Julia Luna está en la cima pero pocos conocen todo lo que tuvo que soportar: "Presenté un programa de Champions tras enterrar a mi padre"
Las voces de la natación charlan sobre sus inicios, su química y el día que les cambió la vida en la primera entrega de su charla en Relevo.
"¡Ahí está Mireia, va a ser campeona olímpica!". "¡Falta un mundo, Mireia empieza a estar cansada!". "La medalla de oro la tiene Mireia". "¡Aguanta 10 metros!". "Ay, Dios mío, la australiana". "¡Sí! ¡Oro, oro olímpico Mireia Belmonte!". "¡Vamos!". Río de Janeiro, 11 de agosto de 2016 y Mireia Belmonte entraba en la historia del deporte español como la primera nadadora española que se proclamaba campeona olímpica en la piscina, pero en ese momento y al mismo tiempo, las voces de Julia Luna y Javier Soriano, que resonó en todos los televisores del país, se metieron en la memoria colectiva, en ese pequeño rincón de los recuerdos felices y en el corazón de todos los aficionados que celebraban una gesta inolvidable. Desde entonces, son una de las parejas de narradores más queridas y que más halagos recibe en todo el deporte nacional.
Pero lo que ahora es cariño y parabienes, fue todo lo contrario en los inicios. Si ahora las voces de Luna y Soriano son tan naturales a la hora de poner la natación en la tele como el azul de la piscina, la llegada de la periodista toledana — en un principio, en solitario — a los micrófonos fue recibida con recelo, dudas y duras críticas en el mundillo. "A mí me han dado mucha cera, mucha caña y muchas veces con razón", confiesa en la primera entrega de la tertulia organizada por Relevo con la pareja de moda de la narración. "Yo llegué siendo un intrusa en la natación. Yo nadaba, pero yo no he sido nadadora de competición. Al principio me afectaba, porque a nadie le gusta que le digan que hace mal su trabajo". Porque, seguramente, la vida del narrador de deportes más allá del fútbol se enfrenta a un público tan entendido que a veces se pasa de frenada con su dureza.
Y es que Julia, una de las mujeres pioneras del periodismo deportivo en TVE, a diferencia de lo que ocurre con otros periodistas y aunque no todo el mundo lo sepa, "llega a la natación una vez al año, cuando hay campeonato". Durante el resto del año se ocupa de toda una larga lista de disciplinas polideportivas cada día en Telediario, desde el balonmano a la esgrima pasando por la hípica o el siempre presente fútbol: "Después de más de 30 años, la gente se cree que estoy todo el día y a todas horas haciendo solo natación, pero ha sido lo último".
Quizás, y aunque cuenta que solo mira las redes para saber dónde anda su hija adolescente, esa faceta multifacética la convirtió muchas veces en el centro de la diana en cualquier pequeño fallo o día malo, incluso en los peores momentos posibles: "Muchas veces la gente no se da cuenta de las dificultades o de los problemas, de que somos personas y que comentamos en situaciones muy penosas. Por ejemplo, he tenido que dar la cara y presentar un programa de la Champions al día siguiente de enterrar a mi padre, eso fue súper duro para mí. O he comentado con 40 de fiebre, o cuando me dio un lipotimia en el Mundial de Roma del calor que hacía... Somos personas".
Similar le ocurrió unos años más tarde a su hoy compañero de micrófono, quien también estuvo en el ojo del huracán — y a veces, lo sigue estando — por su estilo apasionado que, a su favor, trasciende del nicho más estricto de aficionados a la natación: "Yo no tenía redes sociales y me abrí Twitter por el gran Ernest [Riveras], que me dijo que así comunicaba con la gente y así generas 'chicha' para la natación. Y confieso que me superó. Desde entonces, veo a todos los periodistas como héroes".
Todo coincidió en el momento del gran escaparate en los Juegos y con Londres como escenario, por primera vez in situ en la piscina y con millones de espectadores al otro lado de la pantalla. "No tiene nada que ver hacerlo en Torrespaña, en un cubículo, que que en los Juegos, que te empieza a llegar ruido por todos lados y exponte todos los días, que te insulten y que te critiquen todos los días. No puedes tener el más mínimo error, te equivocas en una palabras o un tiempo y hay hordas de... Cuando lo sufrí en mis carnes dije: ¿esto qué es? Estaba totalmente sobrepasado. Recuerdo a Julia y a Ernest animándome: ¡Venga Javi, no te vengas abajo! Porque yo salía y decía: ¿Por qué me insulta este tío? ¿Por qué esta persona me dice no sé qué? A veces, hasta compañeros de profesión que me decían que hablaba fatal, o pronuncias los nombres mal...". En la silla de al lado del London Aquatic Center estaba Julia, quien le había elegido y quien compartió los momentos duros como ahora le recuerda: "Te sacó de quicio, estabas un poco agobiado".
El inicio de la pareja de moda
Lo que nadie sabe es que la reconocida dupla estuvo a punto de ni siquiera existir y es ahora, en Relevo, cuando Julia Luna se lo confiesa, a la cara, al propio Javier: "Yo no te vi nada especial, la verdad. Yo sí que vi especial a Rafa Muñoz, un día que subió a comentar conmigo, me lo pasé pipa porque no tiene filtro y era maravilloso comentar con él. Porque yo había tenido un montón de comentaristas antes que tú, probé un montón de nadadores".
Alan y Brenton Cabello, Dani Esteban, Erika Villaécija e incluso, la propia Mireia Belmonte compartieron cabina y se sentaron en la silla de Soriano, que terminó llegando a su lado gracias a dos conversaciones: una primera con el exnadador Javier Noriega, que le recomendó huir de técnicos "aburridos", y otra, que encumbró al madrileño, con quien había sido su entrenador, Juan Camus: "La que vas a liar con él, es que no sabes cómo es. Se sabe de memoria todos los parciales de todos los nadadores del club". La periodista lo sigue confirmando 14 años después de aquella 'recomendación': "Es algo que me sorprende mucho de ti, esa capacidad que tienes de calcular. La gente se cree que te lo dan, pero estás siempre calculando".
La historia del dúo más inconfundible del deporte español comenzó en 2010 y no tardó en descubrir el secreto de una conexión perfecta: "Recuerdo de repente sentarme a su lado y desde entonces, a mí Julia nunca me ha regañado ["y no lo haré nunca", le corta, "porque no soy tu jefa"] y nunca me ha dicho que tengo que hacer esto o lo otro. Esa es la clave. Y la interrumpo muchísimo, la grito, la piso y jamás me ha dicho nada". Porque todo fluye y eso en una narración no es nada fácil, como le respone Luna: "Es que eres un caballo desbocado, Javi, y me haces desbocarme igual. Empiezas pam, pam, pam y yo te sigo, y yo de normal no soy así".
La narración llena de momentos especiales que les cambió la vida
Pero lo que les metió, para siempre, en las casas de todos los españoles fue el oro de Mireia y una narración que se recuerda cada año en las redes sociales. "La gente me pregunta si lo tenía preparado, si sabía lo que iba a decir", nos desvela Julia Luna. "¡Yo qué iba a saber! Si yo no sé lo que voy a decir en la palabra siguiente. Pero recuerdo cómo se produjo todo...". Porque sí, lo de Mireia fue la guinda a un gran día para aquella cabina de comentaristas, como recuerda quien fuera doble campeón de España antes de dar el salto a los micrófonos: "Era mi cumpleaños, mujer no sabía que nadaba Mireia, me mandó un Whatsapp y me dio el regalo de cumpleaños: 'Vas a ser padre por tercera vez". Lo que provocó, como confiesa ahora Julia Luna, que se respirara "un ambiente y una atmósfera muy especial, estabas muy subido".
Y allí, "como dos colegas en el salón de casa comentándolo", disfrutaron del que fue su primer y hasta ahora, último oro olímpico en sus narraciones. Y todavía fue más especial, más allá del mérito de un español en lo más alto del podio en los Juegos, por lo que también había ocurrido años antes: "A Mireia la conozco desde pequeña. Recuerdo a su padre, José Belmonte, venir a la posición de comentarista en un Campeonato de España o esperarme en la unidad móvil. Siempre tenía ahí al padre de Mireia. Venía a hablarme de su hija, como el que viene a hablar de su libro. La conocí desde pequeña y narré su primer récord de España, sus récords europeos, sus récords mundiales en piscina corta, todas sus medallas... debe estar de mí hasta las narices. He sido la única voz que ha tenido en su vida".
Y esa voz, a de Julia Luna, se quedó y, como un imán, vuelve a atraer a millones de hogares a la televisión para ver la natación en cada edición de los Juegos y, aunque confiesa que no le gusta escucharse jamás porque "muere de vergüenza", le ha traído una fama y el cariño: "Me conocen por la voz, es increíble porque yo he hecho mucha imagen y he presentado un montón. Pero yo voy andando por la calle normal, hablando con mi marido de cualquier cosa de la casa, y la gente se gira de golpe por la voz".