Juan Martín del Potro revive la pesadilla de la rodilla: "Me metieron una aguja de 30 cm en el fémur sin anestesia"
El extenista argentino se retiró en 2022 por una grave lesión de rodilla de la que no sabe si se recuperará algún día. "Cada día me levanto y me tomó entre seis y ocho pastillas".
La historia deportiva de Juan Martín del Potro es un drama. Y no es exagerado. El tenista argentino ganó el US Open de 2009 con apenas 20 años, llevó al límite a la mejor generación de la historia y superó una lesión de muñeca que le llevó por el camino de la amargura. Pero cuando volvía a sonreír, su rodilla hizo crac. Visitó médicos por todo el mundo, se operó hasta en ocho ocasiones, pero nada. Se retiró en 2022, a los 33 años, y dos años después todavía no tiene claro si algún día podrá vivir sin dolor.
"Cuando me operé por primera vez, a mí el médico me dijo 'En tres meses vas a volver a jugar'. Fue en junio de 2019", señala Del Potro en un vídeo que ha colgado en Instagram en el que relata, con mucha crudeza, su pesadilla con la rodilla. Desde aquella operación, Del Potro solo pudo disputar un partido más, en febrero de 2022 en Buenos Aires, cuando se retiró oficialmente porque no podía más con el dolor.
"Después de esa primera cirugía hasta hoy nunca más pude subir una escalera sin dolor. Me duele muchas veces para dormir. Cuando me giro de lado, me despierto porque me pegan unos pinchazos que son muy feos. Viene siendo una pesadilla sin final, la sigo sintiendo a diario. Estoy insistiendo en buscar soluciones, médicos y alternativas, pero todavía no lo encuentro. Todo empezó en aquella primera cirugía, cada vez que lo pienso me genera muchísima emoción mala, me da mucha bronca, angustia, impotencia. Pero no lo puedo cambiar", continúa el hombre que llegó a ser el número tres del ranking mundial.
Del Potro se sometió a todo tipo de tratamientos
Del Potro, nacido en Tandil en 1988, era dueño de un tenis capaz de tratar de tú a tú a los mejores y, de hecho, logró 17 victorias ante Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. Ante el serbio disputará, precisamente, una exhibición este fin de semana en Argentina. Lleva semanas entrenándose a conciencia para poder ofrecer un nivel aceptable, pero asume que será muy difícil viendo lo duro que está siendo últimamente su día a día. "Yo ya no busco más correr, o jugar al tenis, o jugar algún partido con mis amigos (...) Ojalá algún día se acabe porque lo que quiero es jugar sin dolor".
"Debo tener más de 100 inyecciones entre la pierna, la cadera y la espalda. Me infiltraron, me sacaron, me analizaron, me quemaron nervios, me bloquearon tendones..."
"Mi vida cotidiana no es la que yo deseo. Yo era un tipo muy activo que le gustaba hacer deporte, no solo jugar al tenis. Ahora me invitan a jugar al fútbol y soy el que lleva el mate y se sienta fuera. O van a jugar al pádel y hago los videítos. Para mí es terrible", añade Del Potro, campeón de 22 títulos como tenista profesional. "Desde lo deportivo me quitaron la ilusión que siempre me gustó hacer, que era jugar al tenis. Es muy difícil tener que careterar (sonreír) todo durante 24 horas. Hay veces que no tengo más ganas, no soy indestructible. Soy como cualquier persona, pero tengo ese plus de que tengo que poner buena cara en determinadas situaciones y a veces no tengo más la energía, me consume la energía. Padezco el día a día, me levanto y tomo entre seis y ocho pastillas, entre un protector gástrico, un antiinflamatorio, un analgésico, uno para la inflamación, una para la ansiedad",
Del Potro admite que ha acabado harto de tanto médico, de que cada uno le haya dado un diagnóstico diferente y de promesas vacías. "La rodilla siento que me ganó: me operé ocho veces con médicos por todo el mundo, gastando una fortuna. En cada momento que me ponían la anestesia sentía que salía bien operado y que no me dolía más. Y al cabo de dos o tres meses era llamar al médico y decirle: 'No funcionó'", dice, antes de entrar en detalle sobre algunos de los tratamientos. "Me metieron una aguja de 30 o 40 centímetros en el medio del fémur buscando bloquearme nervios sin anestesia porque el doctor tenía que saber si me había hecho un buen bloqueo o no de acuerdo a lo que yo sentía. Entonces no me podía anestesiar. Y yo gritando, saltando en la camilla, sufriendo de dolor para que me diga 'Dale, probá, que esta funcionó'. Y yo hacía tac y me dolía. Y así una detrás de otra".
"Debo tener más de 100 inyecciones entre la pierna, la cadera y la espalda. Me infiltraron, me sacaron, me analizaron, me quemaron nervios, me bloquearon tendones... Es un sufrimiento que tengo a diario", lamenta Del Potro.