DÍA INTERNACIONAL DEL ABRAZO

Nueve abrazos que marcaron la historia del deporte: "Las medallas no valen nada al lado de la amistad"

Tras un gesto, existe un contexto que convierte esa muestra de cariño en algo único, que trasciende por el tiempo.

Hamblin y D'Agostino se abrazan tras caer ambas en la prueba olímpica./GETTY
Hamblin y D'Agostino se abrazan tras caer ambas en la prueba olímpica. GETTY
Jonás Pérez

Jonás Pérez

¿Qué es un abrazo? Un abrazo es el típico concepto que no se resuelve acudiendo a la RAE. Esconde aristas que no se pueden describir con palabras. Aquí lo vamos a intentar, pero no prometemos nada. Este sábado 21 de enero se celebra el Día Internacional del Abrazo y el deporte es bandera de imágenes icónicas de rivales, compañeros, aficionados, que vivieron momentos inefables detrás de agarrar a la persona de al lado con fuerza o, a veces, incluso, derrotados. En toda gran historia, hay un abrazo que la acompaña. Un lenguaje universal, junto a la música o las miradas. Estos son algunos de esos momentos en los que el público desde el sofá sintió cómo la piel se le erizaba. Cómo vivió, como si estuviera a centímetros de la escena, lo que significaba el gesto.

Tulu y Meyer: la unión contra el racismo

No solo los españoles consideramos Barcelona 92 como uno de los mejores Juegos Olímpicos de la historia. Dejaron imágenes para el recuerdo y, probablemente, la de Tulu y Meyer es la mejor de ellas. En la final de los 10.000 metros, la etíope Derartu Tulu se hizo con la medalla de oro y la sudafricana Elana Meyer, la de plata. Ambas representaron el orgullo de África y, sobre todo, lanzaron un mensaje de paz y contra el racismo.

Tulu fue la primera mujer africana negra en ganar un oro olímpico. Meyer triunfó para una Sudáfrica que llevaba desde Roma 1960 sin participar en unos Juegos debido al apartheid, un sistema de segregación racial basado en el racismo y la intolerancia. Tan solo unos meses antes de la disputa de la edición de Barcelona, el país lo suprimió en un referéndum.

¿Y qué tienen que ver Tulu y Meyer en todo esto? Meyer, sudafricana blanca, corrió nada más concluir la prueba en segunda posición hacia Tulu, fundiéndose en un abrazo histórico. Era la representación del hermanamiento de las razas en África, que durante tantos años fue condenado públicamente en Sudáfrica. "No estaba planeado como una victoria de África, pero lo fue, por toda una demostración de amistad", recordaba Tulu. Que añade: "Con las sonrisas nos comunicamos mejor que con las palabras". Sí, así es, ni siquiera hablaban la misma lengua, pero su gesto y su abrazo se erigieron como lenguaje universal.

Hamblin y D'Agostino: un tropiezo con compañía

Semifinales de los 5.000 metros en Río 2016. Corren la neozelandesa Nikki Hamblin y la estadounidense Abbey D'Agostino. La primera se tropezó y cayó al suelo, llevando consigo a la segunda, que no pudo esquivarla. Un infortunio letal, sobre todo para D'Agostino, que veía su sueño truncado por el error de una rival. Lejos de recriminárselo, la propia Abbey ayudó a Hamblin a levantarse y que ambas siguieran en la prueba. No les quedaba otra que continuar.

Tras ayudar D'Agostino a Hamblin, se dio cuenta de que su rodilla no respondía tras el golpe y es entonces cuando fue ella la que se echó al suelo. Hamblin la esperó, de nuevo, y no continuó hasta que su compañera pudo levantarse. La primera que cayó, ya recuperada, completó la carrera sin mayor problema. A su rival le costó más y llegó llorando, mientras la causante de su desgracia la esperaba en meta. Se abrazaron, emocionadas, tras lograr completar la prueba, pese a todo. "Hay que acabar, son unos Juegos", se dijeron en el momento de la desgracia. Los jueces las recalificaron y compitieron en la gran final. Quedaron última y penúltima, aunque su imagen pasara a la posteridad.

Derek y Jim Redmond: el abrazo de un padre

Otra en Barcelona 92. Derek Redmond llegaba a los Juegos como uno de los máximos favoritos a llevarse la medalla de oro en la prueba de 400 metros lisos. De hecho, marcó el mejor tiempo de entre todos los participantes en las series. En la semifinal, aspiraba a superar de nuevo su crono y continuar como aspirante al podio. Pero en mitad de carrera sufrió un desgarro en los isquiotibiales y tuvo que retirarse.

Entonces, desde la grada, un hombre regateó a todos los miembros de seguridad para saltar a la pista. Llegó y se abrazó a Derek Redmond y le acompañó a la meta. No era otro que su propio padre, el mejor consuelo ante un atleta desolado y abatido, viendo cómo perdía una de las mejores opciones de su carrera deportiva para tocar la cima.

Desde entonces, Jim Redmond fue conocido como "el padre de los Juegos". Así definió lo ocurrido: "Comenzamos esta carrera juntos y vamos a acabarla juntos. Pasara lo que pasara, mi hijo tenía que acabar la prueba y yo iba a ayudarlo a que lo hiciera. Soy el padre más orgulloso del mundo. Estoy más orgulloso de él de lo que lo estaría si hubiera ganado el oro. Hace falta tener muchas agallas para hacer lo que ha hecho".

Abramenko y Burov: la escena por la paz

El 24 de febrero de 2022 comenzó la Guerra de Ucrania, con la invasión rusa sobre suelo enemigo. Tan solo ocho días antes, cuando ya sonaban tambores de conflicto, Abramenko y Burov protagonizaron un abrazo de paz. Desgraciadamente, su intención no llegó a buen puerto y casi un año después no se ha proclamado el alto al fuego.

En la modalidad de esquí acrobático en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022, el ruso Ilia Burov se llevó el bronce y el ucraniano Oleksandr Abramenko, la plata. Ambos, amigos de hace años, celebraron juntos sus éxitos, con una sonrisa, multitud de abrazos y una bandera ucraniana de nexo. La portaba el mencionado Abramenko y la compartía sin dudar su rival. En tal clima de tensión, fue un acto de rebeldía y una fotografía de cabecera.

El ruso Ilia Burov se llevó el bronce y el ucraniano Oleksandr Abramenko se abrazan tras lograr medalla en Pekín 2022. GETTY
El ruso Ilia Burov se llevó el bronce y el ucraniano Oleksandr Abramenko se abrazan tras lograr medalla en Pekín 2022. GETTY

Owens y Long: el desafío a Hitler

Lutz Long era considerado por el régimen nazi de Adolf Hitler como un elemento propagandístico para imponer la superioridad de la raza aria. El atleta, un deportista de resultados intachables a nivel internacional, era el favorito del Führer. Pero en plenos Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 optó por desafiarlo al ayudar a un rival afroamericano: Jesse Owens.

Owens venía de ganar el oro en los 100 metros lisos y competía también en salto de longitud. Hizo nulo en sus dos primeros intentos y Long le aconsejó retrasar unos centímetros su salto. Incluso colocó un pañuelo para guiarle. Este le hizo caso, se clasificó para la final y terminó ganando la medalla de oro con récord olímpico. El alemán se llevó la plaza.

Deportivamente, Long felicitó con entusiasmo a Owens y posaron juntos ante los fotógrafos. Una imagen de rebeldía, contraria a los valores que el régimen quería imponer sobre su deportista. Ambos atletas comenzaron una amistad y se comunicaron por correspondencia mientras el alemán estaba en vida. Falleció en 1943, en la Segunda Guerra Mundial.

Unos años después del fin del conflicto, Owens visitó a la familia de su compañero, tal y como este le había pedido por carta: "Ponte en contacto con mi hijo y háblale de mí. Qué tiempos eran cuando no estábamos separados por la guerra, cómo pueden ser las cosas entre los hombres de esta tierra". El medallista de oro cumplió su palabra y reflexionó: "Se podrán fundir todas las medallas y copas que gané y no valdrían nada al lado de la amistad de 24 quilates que hice con Long en aquel momento".

Los hermanos Brownlee: juntos al fin del mundo

En la Gran Final de las Series Mundiales de 2016, dos hermanos mostraron que la fraternidad está por encima de cualquier resultado deportivo. Era la última prueba del triatlón y Jonathan Brownlee lideraba rumbo a coronarse como campeón. Pero sufrió un fatídico golpe de calor a 300 metros del final, que le dejó fuera de combate. Por detrás suyo, llegaba su hermano Alistair, que no tenía más que esprintar para vencer en la prueba.

Cuando le alcanzó, decidió sacrificar su triunfo para ayudarlo. Jonathan, mareado, apenas se mantenía en pie. Se le veía desorientado, perdido, al borde del desmayo. Alistair le quitó de los brazos del miembro de la organización, puso su brazo sobre su hombro y fueron juntos hacia la meta. Jonathan continuaba al límite, tanto que su hermano le tuvo que empujar para que pudiera cruzar la línea final. Cayó abatido tras lograrlo. La victoria en la prueba fue para Schoeman y del campeonato para el español Mario Mola. Los Brownlee se llevaron una imagen icónica y un abrazo conmovedor.

Dara Torres y Alshammar: sacrificar una medalla por deportividad

Una imagen única en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Un deportista no puede competir con su indumentaria rota y mucho menos en natación. Cuando las semifinalistas de los 50 metros libres llegaron a la piscina, la sueca Therese Alshammar notó que su bañador no era apto para participar. Entonces, la estadounidense Dara Torres trató de ayudarla a arreglarlo. Al ver que no era posible, el sueño de esta se venía abajo.

Algo inadmisible para Dara Torres. La estadounidense tenía 41 años de edad, eran sus cuartos Juegos Olímpicos, estaba en las quinielas como una de las candidatas a medalla y afrontaba la cita como su último baile. Sin embargo, decidió arriesgarlo todo por su compañera. Comenzó a perder el tiempo de forma deliberada para que los jueces no dieran el pistoletazo de salida. Cuando se cansaron de su movimiento a lo largo del horizontal de las plataformas de salida, fueron a dar inicio a la prueba. Cabe resaltar que en unos Juegos, y más en pruebas como la natación, la puntualidad a nivel televisivo es sagrada.

Entonces, Dara Torres amenazó con no participar si no esperaban a Alshammar. Era un riesgo desmedido: recuerden, era favorita a medalla y afrontaba lo que seguramente eran sus últimos Juegos Olímpicos. Los jueces cedieron. La sueca quedó sexta en la semifinal y no se clasificó. La estadounidense lideró su serie y acabó llevándose la medalla de plata en la gran final, por una única centésima. A la vuelta a la piscina, se dieron un leve abrazo, porque tocaba competir. Un abrazo, sin duda, con muchísimo simbolismo: fue un gesto de deportividad para la historia.

Alcaraz y Ferrero: cuando entrenador y pupilo son mucho más que eso

Juan Carlos Ferrero es el entrenador de Carlos Alcaraz, actual número 1 del mundo. Bueno, entrenador y mucho más que eso. El extenista perdió a su padre a finales del pasado mes de marzo. Por ello, no pudo acompañar de inicio a su pupilo al Masters 1000 de Miami, que posteriormente sería su primer gran torneo como profesional.

Cuando el murciano alcanzó la final, 'Juanki' decidió plantarse por sorpresa en Estados Unidos para estar junto a él. El vídeo de su reencuentro corrió como la pólvora. Alcaraz no lo sabía. ¿Alguna vez les han dado una sorpresa y han perdido el control de la realidad? Ese sprint instintivo, indescriptible. Fue la reacción inmediata del nuevo campeón español. El domingo, ganó la final y de nuevo le venció el instinto. Salió raudo hacia su palco y se volvió a abrazar con sus seres queridos y Juan Carlos Ferrero.

Pau y Marc: del barrio al All Star

Dos niños de Sant Boi fueron titulares en el All Star del año 2015. Uno representaba al Este: Pau. El otro, a la Conferencia Oeste: Marc. Su apellido, no hace falta ni contarlo: Gasol. La imagen más icónica de aquella noche fue el salto inicial, en la que ambos hermanos pelearon por un balón con mucho más simbolismo que el intercambio de posesión entre ambos equipos. Tantas veces saltaron en el patio de sus calles, que hacerlo ante los ojos del mundo solo fue una vez más. Para ellos, porque la NBA no olvidará aquella noche en un templo como el Madison Square Garden.

El abrazo de la presentación, entre Pau y Marc. GETTY
El abrazo de la presentación, entre Pau y Marc. GETTY

Entonces, ¿dónde está el abrazo? Pues para Pau y para Marc no fue el salto el momento más especial. Fue el abrazo. O los tres abrazos: el que se dieron en la presentación, el de segundos antes del partido y el de después. "El abrazo de la presentación y el salto inicial han sido los los dos momentos más especiales del All Star Game. El salto es más simbólico, ha sido un orgullo y será con lo que se quede la gente. Pero el abrazo ha sido algo más emotivo, ha sido el momento en el que los dos hermanos hemos estado más cercanos, dentro de un partido y una tarde en la que todo ha sido precioso", reconocía Pau. Y sentenció su hermano pequeño: "Tanto el abrazo como el salto quedarán grabados en mi memoria durante toda mi vida". Y así son estas nueve historias, marcadas por un abrazo, que perdurarán por siempre. Todo éxito va de la mano del amor, de la amistad y del compañerismo. De hecho, a veces es más importante.