Augusto Fernández rompe el camino lógico del motociclismo
El madrileño se convierte en el sexto español campeón de Moto2 después de llevar una trayectoria poco habitual.
La trayectoria de Augusto Fernández es atípica, de eso no cabe ninguna duda. Habría que remontarse a otros tiempos para encontrar a un piloto (sobre todo español) que llegase a campeón del mundo sin seguir una senda, digamos, normal. Ni FIM Junior GP de Moto3, ni Red Bull Rookies Cup, ni Mundial de Moto3…
Augusto hijo viaja siempre con Augusto padre, e incluso a él le cuesta hacer memoria sobre cómo fue el recorrido de su hijo hasta el campeonato rey del motociclismo, al que llegó de forma inesperada en 2017 como sustituto del italiano Axel Bassani en la escudería Speed Up en la sexta carrera de esa temporada, en Italia. Terminó el curso, pero eso no le sirvió para quedarse. En 2018 tuvo que dar un paso atrás y bajar al Europeo de la categoría.
"Hay un momento en su carrera en que con quien andábamos nos aconsejó que estaríamos mejor haciendo otras cosas", recuerda el padre del piloto, con un gesto de no estar muy convencido de que aquel fuese el mejor consejo. Sea como fuera, Augusto terminó con motos de más potencia, pero con menos salida. "También influyó el tema dinero. Luego intenté Moto3, porque lo intento para el FIM, pero a ese dinero no llegaba, y luego resultó que Augusto empezó a ser muy alto, y nos decían que a tantos kilos más se perdía tanta potencia, y él empezó a dejar de ser interesante".
¡LARGA VIDA A AUGUSTO FERNÁNDEZ! ✨
— DAZN España (@DAZN_ES) November 6, 2022
No es un piloto cualquiera. No es un campeón más. Todo el mundo quiere estar con él porque se ha ganado el corazón de todos en una temporada que nunca olvidará ❤
¡Cuánto te mereces este título, @Afernandez37! #ValenciaGP 🇪🇸 #MotoGP 🏁 pic.twitter.com/E53S1JHR0M
Augusto padre tenía un negocio de mantenimiento de piscinas en Madrid, lugar donde nació el nuevo campeón del mundo de Moto2. Aunque en un momento dado, y después de una experiencia en Baleares, decidió moverse a las islas, con su hijo con apenas dos meses. De ahí viene lo del 'mallorquín nacido en Madrid'. Augusto nació en la capital, pero toda su vida la ha pasado en Mallorca. La casa familiar está ubicada en Pina, una pequeña localidad de menos de 600 habitantes que está a una media hora de Palma (que es donde actualmente reside el piloto), y la mayor parte de su infancia transcurrió en Sencelles ("porque allí por lo menos tenían farmacia, colegio…"), donde estudió y de donde son sus amistades.
A mitad de 2018 tuvo su segunda y definitiva oportunidad en el Mundial, como sustituto de Héctor Barberá en el equipo de Sito Pons. Otra vez a mitad de año. Aunque esta vez sí que se agarró. En las últimas cuatro carreras brilló: sexto en Japón peleando por el cuarto puesto, cuarto en Australia luchando el tercero, octavo en Valencia… En 2019 hasta el último tramo de la temporada tuvo opciones de pelearle el título a Alex Márquez, a la postre campeón, y eso ya supuso su asentamiento en la élite de la categoría.
Lo de las motos le viene a Augusto de su padre, un simple aficionado sin pretensiones. Una pasión a la que también se sumó su hermano, Alejandro, dos años menor, aunque este terminó dejándolo y estudiando Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, una pasión que comparte con el campeón. "Si no le hubiese ido bien en las motos, seguro que ahí habría terminado también Augusto", una persona muy obsesiva con su preparación, algo que también le ayuda en el plano mental. Y, en cierta medida, su madre también está vinculada al mundo del deporte, en el mundo del yoga.
"Hemos empezado a trabajar este año, sobre todo después de la primera parte, que no salían las cosas. Había trabajado con ella un poco, pero no le había prestado mucha atención, hasta este año. Sabía que tenía la velocidad, pero me fallaba algo…", comentaba el sábado en el Ricardo Tormo el campeón número 24 del motociclismo español.
"Hemos llegado a esto porque cuando mis hijos empezaron con las escuelas y las minimotos, enfermaron tanto de tantas horas que querían, que como padre dije '¡Venga, vamos detrás!'. Y nos metieron ellos, porque mi intención no era esta. He visto como él se mataba a entrenar. ¿Cómo no iba a ir detrás de él?".
Augusto padre cerró su "empresita" para seguir a su hijo e intentarlo, para ver qué pasaba. Algo en lo que estuvo de acuerdo con su mujer. "Tengo aún la casa a medias, hemos dejado de ir de vacaciones, pero siempre íbamos los cuatro juntos, de arriba para abajo, y mi mujer preparando las cenas en la furgoneta. Esa parte chula también nos ha ayudado. Es una mezcla de que hay que creérselo para tirar para adelante, pero sin que fuese nunca una obsesión". Una historia que terminó con un nuevo campeón del mundo.