NATACIÓN SINCRONIZADA

Ona Carbonell: "Dudé si el deporte me aceptaría tras ser madre"

La catalana, récord de medallas en natación sincronizada, atiende a Relevo para hablar de su carrera, de la 'sincro' masculina y de su regreso a la élite tras ser madre.

Ona Carbonell durante una competición de natación sincronizada. /GETTY
Ona Carbonell durante una competición de natación sincronizada. GETTY
Daniel Arribas

Daniel Arribas

Ona Carbonell sonríe por defecto. La catalana, 22 medallas en Mundiales, más que ninguna otra nadadora en la historia, solo por detrás de Michael Phelps y Ryan Lochte, regresó a la élite en los Juegos Olímpicos de Tokio, once meses después de ser madre de su primer hijo. Ahora, tras volver de Menorca, donde ha disfrutado de un merecido descanso tras su segunda maternidad, la barcelonesa charla con Relevo en la sede del Comité Olímpico Español (COE), en Madrid, donde dirigirá un nuevo departamento sobre maternidad en el deporte.

"Todavía hay temor a ser madre como deportista de élite", lamenta mientras se atusa la melena. Es una realidad. Ella misma sintió ese miedo al afrontar su primer embarazo. Incluso asegura que hubiera sido madre antes de no haber sido por el pánico a perder su carrera deportiva: "Dudé mucho. Pensé si sería capaz, si me afectaría al físico, si la sociedad me aceptaría. Al final, la sincro tiene un punto subjetivo y es importante la imagen que proyectas. Me daba miedo que por ser madre ya se pensara que no podía ganar".

Pero nada de eso. Tras dar la bienvenida a su primer hijo, en agosto de 2020, Carbonell se empeñó en derribar mitos en tiempo récord. La meta estaba clara: llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio. Quedaba menos de un año. Junto a su inseparable Juanjo Andújar, preparador físico de la RFEN, y al resto del equipo, la nadadora acortó plazos para retornar por la puerta grande. Y lo consiguió.

Solo once meses después de tener a su primer hijo, Ona Carbonell saltó a la piscina olímpica de Tokio junto a sus compañeras. Una proeza sobrehumana. "Quería estar en los Juegos, así que no tenía más opción que ponerme a tope. Siempre bajo supervisión médica, claro, pero sí, fue todo muy rápido, bastante duro y muy doloroso".

Ona Carbonell habla sobre su primera maternidad como deportista de élite. DANIEL ARRIBAS

Pese al séptimo puesto en Japón, una sombra de tiempos pasados, cuando las medallas caían como tiernas manzanas del árbol, Carbonell hizo historia. Igual que Serena Williams, Allyson Felix o su buena amiga Teresa Perales. "Tenemos que visibilizar que [ser madre y deportista] es algo natural, que se puede y que no hace falta renunciar a la otra parte. El cuerpo está preparado para volver tras el parto".

Para ello, claro, hace falta ayuda y mucha visibilidad. "Cuando Teresa Perales decidió ser madre, se quedó sin carril para nadar. Imagínate el nivel. No tenía becas ni ayudas. Yo, que sí las he tenido y he sido una privilegiada, tuve que adaptar mi preparación al punto que, cuando el bebé tenía un mes, entrenaba cerca de casa para poder darle el pecho".

Y no solo eso. De camino a Tokio, donde el Comité Olímpico Internacional y las autoridades japonesas no le permitieron acudir con su retoño, todavía en periodo de lactancia, Carbonell tuvo que detener sus entrenamientos para, poco a poco, sacarse los 16 litros de leche que le dejó a su hijo en España.

Ona Carbonell, bajo el agua en una competición.  GETTY
Ona Carbonell, bajo el agua en una competición. GETTY

Todavía queda mucho camino, dice, porque el tabú y las dudas siguen sobrevolando. "Si tú eres deportista, tienes un bebé y te toca viajar, piensas: ¿Me pagarán el billete de avión? ¿Dónde voy a estar concentrada? ¿Tendré espacios para darle el pecho o me tendré que esconder? ¿Va a ayudarme alguien?".

Anna Tarrés, la era dorada y el 'no' a los hombres

Ahora, después de cumplir, por fin, los cuatro meses de baja de maternidad por Teo, su segundo hijo, París 2024 asoma en el horizonte. Pero, sin dar pistas, las prioridades han cambiado. "Jolín, no es lo mismo dos hijos que uno, van pesando los años", declara sin perder la sonrisa. "Tengo el abdomen abierto con una diástasis, el suelo pélvico no ha recuperado del todo… Me lo estoy tomando con muchísima más calma".

En los que serían sus cuartos Juegos Olímpicos, eso sí, ya hay una ausencia confirmada: la sincro masculina, relegada únicamente al dúo mixto. Un sinsentido para Carbonell: "Igual que nos quejamos de que falta mucho para la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, en el caso de la sincronizada es al revés". Y añade: "Hay una discriminación hacia el sexo masculino y tiene que cambiar. No puede ser que los hombres no puedan competir todavía en los Juegos Olímpicos. Tendrían que tener las mismas oportunidades que nosotras".

Ona Carbonell lamenta la realidad de la natación sincronizada masculina. DANIEL ARRIBAS

En París, a diferencia de la mayoría, la nadadora catalana ve brotes verdes y confía en el equipo español. "Creo que estamos en un momento muy bueno, con un grupo joven, pero con un nivel humano inmenso. Al final, cuando te juegas cuatro años de trabajo en tres minutos es importante tu cabeza. Mayu [por la japonesa Mayuko Fujiki, seleccionadora desde 2017] es una entrenadora excepcional. Confío muchísimo en ella y está llevando al equipo por muy buena dirección".

Lo cierto es que, tras la polémica destitución de Anna Tarrés en 2012, acusada de malas prácticas por varias nadadoras justo después de los Juegos de Londres, la sincronizada española ha deambulado por la penumbra, lejos de las medallas olímpicas. "Alguna sí que ha mantenido el contacto, pero yo no hablo con ella desde Londres", manifiesta Carbonell, blanco de las críticas de la exseleccionadora en numerosas ocasiones.

Entre las antiguas compañeras de selección, en cambio, el trato es excelente. "Tenemos mil grupos de WhatsApp, uno de Londres 2012, otro anterior, otro de… Son tantos que no me acuerdo ni de los nombres, pero sí, estamos todas. Pasamos vídeos, hablamos y recordamos momentos que hemos pasado juntas cuando se cumple un aniversario o una fecha especial".

Serena y calmada, con una madurez a la que solo se llega con el paso de los años, la nadadora no da pistas sobre su futuro, pero se ha propuesto sembrar una semilla lejos del agua: "Si una deportista, profesional o amateur, quiere ser madre, que lo haga. Quitémonos el miedo. Está más que demostrado que el cuerpo y la mente de la mujer pueden con todo".