MUNDIAL DE RESISTENCIA

El otro español en la cima con Ferrari: padre de tres hijos y con las 24h de Le Mans como sueño

Miguel Molina afronta este 2023 la temporada más importante de su carrera deportiva en un proyecto único. Desgrana con Relevo sus anhelos y preocupaciones.

Miguel Molina, junto al Ferrari 499P para el FIA WEC y las 24h de Le Mans 2023. /Ferrari
Miguel Molina, junto al Ferrari 499P para el FIA WEC y las 24h de Le Mans 2023. Ferrari
Sergio Lillo

Sergio Lillo

Sus modales exquisitos, su sonrisa tímida y su mirada directa encajan a la perfección en una marca como Ferrari, que busca la excelencia y la exclusividad como enseñas. Su constancia y su experiencia tras 13 años como piloto profesional han sido claves para que los del Cavallino Rampante apuesten por él para ser uno de los seis pilotos titulares que comandan el regreso de la escudería italiana a la primera división de la Resistencia... 50 años después. Miguel Molina (Lloret de Mar, 1989) llega al momento cumbre de su carrera deportiva en una nube, después de haber sido padre por tercera vez a principios de enero, unos días antes de recibir la llamada que definió su temporada.

Desde el pasado verano, Molina ha estado entre los ocho pilotos que han ayudado a desarrollar el nuevo prototipo de Ferrari, el 499P, una creación entre nave espacial y 'bestia' de 680 CV, con motor V6 biturbo, y un sistema de recuperación de energía (ERS), con tecnología de la Fórmula 1, que genera 270 CV en el tren delantero solo a partir de una determinada velocidad (controlada por reglamento). Mientras completaba kilómetros en diferentes circuitos, sesiones de simulación y semanas fuera de casa, sobre su cabeza había una espada de Damocles: solo había seis puestos de cara a la temporada 2023 del FIA WEC (Mundial de Resistencia) para los ocho pilotos que participaban en el programa de test.

El Ferrari 499P, durante el Prólogo del FIA WEC en Sebring.  Ferrari
El Ferrari 499P, durante el Prólogo del FIA WEC en Sebring. Ferrari

La llamada que le hizo entrar en el selecto club de pilotos oficiales en uno de los dos grandes proyectos que tiene la marca italiana llegó apenas un par de días después de que naciera su tercera hija, Cala. En mitad de la felicidad y los cuidados de la nueva integrante de la familia, sonó el teléfono de Miguel. Ferrari contaba con él para la gran aventura y lo haría oficial cuatro días después.

"Yo estaba en el hospital porque había nacido mi hija más pequeña. Hasta ese momento no sabíamos nada. Habíamos hecho un intenso programa de trabajo desde el verano, pero iban pasando los días y hasta que no te lo confirman, no sabes si vas a estar o no. Fue un cúmulo de emociones que te hacen estar muy, muy contento: por un lado, tenía a mi hija en brazos y, por el otro, Ferrari me confirmaba que contaba conmigo para el proyecto con el que vuelve a la categoría reina de la Resistencia 50 años después", reconoce Molina a Relevo desde el Circuito de Sebring (EE UU), donde este fin de semana se disputa la primera de las siete citas del Mundial de Resistencia 2023.

"Llevo desde 2017 en Ferrari haciendo las cosas bien, trabajando y dando mi mejor versión. Estaba tranquilo porque sabía que había puesto todo de mi parte; más, no se podía hacer. Al final salió todo bien y para mí es llegar al punto más alto de mi trayectoria deportiva porque estar en la categoría máxima de la Resistencia... a día de hoy no se puede aspirar a más. Conseguirlo y hacerlo con Ferrari, que es una de las marcas más importantes del mundo, por toda la historia que tiene tras de sí y por su vuelta a la categoría principal 50 años después, es aún más interesante e importante. A la vez, esto hace que haya cierta presión, pero tengo muchas, muchas ganas".

Un sueño que nunca imaginó

El camino hasta este momento de su trayectoria deportiva no ha sido sencillo. Atrás quedan sus inicios en el karting, donde llegó a ganar de manera consecutiva el Nacional en la categoría Cadete bajo la tutela de su padre, Mariano. Ya con 13 años empezó a competir en Italia (habla italiano a la perfección desde entonces) y dos años después dio el salto a monoplazas en la Fórmula Junior 1600 española. Su mejor resultado con monoplazas llegó en 2008, en su segunda campaña completa en la Fórmula Renault 3.5, donde acabó cuarto en un año en el que Giedo Van der Garde -que sería piloto de Caterham F1 en 2013- se impuso. Pero Audi Sport le echó el lazo y en 2010 se convirtió en piloto profesional dentro del DTM (campeonato alemán de turismos), donde se dejó ver en el top 5 ya desde su primera temporada.

Miguel Molina, en una carrera de las World Series by Renault 2008. Renault
Miguel Molina, en una carrera de las World Series by Renault 2008. Renault

La marca de los aros no le renovó para 2017 y el español dejó atrás su etapa alemana con una victoria en la última cita con Audi. Ferrari decidió empezar a foguearle en la Resistencia y su rendimiento convenció tanto como para formar parte del equipo oficial en las 24h de Le Mans de aquel año. Desde entonces ha logrado varios campeonatos en Europa y Estados Unidos, y la guinda del pastel llegó en 2022 con el soñado podio en Le Mans. Ahora, afrontará el reto junto a Antonio Fuoco y Nicklas Nielsen, sus compañeros en el Ferrari #50, de pelear en la nueva era dorada de la Resistencia, donde tendrán que batirse con marcas como Toyota, Peugeot, Cadillac, Porsche o Vanwall en una parrilla con más de 10 prototipos (16 previstos para Le Mans).

"La verdad es que nunca soñé con algo así. Yo siempre he trabajado para en un futuro tener la posibilidad de dedicarme a lo que me gusta, dedicarme profesionalmente y vivir de esto. Por suerte en el 2010 conseguí ser piloto profesional y desde ahí pude ir poniéndome objetivos cada año. Ahora creo que he llegado a la situación más importante de mi carrera deportiva con una experiencia de 14 años como profesional. Estoy en mi madurez máxima para afrontar un proyecto como el que estamos afrontando este año y además lo comparto con dos pilotos mucho más jóvenes que yo; creo que puedo aportarles toda esa experiencia y darles tranquilidad. Espero disfrutarlo muchos años y aún me quedan muchas cosas por ganar", reflexiona.

Molina reconoce que no todo ha sido un camino de rosas, que la vida como piloto no es glamour y fiestas, que las horas fuera de casa no siempre se recuperan y que, aun así, a su yo del pasado le diría que siguiera creyendo.

"A mi yo del pasado le diría que siguiera haciendo lo que ha hecho hasta ese momento, porque cuando los momentos no fueron buenos siguió confiando, aunque muchas veces con dudas, pero lo importante fue que siguió trabajando, apostando por esta vida, por este trabajo y confiando en sí mismo. Siempre te entran dudas, siempre, siempre. De si estás haciendo las cosas bien, si vale la pena hacer todo esto, pero son épocas, como en la vida misma; no todo es fácil, no es un camino de rosas", apunta. "Creo que en los últimos años se ha demostrado que en todos los campeonatos que he estado y en todas las carreras que he hecho, he dado mi mejor versión".

La vida más allá de las carreras

Frente a la visión tradicional de los pilotos como bon vivants que no dudaban en alternar en los locales de moda o incluso fumarse un cigarrillo instantes antes de subirse al coche, la preparación física extrema y las horas de estudio para entender y memorizar todos los controles de los coches más tecnológicos del planeta ocupan cientos de horas. En el caso de Molina, todas ellas son tiempo que no pasa con sus tres hijos (dos niñas y un niño) y con su pareja, Mireia.

"Es muy complicado saber gestionar un poco todas las situaciones, sobre todo tener a tu lado personas que entienden lo que haces y que te apoyan y por suerte tengo a la persona adecuada a mi lado y esto me ayuda muchísimo. Mireia y yo estamos juntos desde hace muchos años, desde 2010, y eso ayuda muchísimo. Ahora tenemos tres hijos, pero pasas muchos días fuera de casa, muchos días que lógicamente echas de menos a tu familia... pero es parte del juego, parte de las cosas negativas que tiene el automovilismo", reconoce.

"Cuando vuelvo a casa, desconecto de todo el resto, me hace estar con energía, gastarme la energía también (risas)... Pero la verdad es que cuando estoy allí es un tiempo de calidad increíble. Por suerte, cuando vuelvo tengo muchas horas para dedicarlas a la familia. Son pocos días, pero a la vez son de una cantidad y una calidad muy grande; eso ayuda muchísimo, te hace afrontar las cosas de otra manera también".

Miguel Molina, dentro del Ferrari 499P #50 en Sebring.  Ferrari
Miguel Molina, dentro del Ferrari 499P #50 en Sebring. Ferrari

Carlos Sainz y Miguel Molina, los dos españoles de Ferrari

La nueva vida de Molina le sitúa como el segundo español en un proyecto oficial de competición de Ferrari junto a Carlos Sainz. Mientras el madrileño disputa su tercera temporada en la escudería de Fórmula 1, el catalán encara su séptimo año dentro de Maranello, donde no han coincidido mucho en este tiempo.

"La verdad es que no hemos coincidido mucho allí. Pero es un honor que en los dos proyectos más importantes de la marca estemos dos representantes del país. Yo estoy muy contento y este año quiero demostrar que estoy ahí por algo. Estoy disfrutando muchísimo de este camino que se está haciendo desde el primer minuto cero", apunta Molina.

"Mi día a día ha cambiado considerablemente porque hasta ahora en los GT la dedicación era diferente, era más de carrera en carrera y de poco desarrollo, pero aquí sobre todo hay mucho más desarrollo detrás, en el simulador, en circuitos, haciendo test y mucha más preparación para este proyecto. El coche es bastante más parecido al DTM, el peso de aquellos coches era muy parecido al de este Hypercar. Me vienen muchos recuerdos de este tipo de conducción, aunque con muchas más cosas a gestionar aquí, ya que tenemos el motor eléctrico, todos los sistemas que llevamos en el volante, etc. Conocer el tipo de conducción me ha ayudado un poco".

El Ferrari 499P #50 en Sebring.  Ferrari
El Ferrari 499P #50 en Sebring. Ferrari

Aunque ante la competitiva parrilla que habrá en el WEC este año podría pensarse que apostar todo a las 24h de Le Mans podría estar en la mente de algunos equipos, no es el caso en Ferrari. Molina deja claro que van a por todo, aunque tienen claro quiénes parten como favoritos.

"Yo creo que está muy claro que Toyota es la marca a batir. Creo que van a ser todo el año los competidores de referencia y así tiene que ser, porque son los que tienen más experiencia en la categoría. Tenemos que fijarnos mucho en cómo hacen las cosas y en qué nivel están. Va a ser la marca a tener en cuenta seguro y en la que nos tenemos que fijar más. Nosotros llegamos aquí de una forma muy tranquila. Sabemos que tenemos cosas positivas, cosas negativas y lo que hay que hacer es, sobre todo, coger la máxima experiencia posible", dice.

"Lógicamente, queremos competir, pero primero hay que establecer unas bases buenas tanto en el coche como a nivel de equipo. Sabemos que no va a ser fácil y que tenemos mucho trabajo por hacer todavía. Intentaremos estar lo más arriba posible, pero con tranquilidad, sabemos que acabamos de llegar. Le Mans es una buena oportunidad para hacerlo bien y ya con eso, si haces un buen papel allí, el Mundial se encara de otra manera por la puntuación (doble respecto a las citas de 6 horas, cuatro de las siete del calendario)".

Molina está en su mejor versión, ante la oportunidad de su vida deportiva y con todo a favor para demostrar que la apuesta de Ferrari por él no solo es correcta, sino acertada. En los miles de kilómetros que recorrerá este año desde el aire y sobre el asfalto le acompañarán desde casa sus cuatro joyas, que esperarán con ganas su regreso, celebrarán sus triunfos y quitarán importancia a los tropiezos que puedan llegar.