RUGBY

La leyenda del rugby que se negaba a jugar los domingos: "Para muchos el rugby es religión… yo nunca me saltaría la Iglesia por ir a jugar"

Sir Michael Jones, la leyenda de los All Blacks, que se autodescartaba de los partidos de los domingos por sus fuertes creencias religiosas.

Michael Jones jugando. /All Blacks
Michael Jones jugando. All Blacks
Rodrigo Contreras

Rodrigo Contreras

Tras dos jornadas disputadas, todo indica que los All Blacks, actuales campeones del Rugby Championship, disputarán el torneo a los grandes favoritos de esta temporada y campeones del mundo: Sudáfrica.

Durante estas dos jornadas hemos podido ver las nuevas reglas del rugby probándose e implementándose en un torneo a la última en el deporte oval… pero el rugby, no hace tanto (en el siglo XXI ha crecido y se ha profesionalizado exponencialmente mucho), era un deporte mucho más tradicional, arraigado y de raíces.

Con tan solo echar la vista atrás, vemos ese tradicionalismo en numerosos ejemplos del rugby que todavía perduran en muchos terceros tiempos y reuniones de bar, donde son recordados y ensalzados como si estuvieran viviendo en ese mismo momento.

Uno de estos ejemplos, entre otros muchos, es el de la leyenda de la selección neozelandesa Sir Michael Niko Jones, el 'all black' que no jugaba los domingos por convicción religiosa.

Leyenda All Black

Sin duda, si hablamos de los All Blacks de la década de los 90, su nombre aparece en un sitio preferencial en la selección del helecho plateado. Michael Jones comenzó su carrera internacional debutando con Samoa con 21 años. Tan solo jugó ese partido (debido a su procedencia por parte de madre) y no marcó ningún ensayo.

Un año más tarde (1987), fue seleccionado con Nueva Zelanda, donde se consagró en la posición de flanker (su posición) gracias a su velocidad y contundencia y se convirtió en un auténtico referente del rugby neozelandés. Se proclamó campeón del mundo en el primer torneo celebrado en ese mismo año (consiguiendo el primer ensayo de la historia de los mundiales) y disputó también el Mundial de 1991 con Nueva Zelanda.

Es sin duda uno de los grandes iconos de la historia de los All Blacks, y uno de los mejores jugadores del siglo XX de la selección neozelandesa. Muchos jugadores y entrenadores han tenido grandes palabras para Iceman, su apodo por la gran cantidad de hielo que utilizaba para rebajar las contusiones de los golpes recibidos y su estilo de juego.

El jugador de rugby casi perfecto o Un monstruo decían de él John Hart y JJ Stewart, exseleccionadores neozelandeses.

Tras convertirse en una auténtica estrella de la selección de negro, llegaría un nuevo Mundial en 1991. Se disputaba en Inglaterra y Jones volvió a abrir la lata mundialista con un nuevo ensayo para los All Blacks. Todo parecía que iba por buen camino para revalidar el título de campeones del mundo (ganando a los anfitriones en la fase de grupos) hasta que el calendario mundialista hizo jugar a los neozelandeses en domingo.

Las fuertes creencias religiosas de Jones le hicieron negarse a jugar en domingo. Primero en un partido de la fase de grupos, después en el partido de cuartos de final ante Canadá (en el que los All Blacks se impusieron sin problemas) y en el partido clave de semifinales ante la Australia de Campese. Iceman se negó por tercera vez a jugar en domingo y Nueva Zelanda lo notó (perdiendo el partido siendo dominando en delantera por los Wallabies).

Tras la negativa de Jones a jugar las semifinales, fue excluido de la siguiente edición de los mundiales (la famosa Copa del Mundo de Sudáfrica de 1995) y aunque seguirá su carrera como rugbier profesional en el Super Rugby hasta el año 1999, nunca llegó a disputar una nueva cita mundialista.

Religión y descartes

Pese a negarse a jugar los domingos, cuenta con más de medio centenar de participaciones (55) con los All Blacks.

Una vez, un medio neozelandés preguntó a Iceman cómo un cristiano como él podía ser tan firme. En respuesta, citó una frase de la Biblia: "Es mejor dar que recibir".

Tanto fuera como dentro del campo se comportó según sus fuertes creencias religiosas y llevó esta manera de vivir a cada instante de su vida deportiva. Modestia, humildad, respeto hacia los demás, compromiso y liderazgo tan solo son algunas de las actitudes que hablan sus compañeros de equipo sobre Sir Michael Jones.

La carrera de Jones como rugbier también estuvo marcada por las lesiones. Sobre todo de rodilla y una de mandíbula en el año 1993 que le dejó un tiempo fuera del campo sin jugar.

Pese a sus autodescartes y lesiones, Michael Jones ha sido uno de los jugadores más importantes del rugby neozelandés. En alguna ocasión llego a decir: "Sé que el rugby es una religión para muchos, pero yo jamás me saltaría la Iglesia por jugar al rugby".