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Ilia Topuria sacude la tradición anti boxeo en 'El País': "Quizás ya no funcione hacer como que ciertos fenómenos no existen"

Periodistas actuales y firmas históricas del diario analizan su tradicional postura contra el pugilismo y el debate generado con las victorias de El Matador.

Ilia Topuria tumba a Max Holloway en el último combate. /AFP
Ilia Topuria tumba a Max Holloway en el último combate. AFP
Mario Ornat

Mario Ornat

El fenómeno desatado por las victorias del hispano-georgiano Ilia Topuria en la UFC ha generado en los últimos meses un profundo debate en la redacción del diario El País, medio que desde su fundación en 1976 asumió el papel de ariete ideológico contra el boxeo profesional. Esa postura, expresada de partida en editoriales y columnas de opinión, fue institucionalizada más tarde por escrito y adquirió carácter de norma en su Libro de Estilo: "El País no publica informaciones sobre la competición boxística, salvo las que den cuenta de accidentes sufridos por los púgiles o reflejen el mundo de esta actividad. La línea editorial del periódico es contraria al fomento del boxeo, y por ello renuncia a recoger noticias que contribuyan a su difusión", dice el manual en uno de sus artículos.

Una postura que ahora está en proceso de revisión. Nadia Tronchoni es la actual redactora jefa de Deportes del diario: "Todos los redactores somos muy conscientes de que está prohibido cubrir el boxeo como competición deportiva: el Libro de Estilo se sigue a rajatabla", establece de partida Tronchoni en su conversación con Relevo. "Pero, efectivamente, Topuria ha hecho que se abriera un debate, y nos preguntamos si debemos estar al margen de un fenómeno deportivo y también social", explica.

Cuando habla de "debate", Tronchoni no usa el término en su acepción genérica: el cruce de opiniones y criterios periodísticos, más o menos informal. En realidad, la periodista se refiere a un proceso de reflexión profunda, siguiendo los protocolos internos de funcionamiento del diario: "Hace un año, un redactor empezó a recoger firmas en la redacción para plantear esta cuestión. Reunió más de 50 y presentó la solicitud al Comité de Redacción, que organizó una mesa y abrió el debate haciéndolo además público", subraya la periodista.

"Las exposiciones giraron en torno a que el Libro de Estilo no prohíbe en sí hablar de boxeo, sino de la competición. También se planteó la extensión de esa prohibición a las artes marciales mixtas, la disciplina en la que compite Topuria: lo metíamos en el mismo saco porque es más violenta, tiene menos reglas, etc.", resume Nadia Tronchoni. La creciente popularidad del luchador había impregnado algunos contenidos del diario: "En otras secciones se han estado publicando piezas alrededor de aspectos no puramente competitivos de Topuria, pero que aprovechan su atractivo: no sé, sobre sus aficiones, si leía mucho, si opinaba algo sobre Messi. Y eso atrae muchos lectores. Como responsable de la sección de Deportes no me parecía justo que se utilizaran ese tipo de vericuetos".

Además, la cuestión de si el periódico debe revisar su postura maximalista con respecto al boxeo -y, por extensión, estas disciplinas híbridas de combate- se incluyó también el pasado verano en una de las encuestas generales que de forma regular se plantean a la redacción: "El resultado fue bastante equilibrado -explica Nadia Tronchoni-. Así que la decisión ha quedado en manos de la dirección del periódico, Pepa Bueno se comprometió a dar una respuesta en algún momento".

"Este es un debate de ética periodística. Mi postura es que entremos en ello: que hablemos de boxeo y de Topuria pero con nuestra línea editorial, con una visión crítica, con las gafas de 'El País"

Nadia Tronchoni Redactora jefa de Deportes de 'El País'

Por su parte, la Defensora del Lector interpeló también a los suscriptores de El País para obtener su opinión, en una newsletter titulada Hablemos de boxeo. En su boletín, Soledad Alcaide explicaba el proceso abierto en el diario y citaba de manera literal el argumento esgrimido por un grupo de periodistas, para quienes la abolición del boxeo "ha quedado obsoleta en la sociedad digital actual".

Alcaide también hacía mención a una columna publicada en la contraportada del diario por Luz Sánchez-Mellado: Topuria o revienta. En su pieza, Sánchez-Mellado contraponía la precariedad laboral y la singular perspectiva de las nuevas generaciones con el halo de éxito y el atractivo del luchador entre las audiencias más jóvenes. Y abogaba por someter a examen la restricción informativa, vigente desde hace casi 50 años: "Este diario nunca informa de boxeo, pero quizá ya no funcione el hacer como que ciertos fenómenos no existen cuando están en boca de todos por otros medios. Habría que abrir ese melón antes de que nos corran a melonazos por estar a por uvas", concluía su tribuna de opinión.

Es obvio que el boxeo cuenta con innumerables defensores y aficionados, más allá de su estado de salud como deporte o la evolución de su notoriedad, pero lo verdaderamente relevante en este caso es en qué medida la audiencia de El País considera necesario o reclama un cambio de postura del diario. Soledad Alcaide es rotunda: "Los lectores no lo cuestionan", afirma la Defensora del Lector, quien también matiza de forma muy nítida cualquier percepción de excepcionalidad de esta controversia interna sobre el boxeo: "En El País debatimos continuamente sobre periodismo: lo hicimos por ejemplo tras los ataques de Hamas el 7 de octubre en Israel, cuando nos planteamos si debíamos tratarlo en nuestras informaciones como un grupo terrorista o no. Se exponen las diferentes visiones y se toma una decisión que todos los periodistas asumimos. Es un proceso continuo del que hay muchos ejemplos", defiende Alcaide.

Los golpes de Topuria, sin embargo, han sacudido la tradicional convicción del diario: "Es verdad que en este tema la discusión fue más pensada porque hubo una petición expresa de un grupo de redactores, pero de momento se ha quedado ahí. El manual de estilo del periódico es un marco de trabajo, se hacen modificaciones periódicas en las sucesivas ediciones, pero no podemos cambiarlo así como así", explica Alcaide. En su newsletter, y en esta conversación con Relevo, Soledad Alcaide alude al sustrato ético que sustenta la postura de El País: "No informar de boxeo refleja una forma de hacer periodismo -argumenta-. En la redacción se creía que la prohibición venía desde la fundación del diario y no es así: en los primeros años sí se cubría el boxeo. Pero, a partir de determinado momento, los responsables decidieron no tratarlo más. Todo tiene un trasfondo humanista: este periódico defiende los derechos humanos y no podemos sacar un deporte que enfrenta al hombre contra el hombre".

"No informar de boxeo refleja una forma de hacer periodismo: 'El País' defiende los derechos humanos y no podemos sacar un deporte que enfrenta al hombre con el hombre"

Soledad Alcaide Defensora del Lector de 'El País'

Ese "determinado momento" mencionado por Soledad Alcaide se sitúa en torno a una serie de desgraciados sucesos acaecidos en el boxeo, que alimentaron el editorial publicado por El País el 22 de febrero de 1977. Bajo el elocuente título El boxeo profesional, a extinguir, el diario hacía explícita su línea editorial: "La larga lista de púgiles muertos en el ring o a consecuencia de sus combates sería buena muestra de tal degeneración deportiva (ya son doce los boxeadores japoneses muertos de resultas de un match en los últimos treinta años), porque no se alimenta ese victimario por la peligrosidad de este deporte, sino por la ausencia de garantías médicas sobre quien sube a un cuadrilátero antes para ganar una bolsa que para competir deportivamente", se leía en la página de Opinión.

Como recuerda Soledad Alcaide, en aquellos días El País aún publicaba boxeo en sus páginas. Basta una rápida búsqueda en la hemeroteca digital para encontrar columnas y reportajes datados a finales de 1976 (el periódico había aparecido en mayo de ese año), y escritos por una de las firmas referenciales en la materia, Julio César Iglesias: piezas sobre veladas con campeonatos europeos y boxeadores del momento, como Tony Ortiz, Perico Fernández y José Durán; o semblanzas de figuras internacionales del calado de Muhammad Ali y el argentino Carlos Monzón (por cierto, condenado a 11 años de prisión en 1988 por asesinar a su mujer). Sin embargo, la palanca que enconó la sensibilidad del diario madrileño en contra del boxeo fue la muerte del almeriense Juan Jesús Rubio Melero en febrero de 1978, tras pasar cinco días en coma, a consecuencia de los golpes recibidos en un combate contra el canario Francis Rodríguez, en el Palacio de los Deportes de Madrid.

Topuria lanza una patada en un combate de 2021.  AFP
Topuria lanza una patada en un combate de 2021. AFP

Además de la colección de los diarios, contamos con la generosa memoria de figuras principales en los primeros días de El País. Entre ellos estaba Alfredo Relaño, su primer redactor jefe de Deportes: "Al principio sí dábamos boxeo, pero un día Juan Luis Cebrián decidió que no había que darlo más, dentro de esa conciencia que tenía El País como creador de opinión en aquel momento de la Transición política", detalla Relaño. La evolución hacia una nueva conciencia, junto a las noticias luctuosas que cada tanto procuraba el pugilismo, amplificaron la capacidad prescriptora de El País en la sociedad española de entonces: "Lo de Rubio Melero fue una calamidad. Y como el periódico tenía mucha fuerza, esa bandera la tomó también el PSOE y el boxeo dejó de darse también en televisión".

Las invectivas desde el diario hacia el cuadrilátero se hicieron frecuentes a partir de entonces. "El caso del boxeador Rubio Melero no es el primero que se produce en España y, desgraciadamente, no será el último, porque en este país no hay todavía ambiente suficiente para la supresión de este brutal deporte. Los casos dramáticos del ring no desaparecerán mientras la actividad profesional sea legal", escribió Julián García Candau el 21 de febrero de 1978. Además, se refería a la condición amateur del boxeo en los países del este, entonces parte de la Unión Soviética, como alternativa humanizada para la pervivencia de un boxeo menos peligroso, "que permite una gran defensa a quienes lo practican". El 22 de junio de 1983, García Candau publicó otra opinión en los mismos términos: "El boxeo profesional ha sido siempre un mundo execrable. Alrededor de los llamados caballeros del ring se han movido siempre clanes e intereses de los bajos fondos. El pugilista ha sido siempre una víctima de la sociedad y del propio deporte". En esas líneas estaba el argumentario completo de la prohibición.

"Cuando García Candau entró como director de As también suprimió el boxeo -cuenta al hilo Alfredo Relaño-, y eso sí que hizo daño en el mundillo: se sintieron muy perjudicados porque As era uno de sus bastiones y contaba con cronistas de mucho prestigio, como Vicente Carreño y Fernando Vadillo". Más tarde, cuando Relaño se hizo cargo de los deportes en el equipo fundacional de Canal+, la cuestión se planteó de nuevo: la tele de pago estaba participada por el Grupo Prisa, empresa editora de El País, lo cual puso en guardia a Relaño. "Juan Cueto era partidario de dar boxeo en el Plus", dice sobre la postura del comunicador asturiano, quien dirigió al equipo que puso en marcha el canal en junio de 1990. "El País tenía el 25% del capital de Canal+ y Cueto resolvió aquella contradicción aludiendo a que ya había pasado mucho tiempo de la prohibición -cuenta Alfredo Relaño-. Yo era jefe de Deportes, así que se lo planteé a Cebrián y el argumento fue ese:di que sólo tenemos una parte y ya está".

Y en efecto el boxeo, en medio de la efervescencia por las peleas de Mike Tyson con Evander Holyfield o Lennox Lewis, fue uno de los reclamos más potentes en los años 90 para el Plus. En una columna publicada en As cuando se cumplieron 30 años de su salida al aire, Relaño contó una significativa anécdota con el boxeo como protagonista: "(...) Un fin de semana de pruebas emitimos un combate de Tyson que nos había costado un riñón y no duró ni un asalto. Cueto y yo lo vimos juntos, en mi despacho, asistiendo impotentes a la forma en que aquel dinero se esfumaba tan rápido", escribió.

El histórico ex director de As recuerda también otro ejemplo de aquella ocasional ambivalencia en el frente anti boxeo abanderado por El País: "Pilar Miró recuperó el boxeo en RTVE cuando entró como directora. Pero hubo antes un caso muy curioso, porque a Poli Díaz lo apadrinaba Enrique Sarasola; y Sarasola había ayudado mucho en sus inicios a Felipe González; hasta le arregló la boca", precisa Relaño, en referencia a la característica diastema del ex presidente socialista. "El caso es que a Sarasola le cayó en gracia Poli y en uno de sus combates llegó a haber tres o cuatro ministros viendo la pelea en el ringside, en tiempos en que no se daba boxeo en televisión".

"Creo que se está exaltando la figura de Topuria de manera conveniente para algunos sectores políticos. Representa, como el toro en la bandera, un valor político notable y que me disgusta"

Santiago Segurola Ex redactor jefe de Deportes de 'El País'

Otro periodista canónico en los deportes del diario madrileño fue Santiago Segurola. Empezó a escribir en El País en 1989, primero como colaborador desde Bilbao, más tarde ya en la redacción en Madrid. Entre 1999 y 2006 asumió la jefatura de Deportes y nunca tuvo dudas sobre la postura del periódico, pese a convivir con los ocho títulos mundiales y los seis europeos del boxeador Javier Castillejo: "Si hay un debate en El País, espero que se mantenga firme en su posición", desea. "Nunca me vi con el boxeo como una fuente de problemas, porque estaba en el Libro de Estilo. Pero es que, además, yo estaba de acuerdo. No te voy a dar ninguna razón imbatible, pero a mí esa postura me parecía bien", afirma de partida Segurola.

Celebrado autor de crónicas en deportes principales como el fútbol, muy afecto a la NBA (fue el primer comentarista junto a Andrés Montes en las emisiones de Canal+) y particularmente brillante en el análisis del atletismo y la natación, ni el boxeo ni las MMA han figurado entre sus disciplinas favoritas. "No soy aficionado al boxeo. Lo he visto en la televisión, pero nunca en directo, no he ido a un combate en mi vida. Me parece un ejercicio de violencia, lleno de inhumanidad -defiende Segurola-. Lo puedes adornar como quieras, de buena literatura y grandes películas, pero lo esencial no cambia".

Su exposición alude a dos aspectos contextuales: el marcado carácter literario y cinematográfico del boxeo y su enorme popularidad en la España de los años 60 y 70, quebrada -aunque no sólo por ese motivo- a partir de la postura de El País: "En aquellos años el boxeo tenía un amplísimo espectro de seguidores y una importancia periodística notable. El boxeo y el fútbol eran los dos grandes acontecimientos deportivos en España, dos deportes muy económicos y populares", opina Segurola. Relaño también señala a esa relevancia socio-cultural del pugilismo: "Procedo de un tiempo en que la trilogía era fútbol, boxeo y ciclismo. El boxeo lo he trabajado tangencialmente. Siempre ha tenido una gran percha literaria. Yo no he sido un gran aficionado, pero sí tenía dos grandes amigos que lo eran, Vicente Carreño y Julio César Iglesias", cuenta el veterano periodista.

La relevancia artística del boxeo lo emparenta con otra de las controversias históricas en El País, la información taurina: "Los toros y el boxeo generan mucha sangre pero también muy buena literatura", define de un golpe Segurola, quien también se enfrentó a porta gayola con ese morlaco cuando salió de Deportes para asumir el área de Cultura: "Tiene connotaciones parecidas y genera debates igual de ardorosos", reconoce. ¿Por qué no informar de boxeo, pero sí de toros?, se suele acusar. La contraposición suena a falso dilema, pero compone un argumento recurrente de crítica al diario y está en línea con las preferencias de la audiencia de El País: "Lo de dar los toros tiene que ver un poco con la tradición orteguiana, del regeneracionismo: Ortega era muy aficionado, y no era el único intelectual. También es verdad que la sensibilidad animalista de ahora no es la de antes, esto es algo que hablábamos mucho con Manolo Molés: nos hemos alejado del campo", aclara Relaño, quien menciona al que fuera popular narrador de toros en Canal+.

En El País, esa nítida ascendencia como manifestación cultural la defendió con su incomparable estilo Joaquín Vidal: durante años el gran cronista de toros en la cabecera madrileña. Vidal convirtió sus piezas sobre las ferias taurinas en un acontecimiento literario-periodístico. Instalado en su propio asiento de abono en el tendido, enviaba sus crónicas desde un garaje y así forjó una de las firmas más reconocidas de la historia del periodismo español en cualquier género. Pero hizo algo más, tal vez paradójico a la vista de la evolución del movimiento antitaurino y su penetración entre el público objetivo de El País: atrajo a la información taurina a muchos lectores que ni siquiera eran aficionados o estaban interesados en la lidia.

"Para todos ha sido un maestro", reconoce Soledad Alcaide, quien también reivindica las actuales crónicas de Antonio Lorca. Pero, más allá de eso, la Defensora del Lector reconoce la necesidad de abordar también el debate sobre los toros, incluso antes que el del boxeo: "Para mí es más urgente y así lo planteé. Muchos lectores nos preguntan continuamente, aunque ya sólo damos ferias principales como Madrid, Sevilla, Valencia, algo de San Fermín... pero en general se va diluyendo".

Volviendo al asunto vertebral, el retroceso de la afición taurina ofrece un cierto paralelismo con el declive de popularidad del boxeo en lo que tiene de cambio de la sensibilidad general. Pero hay más. "Formamos parte de una generación crecida bajo la fascinación que proyectaba un personaje como Muhammad Ali, de resonancias mucho más allá del deporte", comenta Nadia Tronchoni, redactora jefa de El País. "Cuando oigo a Topuria, sinceramente, no me parece que sea comparable", agrega. Y sin embargo, la UFC ha ocupado en muchos aspectos el hueco del boxeo, convertido en un ámbito confuso para el público no iniciado y huérfano de las grandes figuras de antaño: "De los 60 y las décadas siguientes puedo nombrar a todos los boxeadores principales, ahora mismo no", arguye Segurola. "Se ha producido una inflación de categorías y títulos, las organizaciones se han diversificado y cuando alguno se proclama campeón del mundo ya no sabes ni de qué organización es. Eso me ha despistado, ya no sé quién es el mejor", admite Relaño.

En abierta divergencia con las tesis de Cebrián y García Candau en los 70, en los últimos años muchos de los nombres principales del boxeo vienen de los países del este. "La caída del imperio soviético generó un nuevo espacio, enorme, para este tipo de deportes. Hay una incertidumbre de violencia, que aparece estos últimos años con Putin, y que ha sido un buen caldo de cultivo", señala Segurola. El veterano periodista considera que, además de grandes campañas y mucho dinero, bajo la creciente popularidad de las artes marciales mixtas subyacen corrientes político-sociológicas muy concretas: "En Estados Unidos está apoyado por gente próxima a Trump. Topuria procede de ese ámbito de lo que fue el Telón de Acero y su caso es bastante representativo. Creo que se está exaltando su figura de una manera convenientemente política para algunos sectores. Representa, como el toro en la bandera, un valor político notable y que me disgusta enormemente", dice Segurola.

Cuando Luz Sánchez-Mellado posteó su columna sobre el luchador en las redes sociales, muchas de las respuestas fueron de aficionados al boxeo molestos por lo que consideran una injustificada equivalencia entre la UFC y el pugilismo convencional. Es una postura que encuentra cierta coincidencia: "Tengo curiosidad por el personaje de Topuria, llega muy bien y entiendo el atractivo, pero nunca he visto un combate completo: me parece demasiado brutal. Me hiere igual que entiendo que a otros les hiera el boxeo", dice Relaño. También Soledad Alcaide se asomó al combate de Topuria con Holloway, al calor de la controversia suscitada en su periódico: "Sufrí mucho viéndolo", admite. Algo similar dice Nadia Tronchoni: "Si ya nos planteábamos lo del boxeo, esto con mucha más razón".

"Tengo curiosidad por el personaje de Topuria, entiendo su atractivo, pero no he visto un combate completo: me parece demasiado brutal, me hiere como entiendo que a otras personas le hiera el boxeo"

Alfredo Relaño Ex redactor jefe de Deportes de 'El País'

En el fondo hay un problema, aludido por Luz Sánchez-Mellado: las audiencias, sobre todo las jóvenes, y el impacto que eso supone para el diario. Soledad Alcaide, sin embargo, lo pone en perspectiva: "Cuando El País decidió no dar boxeo también renunció a una parte de un pastel que era muy goloso: en España era tan popular entonces como la UFC ahora; o como todavía lo es el boxeo en México y otros países donde tenemos muchísimos lectores y les extraña que no hablemos de este deporte", explica la Defensora del Lector.

Nadie puede negar que la digitalización informativa ha cambiado el paradigma y las reglas del juego. "Cuando El País se atrevió a decir no al boxeo tenía una fortaleza empresarial, económica y política extraordinarias. Era un portaaviones. La era digital ha debilitado la posición de la prensa tradicional y le ha generado dudas", razona Santiago Segurola. La amplificación generada por las redes sociales multiplica las perspectivas y construye posiciones con muchas aristas: "Este es un debate de ética periodística -resume Nadia Tronchoni-. Tiene mucho que ver con las audiencias, es cierto... pero no se puede hacer cualquier cosa por las audiencias". Segurola considera que "las redes sociales invitan a los extremos y a una agresividad asociada a este tipo de deportes: funcionan porque a la gente le gusta la violencia, asistir a la violencia. Estamos en un momento de regresión político cultural y todo lo que tenga que ver con la violencia encuentra más acomodo ahora".

Mientras la cuestión se resuelve y Topuria cincela su perfil de ídolo de masas, el pasado verano Nadia Tronchoni logró una suerte de moratoria en el diario para reflejar en las páginas de Deportes las medallas conseguidas en los Juegos Olímpicos por los púgiles españoles. No iban a ser las primeras, porque ya Rafael Lozano logró plata y bronce en Sidney y Atlanta; Faustino Reyes hizo plata en Barcelona 92; y Enrique Rodríguez, bronce en Múnich 72. Esta vez, sin embargo, El País estaba alerta: "Nos preocupaba la posibilidad de una medalla y también la presencia por primera vez de una mujer boxeadora, así que pedimos hacer un paréntesis para abordar esa cobertura: sin ensalzar la disciplina pero sí para contar ese triunfo de deportistas españoles".

Y, en efecto, Ayoub Ghadfa y Enmanuel Reyes fueron plata y bronce respectivamente en París: "Esa experiencia nos permitió ver el sentido que podemos darle a la cobertura de este tipo de competiciones", considera Tronchoni, quien aboga por aplicar la fórmula a las disciplinas proscritas: "En el caso de Topuria, no cubrimos la victoria con crónica porque no es el concepto de deporte que nos gusta, y después rechazamos propuestas para entrevistarlo. Pero sí nos interesa lo que posteriormente puede generar como fenómeno". Una tercera vía está sobre la mesa: "Entremos en ello, hagámoslo con nuestra línea editorial, con una visión crítica... Hablemos de boxeo y de estos deportes, pero con las gafas de El País".