La realidad del Mundial de Pádel: "Petrodólares, gradas vacías, y una competición de un día"
¿Se acuerdan del Mundial de fútbol de Catar? ¿De las divertidas imágenes de aquellos grupos de gente contratados por la organización animando de una manera falsa a las diferentes selecciones? Pues salvo en la final, el campeonato del mundo de pádel no ha tenido ni siquiera público de broma. Las gradas completamente vacías han sido la nota predominante de la que presume ser la competición más importante del mundo del pádel.
Imaginen un evento así en ciudades donde el pádel está más arraigado como Madrid, Barcelona, Buenos Aires, Roma o París. Gradas llenas, ambiente, emoción… Pero claro, como decía Francisco de Quevedo: "Poderoso caballero es don dinero". Los petrodólares que se han apoderado del pádel han provocado que los jugadores ganen más dinero, pero que la esencia del juego se haya deshumanizado con la ausencia de sus principales protagonistas, los aficionados.
En el Khalifa International Tennis and Squash Complex, recinto con capacidad para 7.000 espectadores en el que ha tendido lugar la competición, han predominado los asientos vacíos. Acostumbrados a ver pabellones llenos esta temporada durante algunos torneos en Europa o en Sudamérica, es muy pobre ver cómo se intenta meter con calzador un deporte en un país en que, pese a que el pádel está creciendo a nivel amateur, no termina de dar el salto de calidad entre el público local.
Bien es cierto que siendo justos hay que sacar de la ecuación la jornada del sábado, la de la final, donde el público local coloreó un poco las gradas. En cualquier caso, cifras de asistencia muy bajas si las comparamos con los grandes torneos que han batido récords de concurrencia a un partido de pádel, como por ejemplo la final del Masters Final de la temporada pasada en Barcelona, donde se dieron cita 15.779 espectadores.
De los tres últimos mundiales, dos se han organizado en Doha y uno en Dubai ¿De verdad merece la pena? ¿Es necesario renunciar a los fans por dinero? ¿Hace falta toda la parafernalia que se ha montado para hacer una competición atractiva? Hay muchas preguntas en el aire que los dirigentes del pádel deben plantearse si no quieran que su competición más prestigiosa se convierta en algo inocuo.
En cuanto a lo deportivo, no cometeríamos un error al definir el Mundial como una competición sin aliciente deportivo alguno, salvo el día de la final. La superioridad de las selecciones de Argentina y España es tan abrumadora que convierte a los días previos a la jornada de sábado en una serie de pachangas intrascendentes sin interés.