NATACIÓN

Se retira Jessica Vall, la nadadora española que rompió todos los clichés de la edad en la piscina: "Quiso estar siempre entre las mejores"

La nadadora se retira tras tres Juegos a los 36 años, seis podios internacionales y un camino inusual en su deporte.

Jessica Vall, durante los Juegos Olímpicos de París, después de una prueba. /GETTY
Jessica Vall, durante los Juegos Olímpicos de París, después de una prueba. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

La natación española despide este martes a una de sus grandes deportistas y de sus últimos iconos, la barcelonesa Jessica Vall (1988), que ha anunciado que cuelga el bañador en un acto emocionante, de lágrima y multitudinario en el CN Sant Andreu, el club en el que reposaron sus sueños y representó alrededor del mundo, en podios y con esa sonrisa que no solo la convirtió en una nadadora de éxito, sino en una persona referencial. "Me gustaría que me recordaran como alguien que defendió a los nadadores, que lucha por los derechos de los que más lo necesitan", explica a Relevo una deportista con una historia diferente, que ha roto con el cliché de la edad en un deporte en el que el paso del tiempo no perdona. Pero Jessica lo desafió y ganó.

Así fue el acto de despedida de Jessica Vall. Relevo.

Hasta los 24 años, edad en la que ya muchas nadadoras inician el camino de la retirada, la licenciada en Biomedicina -primero se sacó la carrera y luego se dedicó a ampliar sus entrenamientos- no se tomó en serio su carrera acuática. Primero decidió dedicarse a sus estudios, que duraron cinco años, mientras se entrenaba a menor ritmo, aunque tuviera destreza, y en los Nacionales se metía en las finales pero lejos de las marcas olímpicas. "Lo hablé con mis padres y llegamos a la conclusión de que lo mejor era terminar rápido la carrera. Me ayudaron mis compañeros y la tutora de alto rendimiento, y lo logré. Si me lo hubiese planteado de otra manera, no lo habría conseguido. Hice muchos sacrificios, comía en tuppers, iba a entrenar al mediodía... Y ahora he ganado estabilidad. Descanso más, como mejor... Eso se nota", explicaba la nadadora a este periodista en 2014, cuando había logrado un bronce europeo.

Porque el click lo hizo Vall en los Juegos de Londres, en 2012. Tenía 23 años cuando vio por la televisión las primeras dos medallas olímpicas de Mireia Belmonte y le entró el gusanillo. Además, en 2013 el Mundial iba a celebrarse en casa, en Barcelona, y ella debía entrar en el equipo nacional. Y lo logró. Allí empezó a crecer junto a su entrenador, Jordi Jou. Si en los Mundiales de Barcelona fue decimotercera, en el Europeo de Berlín de 2014 ascendió hasta el bronce y llegó a los Mundiales de Kazán de 2015 con el objetivo de entrar en la final. Todo ello en los 200 braza, una prueba que requiere un dominio de la técnica, coordinación, resistencia y esa punta de velocidad final, la mejor arma de la nadadora del CN Sant Andreu.

Allí, en el estadio del Rubin Kazán, a sus 26 años, Vall conquistó su mejor tesoro en una carrera para la historia, en la que tocó tercera junto a Rikke Moller Pedersen, por aquel entonces plusmarquista mundial, y la china Shi Jinglin, con 2:22.76, récord de España. Un podio para la historia. Lejos de convertirse en un empacho de éxito, fue solo el principio de otros nueve años en el escaparate internacional.

Los éxitos en los Europeos y el lento tránsito hacia la retirada mental

Porque Jessica Vall se mostró intratable en los 100 y 200 braza. Fue olímpica en los Juegos de Río, en 2016, donde se quedó en semifinales de los 200. Fue campeona de Europa de piscina corta en Copenhague en 2017, y alcanzó dos platas más europeas en 2016 y 2018. "Las medallas ya quedan lejos", dice Vall, que no obstante, y pese a que sus pruebas se convirtieron ya en una misión imposible a nivel internacional, siguió con una clasificación olímpica para Tokio y otra para los París, después de superar un principio de depresión y de lesionarse un pie, de llegar corta de preparación y de quedarse a dos centésimas de la mínima -"recibí más mensajes por eso que por una medalla"-, aunque World Aquatics la repescó y pudo despedirse con una semifinal en los 200 braza en La Dèfense, 12 años después de aquellos Juegos de Londres que vio por televisión.

"Ha sido un ejemplo de que con paciencia, trabajo y dedicación se puede llegar a lo más alto"

Jordi Jou Entrenador del CN Sant Andreu

En París, Vall era una de las nadadoras de mayor edad, lo que refleja su tenacidad. O, en palabras de su entrenador, Jordi Jou: "Para mí ha sido un ejemplo de que con paciencia, trabajo y dedicación se puede llegar a lo más alto. Su talento no era físico... era la competitividad, la ambición y las ganas de estar siempre entre las mejores". A la mentalidad de Jessica Vall, que siempre estuvo pendiente de los detalles -nutrición, psicología y biomecánica- se le añadía también su facilidad coordinativa en el agua: "Destaco su percepción y su capacidad de aprendizaje dentro del agua. Y de joven estuvo muy bien trabajada a nivel físico, y eso le ha ayudado a desarrollar luego todas sus capacidades. Tiene talento innato para jugar con el agua y eso le ha facilitado nadar un estilo más coordinativo y de resistencia hidrodinámica dentro del agua. Y su poco peso ha ayudado, por eso su mejor prueba fueron los 200 braza", añadió Jou.

En los últimos años, especialmente tras la pandemia, Vall empezó una transición hacia la retirada que no le ha restado capacidad competitiva. Asistía a charlas y de la mano de Etiix, empresa de nutrición y suplementos deportivos, ha podido realizar una transición sana y flexible hacia el mundo laboral. Un mundo que le espera con los brazos abiertos tras haberlo dado ya todo y más en el agua. Habrá un last dance entre los suyos. La Copa de Clubes en Sabadell el 22 de diciembre. Su última carrera