NATACIÓN

Una catarata de récords mundiales 'arruina' a World Aquatics y reabre el debate sobre la piscina de París: "Nunca lo sabremos..."

En la primera jornada del Mundial de piscina corta de Budapest se batieron siete plusmarcas y la organización pagó 175.000 dólares.

Summer McIntosh, con el cartel de 25.000 dólares que ganó por su récord mundial en los 400 libre. /GETTY
Summer McIntosh, con el cartel de 25.000 dólares que ganó por su récord mundial en los 400 libre. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Los 40 minutos iniciales de la primera jornada de finales del Mundial de Natación de piscina corta de Budapest (Hungría) podrían guardarse en cualquier videoteca. Los récords cayeron como moscas, una catarata que se echó en falta en los pasados Juegos Olímpicos de París y que apenas cuatro meses después sí se han ido sucediendo, uno tras otro, fruto de una generación joven que ha derribado la puerta y ha borrado de un plumazo el nombre de nadadores ilustres como Ryan Lochte o Katinka Hosszu; encima en su casa, ese Duna Arena que tanto la aplaudió en los Mundiales de 2017. "Esta piscina es excepcional", explica uno de los entrenadores españoles desplazados a Hungría, en una jornada también prometedora para la España de Santi Veiga.

El récord más espectacular de la tarde corrió a cargo de Summer McIntosh, el talento canadiense de 18 años que ya ganó tres oros en París y que está llamada a marcar época. Algo que va haciendo brazada a brazada. En los 400 libre, marcó un registro de 3:50.25, destrozó la plusmarca anterior y la segunda clasificada, la australiana Pallister, llegó a más de tres segundos. La perfección del cuerpo de la discípula de Brent Arckey se amolda a la piscina corta, donde los virajes y su eficiencia en cada brazada marcan la diferencia. "Los nadadores han aprovechado el tirón de los Juegos y han llegado muy en forma. Es normal que caigan los récords", añade el técnico español.

Pero detrás de los siete récords logrados hay otro debate que se reabre, el de la piscina de París. La problemática del Centro Acuático de la Defènse era un párking subterráneo que impedía la profundidad de tres metros en la piscina, la habitual en las últimas ediciones desde que se determinó que también se organizaba la natación artística en la misma pileta. En París fue de 2,17m y eso ejerció una resistencia mayor a los nadadores cuando realizaban el viraje al haber menos espacio, según los biomecánicos. No obstante, muchos no compraron esa teoría, y pusieron como ejemplo el estratosférico récord mundial de Pan Zhanle en los 100 libre. El chino rebajó el registro de 46.80 a 46.40. Salieron, entonces, nuevas teorías sobre si al nadar en la calle central se aprovechó del oleaje generado en una piscina sin tanta profundidad. "Nunca lo sabremos", cuenta el técnico español.

"Es una piscina propicia para que haya récords por la atmósfera, la luz, los colores..."

Quim Pujol Arquitecto de la FINA

Quim Pujol es el arquitecto que históricamente ha trabajado la antigua FINA -ahora World Aquatics- y quien se encargó de construir el Duna Arena. Y siempre defendió que esta era la piscina más espectacular del mundo: "Es propicia para que haya récords por la atmósfera que se genera, los colores, la luz, el interiorismo... Tengo la impresión de que a los nadadores les ayudará y les gustará", comentó a este periodista.

Los récords conseguidos en Budapest responden a otras circunstancias al margen del estado de forma de los nadadores y las características de la piscina del Duna Arena, sin duda el mejor recinto mundial para practicar natación. Después de un ciclo olímpico tan corto -apenas tres años- los nadadores se centraron en la piscina de 50 metros y dejaron de lado la piscina de 25, por lo que otros entienden lógica la evolución de los récords especialmente con las nuevas generaciones.

"Una gran jornada, muy buena para la natación mundial. Es un placer ver a la gente nada así", explicó Sergi López, el entrenador de la Universidad de Virgina, que también se encuentra en Budapest.

Los 175.000 dólares que desembolsó World Aquatics en una jornada

Al margen de McIntsoh, la gran triunfadora de la primera jornada fue la estadounidense Gretchen Walsh, de 21 años, quien logró dos récords mundiales en los 50 mariposa, el último fue de 23.94. Fue la primera mujer en bajar de 24 segundos. Se embolsó 50.000 dólares por los premios que otorga World Aquatics. Noe Ponti, el suizo que ya fue el segundo mejor nadador de la Copa del Mundo, obtuvo el récord mundial de los 50 mariposa con 21.43, mientras que Kate Douglass hizo lo propio en los 200 estilos, con 2:01.67. La española Emma Carrasco acabó séptima, con 2:07.62.

En los relevos, como era de esperar, se batieron los dos récords. A cargo de Estados Unidos, que ha viajado con parte de su mejor equipo a Budapest a diferencia de otros Mundiales de piscina de 25 metros. En el relevo 4x100 libre femenino la plusmarca fue de 3:25.01 mientras que en categoría masculina la marca fue de 3:01.66.

Los siete récords mundiales provocaron que en la primera jornada World Aquatics tenga que desembolsar 175.000 dólares, una cantidad elevada teniendo en cuenta los precedentes, ya que en el último Mundial de Beijing, en 2022, hubo 12 en total. Y aquí van siete en una jornada.

España, que ha viajado a Budapest sin su estrella Hugo González y sin Mireia Belmonte, logró también cinco récords de España. Los dos de Carmen Weiler, que se metió en la final de los 100 espalda (56.09), el de Sergio de Celis en la posta del relevo 4x100 (46.48) y el del equipo (3:05.57), que ya lo había batido por la mañana.