RALLY DAKAR

El Dakar se decide en un desierto más extenso que España que es la pesadilla de las televisiones

Los ciudadanos locales definen los 650.000 kilómetros cuadrados de dunas del 'Empty Quarter', o cuarto vacío, como "la absoluta nada".

El desierto de Rub al-Jali se extiende por 650.000 kilómetros cuadrados de dunas. /ASO
El desierto de Rub al-Jali se extiende por 650.000 kilómetros cuadrados de dunas. ASO
Jorge Peiró

Jorge Peiró

Riad (Arabia Saudí).- Esta pieza no ha sido enviada desde Shubaytah, principalmente, porque no se puede. Fue redactada desde Riad, días antes de las últimas etapas del rally Dakar, pues la cobertura brilla por su ausencia en el territorio que atraviesan coches y motos durante las jornadas decisivas de competición. Tan solo los miembros organizadores de Amaury Sport Organisation (ASO) y los equipos, a través de sus teléfonos satelitales y refinada tecnología, pueden enviar mensajes y documentos.

Para la prensa, la historia dentro del 'Empty Quarter' es muy diferente. Ya solo su título, 'Cuarto vacío', dice tantas cosas. No puede ser más acertado. "A ver qué nos depara, porque cada vez estoy escuchando cosas peores...", deslizó Cristina Gutiérrez. Trabajadores saudíes del vivac consultados por Relevo explican cómo es el desierto más famoso de su tierra: "Es la nada, la absoluta nada, hay solo arena y no tiene nada más". En concreto, se extiende alrededor de cerca de 650.000 kilómetros cuadrados de dunas, una superficie mayor de la que abarca la Península Ibérica, por entender su brutal dimensión.

Uno de los desiertos más monstruosos del planeta, ubicado en el sureste de Arabia Saudí aunque invade Omán, Emiratos Árabes y Yemen, decide el Dakar. Las etapas diez, once y doce se disputan allí, en parte, por la devoción que le profesa el director de la prueba a este terreno. David Castera es un auténtico enamorado y, por eso, modificó el recorrido en 2022 para traer de vuelta el famoso 'Empty Quarter' a la carrera más dura del mundo.

El francés tiene claro que le otorga a la cita caché y un toque mágico. Recupera la dureza tradicional del Dakar invitando a los protagonistas a perderse una y otra vez. En Rub Al-Khali no habita nadie. Cómo va a haber vida si apenas se asoma algún camello que deambula por allí cada poco. Un ser humano que ingrese en su arena moriría de sed en poco tiempo: el agua es más que escasa y hay menos de 0,032 litros de agua en todo un año. "Tampoco hay aves, sé que hay personas de pueblos cercanos que cazan en sus límites, pero no dentro del desierto. Sí que hay construcciones cerca donde vive gente", añaden los locales.

La gran mayoría de lectores se perdería dentro de sus dunas que, por cierto, pueden alcanzar hasta los 300 metros de altura, pero los habitantes de casas colindantes se mueven como pez en el agua. "Es como si caminas por tu barrio, es un lugar que conoces perfectamente desde que eres muy pequeño. Pues para ellos igual, se orientan con las estrellas y no se pierden, están como en casa y lo conocen muy bien aunque todo parezca igual desde fuera".

Los pilotos locales también se encuentran muy cómodos: Yazeed Al-Rajhi y Nasser Al-Attiyah corren en una categoría diferente durante estas etapas. El árabe y el catarí van a un ritmo diferente y suelen recortar mucho tiempo a sus rivales, que sufren en la arena de Shubaytah. Se pierden y no dejan de coquetear con los accidentes mientras ellos vuelan. Ambos, además, se encuentran en plena remontada por la victoria contra el líder de la general, el Toyota de Henk Lategan. La etapa once, penúltima de la prueba, comprende 307 km y 232 km de especial y les ilusiona. Puede ser definitoria.

Si Al-Rajhi y Al-Attiyah disfrutan como niños, los periodistas sufren, sobre todo los de televisión. La cobertura es mínima o inexistente (a veces no se puede enviar ni un mísero mensaje de WhatsApp) por culpa de la pantalla que realizan las elevadas dunas de Rub Al-Khali. El viento, que arrecia fuerte durante la fría noche, tampoco ayuda. Los reporteros y cámaras se tienen que buscar la vida en este infierno de la inmediatez informativa cada año.

Con mucha leyenda

Su sueño es engancharse a alguna torre de comunicación cercana para poder enviar sus pesados archivos de imágenes. Conocer a algún miembro de ASO también es otra triquiñuela para pedirle algún favor relativo a una última hora. En el caso de la prensa escrita, sufren menos ya que publicar una crónica en una plataforma online cuesta menos que mandar gigas de información a la otra punta del planeta. A veces, se logra a duras penas entre los cerca de cincuenta grados que llega a imponer el sol en verano.

Durante el día, las temperaturas rondan unos plácidos 28 grados. Con apenas algún lago en su paisaje, los únicos planes posibles en el 'Cuarto vacío' son pasear en camello, contemplar las estrellas o encender un fuego nocturno. No conviene despistarse porque perderse ahí dentro puede significar lo peor. Le ocurrió en el año 2013 a una pareja catarí, hallada muerta, por separado, por las fuerzas de seguridad del Ministerio del Interior.

Encontraron su coche con el cuerpo de una mujer en su interior. Realizaron una búsqueda en un radio de 10 km y también dieron con el cadáver del esposo tras haber volcado su coche en las dunas. El hombre había salido en busca de ayuda, pero se encontró solo y ambos murieron deshidratados bajo el abrasador sol. Para ingresar allí, por cierto, hace falta solicitar un permiso especial si se quiere explorarlo de forma profunda. El 'Empty Quarter' tiene mucha leyenda.

Uno de los caminos más conocidos es el de la ciudad perdida de Ubar, definida como la 'ciudad de las torres' en el Corán y que también aparece como una de las ciudades encantadas de 'Las mil y una noches'. Lawrence de Arabia la llamó "la Atlántida de las arenas", una ciudad plagada de riquezas, que se fundó en el año 3.000 A.C. y que llegaría a ser la capital de la ruta del comercio de incienso a través del desierto. Cuentan que acabó enterrada por las arenas de Rub Al-Khali hasta desaparecer por completo. Un lugar inhóspito y lleno de historias donde cada año se escribe la del Dakar.