No era necesario el vómito, Anna Tarrés

El 24 de septiembre de 2012, quince nadadoras del equipo español de natación sincronizada denunciaban por abusos a la entrenadora Anna Tarrés durante su trayectoria como seleccionadora nacional. Hacía menos de 20 días que la Real Federación Española de Natación la había apartado de su cargo y la propia Tarrés llevaba la decisión a la Justicia por vulnerar "sus derechos y dañar su imagen".
Aquellos días se rompía la ley del silencio impuesta para ocultar lo que ocurría en las piscinas del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat. "Esto es una dictadura y la dictadora soy", habría dicho la preparadora en alguna ocasión, según la denuncia de las nadadoras que desvelaba años de abusos, malos modos, faltas de respeto y comentarios que siguen avergonzando solo de leerlos o escucharlos.
"Sal del agua, gorda, vete al psicólogo" o aquel denigrante "trágate el vómito [...] o vete a casa y no vuelvas" son algunas de las frases de aquella denuncia contra una señora que entonces reclamaba que le habían "dañado su imagen" por apartarla de su cargo antes de que acabara su contrato. Dañar, señora, es otra cosa.
Bajo el telón de acero de los indiscutibles éxitos de su mando único, el método Tarrés, aprendido del estricto régimen ruso, pudo afectar a decenas de nadadoras en sus facultades físicas, pero sobre todo mentales. Hablo del método porque, con la salida de Tarrés, las cenizas y rescoldos de su dictadura continuaron un tiempo. Muchos se atrevieron a decir que era "la única forma de ganar medallas" e incluso se llegó a incrementar ese discurso en su favor por los malos resultados que llegaron posteriormente. Este martes, por fin, España ha acallado un pasado difícil de olvidar subiendo a lo más alto de un podio mundial por primera vez.
Nueve años después de aquellos controvertidos días, la 'sincro' ha cambiado hasta de nombre por el de 'natación artística'. Es cierto que el cambio del código impulsado por World Aquatics [federación internacional de natación], con el apoyo principal de la federación española, o la ausencia de Rusia, han podido beneficiar a la consecución de esta medalla de oro, pero bienvenida sea para dar carpetazo al pasado.
Sea el código o el motivo que sea, España deja atrás una época para olvidar con muchos episodios todavía sin contar y que seguramente nunca saldrán a la luz por lo doloroso de volver a recordar. Sigue siendo un deporte exigente, duro y que requiere un entrenamiento riguroso como cualquier competición de élite, o seguramente más. Pero lo importante es que ya no se manda a una leyenda de nuestro deporte como Gemma Mengual a limpiar la piscina al volver de un embarazo sólo porque había querido ser madre durante su años de carrera, ni se está a punto de amargar la vida a un prodigio como Ona Carbonell, cuya familia le pidió llorando que lo dejara "5.000 millones de veces". Sencillamente, no era necesario. Porque, como expresaban las que vivieron aquel 'infierno' y en lo que han insistido durante todos estos años, se puede ser campeona sin pasar por todo 'eso'.
Hoy, España lo ha conseguido y las niñas del futuro lo agradecerán.