nadal en la pista han sido las toallas. El español siempre ha necesitado de muchas prendas para secarse el sudor, algo que, salvo en la época del covid, siempre ha ido ligado a la ayuda de los recogepelotas.
Nadal siempre ha mantenido las mismas rutinas en este apartado. Tanto, que el propio Open de Australia compartió en sus redes un vídeo en el que demostraba la teoría. En él, Nadal recibe la toalla de uno de los ball boys, se seca el sudor y no la devuelve hasta que, con un andar también característico, de pasitos cortos, supera las letras que lucen en la pista central de Melbourne.
FUN FACT! 😬@RafaelNadal doesn't hand his towel back to the #VegemiteBallkids until he walks past the @Melbourne sign.
— #AusOpen (@AustralianOpen) January 23, 2018
Every. Single. Time. #AusOpen pic.twitter.com/nhztbp08g4
Esta relación con las toallas también le ha generado algún que otro problema. En el Open de Australia del pasado año, el último de su carrera, Nadal tuvo una fuerte discusión en pista con la jueza Marijana Veljovic. "Con otros árbitros al menos puedo ir a por la toalla, contigo ni eso", señaló el español, visiblemente enfadado. "Da igual que saque normal, siempre voy con prisa. Contigo siempre me pasa lo mismo".
Las rutinas fuera de la pista
Más allá de morder trofeos, otra de las rutinas más repetidas a lo largo de su carrera, a lo largo de los años Nadal ha reproducido ciertas costumbres fuera de las pistas. Sabida es su devoción por el chocolate, dulce al que nunca ha renunciado a pesar de sus cambios en la alimentación.
En sus más de 20 temporadas como profesional, Nadal habrá jugado tanto o más al parchís que al tenis. También a la PlayStation, consola de la que no se ha separado desde bien pequeño y en la que, ya sea con amigos o en solitario, siempre ha priorizado los videojuegos de fútbol.
Más allá del entretenimiento, el balear siempre ha hecho una rutina de todos los detalles. Tanto, que cada vez que le tocaba disputar su torneo fetiche, Roland Garos, Nadal hacía todo lo posible por repetir estancia en uno de los hoteles de la cadena mallorquina Meliá, concretamente el Meliá Paris Tour Eiffel, situado junto a los jardines de Trocadero en la capital francesa.
Así, para los desplazamientos desde el hotel hasta la Philippe Chatrier, el español y su equipo siempre insistían para repetir el trayecto con el mismo chófer al volante. Un empeño, uno más, para demostrar la personalidad, tanto dentro como fuera de la pista, de quien ha sido el mejor deportista español de todos los tiempos.