Diego Domínguez y las 9 centésimas eternas con las que estalló hasta Gasol: "Miraba a la pantalla y decía 'por favor, que pase algo'"
El canoísta logró con Joan Antoni Moreno en los Juegos de París una medalla que no se olvidará jamás en la delegación española.
La suya es una historia de película. Un revés deportivo en 2023 puso a Diego Domínguez (Madrid, 2003) y a Joan Antoni Moreno en el mismo barco en Mallorca a las órdenes del gurú de la canoa española: Kiko Martín. Nadie contaba que un año más tarde, un 8 de agosto de 2024, en la final olímpica de C2 500 m, la joven dupla tuviese con el corazón en un puño al presidente del COE, Alejandro Blanco, al federativo, Javier Hernanz, y al mismísimo Pau Gasol, todos en las gradas de París. Tras unos segundos eternos sin noticias de los resultados finales, las pantallas de la instalación dieron a Hungría tercera y a España cuarta. Entonces sucedió el milagro y España entera estalló de júbilo.
Final de C2 500 en los Juegos de París, Domínguez y Moreno llegan a meta... ¿Terceros? ¿Cuartos? Rebobina la cinta.
Entré en meta y no sé si era más por las ganas o porque realmente lo había visto (aunque difícil porque la distancia con los cuartos fue mínima, ridícula, 9 centésimas), tenía la sensación de que habíamos sido terceros. Y se lo dije a mi compañero: '¡medallistas olímpicos!'. Empezamos a celebrarlo y, de repente, en una pantalla que sólo veíamos los atletas salió primera China y segunda Italia, pero empezó a tardar en salir el tercer puesto. Y claro, mi compañero y yo estábamos 'España, por favor, que salga España, España, España, España...'. Y, de repente: 'pum, Hungría'. En ese momento fue la mayor desilusión que yo he sentido en mi vida. Un bajonazo, tanto para mí como para mi compi Joan. Yo sólo podía mirar la pantalla y decir: 'por favor, que pase algo. ¡Que salga España!'. Y efectivamente, de repente: ¡pam!, ¡salió tercera España! Ahí sí que fue una emoción máxima. Encima, nosotros nos dimos cuenta antes que toda la grada. Entonces, cuando nosotros celebramos (claro, esto me lo dice mi familia a posteriori), era como: '¡hostia, que están celebrando, que son terceros, que han debido de ver algo que nosotros no hemos visto!'. Y ellos se pusieron a celebrar también.
¡Cómo te cambia la vida menos de una décima de segundo!
Completamente. Quizá, si no hubieran caído esas 9 centésimas hacia mi lado, hoy no estaría aquí. Estaría con una decepción muy grande de los Juegos Olímpicos. No es algo realista, porque ser cuarto en unos Juegos es una barbaridad, un logro que muy poca gente es capaz de conseguir; pero, una vez estás dentro en ese ambiente, tú vas a por la medalla. Tú no vas a ser cuarto ni vas a por el diploma. Evidentemente, ha cambiado mucho porque los Juegos es la mayor competición a la que puedo aspirar y ser medallista olímpico es lo máximo a lo que puedo aspirar.
¿Qué recuerdas de aquel día?
Creo que es el día más feliz de mi vida. La verdad, lo recuerdo así, por todas las emociones que viví. Ese mismo día tuvimos la semifinal y la final, fueron momentos de estar súper concentrados en lo que estábamos haciendo. Es verdad que en los Juegos Olímpicos hay muchísima presión, muy mediáticos, pero nosotros teníamos que estar durante esas tres horas y media de proceso completamente centrados. Una vez que consigues la medalla, además con tanta incertidumbre, las emociones se multiplicaron por diez cuando en la pantalla finalmente salió que éramos terceros. Yo nunca he sentido algo así. Liamos una después de acabar la regata... que aquello se va a quedar conmigo para el resto de mi vida. Creo que es el día más feliz de mi vida por todo eso, porque toda mi gente pudo compartir y vivir conmigo mi sueño.
Pero si hace unos meses te dicen que eres cuarto en unos Juegos, ¿lo habrías firmado con sangre, no?
Con sangre y con los ojos cerrados. Porque al final el proceso de selectivos en España ha sido súper duro. Había otra embarcación [los sevillanos Pablo Martínez y Tano García] que fue la que consiguió la clasificación el año anterior, por ello contaban con un privilegio. Había que ganarles dos veces, una en España y otra en la primera Copa del mundo, que fue en Hungría. Y ganar a esa embarcación no era tarea sencilla. Venían de ser campeones del mundo en 2022 y terceros del mundo, con la clasificación para el país, en 2023. Entonces, soñar con los Juegos Olímpicos implicaba ganar a esa embarcación no una vez (que un un día malo de uno...), sino dos veces. Había que demostrar que eras mejor que ellos. Entonces, claro, si me lo dicen cuatro meses antes, la verdad es que habría firmado, sin duda.
Pero alguien me ha soplado que llevas meses diciendo que ibas a ser medallista olímpico. ¿Verdad o leyenda?
Es verdad, es verdad. De hecho, tengo una libreta en la que iba apuntando '28 días para el oro olímpico, 27 días para el oro Olímpico...' Y ahí iba anotando todas mis sensaciones y entrenamientos, de cara a quedarme yo esa libreta. Seguro que con 50 años me hace ilusión verla. Yo me caracterizo por ser una persona que sueña mucho. Creo que físicamente no soy mejor que nadie. Eso se puede ver, en la final olímpica todo el mundo tenía unos bíceps... ¡Y en España igual! Yo genéticamente, por más que entreno gimnasio como un animal, igual que todo el mundo, pues no me crecen los bíceps igual que al resto. Pero mentalmente sí que a lo mejor doy ese puntito extra de entrenar todos los días como si no hubiera otro día, de ser mi mejor versión a diario, de confiar en mí mucho. Quizá el decir que 'voy a conseguir una medalla olímpica' es demasiado grande para un chaval de 21 años, pero yo estaba seguro de que lo iba a hacer. Creo que por inocencia. Ahora, después de haber pasado los Juegos, me he dado cuenta de lo difícil que es. Sin duda la competición más dura a nivel mental. Esa inocencia, el no saber qué me iba a encontrar, me vino bien.
¿Cuál es ese secreto a nivel mental?
Esa confianza que te hace ser un poquito mejor en los momentos decisivos. En una final olímpica, todo el mundo está fuerte y preparado. Lo que decide quién es medalla, quién gana, quién no, es la seguridad en ti mismo ese día. Yo nunca he pensado tanto en una competición como en los Juegos. Nunca. Durante la prueba es verdad que nos encontramos olas que no esperábamos porque rebotaban allí y la pista estaba muy incómoda. Y en el 250, en el paso medio de la regata, íbamos fuera de posición. Nosotros somos un barco de ir delante e íbamos atrás. Y ahí te vienen todos los miedos. Pensé hasta en mi familia durante la regata, en la decepción que sería no coger una medalla. Son flashes que te vienen a la cabeza y doy gracias que en ese momento mi cabeza confió y dijo 'Diego, aparta esto, céntrate en llegar al último 150, en tu estrategia y en apretar como no has apretado en tu vida'. Eso son los Juegos olímpicos. Por eso vemos que un campeón del mundo que lleva todo el ciclo ganando llega a los Juegos y es octavo. Y nadie se lo explica. ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha hecho? Que cuando algo no va como te esperas, te vienen todos los miedos y toda esa presión a la cabeza.
¿En las semifinales salisteis a calcular una calle para la final?
Eso es. Creo que se vio que en las semifinales fuimos cuartos de cinco. Buscamos esa calle 1, pensando que iba a haber un poquito más de viento cruzado del que finalmente hubo. Incluso yo no sé si esa calle 1 nos llegó a perjudicar luego un poquito en la final por esas olas. Creo que la motora de la regata anterior dejó olas y así se ve en el vídeo. Hay olitas rebotando en la mitad de la prueba y eso te mata en medio de un 500. Pero bueno, al final tenemos la medalla en casa. En las semifinales, Joan iba controlando mucho la regata desde delante, yo sufría, porque vas muy tenso, pero él lo hizo perfecto y conseguimos la calle que buscábamos.
¿Cómo surge esa embarcación Domínguez - Moreno?
El barco se forja por una desilusión de los dos en 2023. Hicimos el selectivo absoluto, yo remaba con mi hermano Noel y Joan remaba con Adrián. Él fue tercero, yo fui cuarto: nos quedamos fuera de todo. En ese momento nos planteamos con nuestros entrenadores, Daniel Costa el mío y Kiko Martín el de Joan, el hecho de montarnos juntos para el selectivo sub 23, que daba plaza para el Campeonato del mundo sub 23. Lo hicimos, lo ganamos, fuimos al campeonato del mundo sub 23 y lo ganamos. Entonces, viendo que el barco iba muy bien, 'oye, ¿y si le damos continuidad a este barco hasta dónde podría llegar?' Y dijimos 'vale, pues la temporada de 2024 la vamos a echar toda juntos, yo me desplazo a Mallorca'.
¿Cómo te cambió la vida?
Un cambio súper grande porque yo en Mallorca no tenía nada. Dejaba atrás mi familia, amigos, mi universidad y me iba solo pensando en París. Pero decidí apostar. Si algún año había que apostar era ese. Gracias a Kiko que me abrió las puertas de allí y me dejó entrenar con él, el barco se fue formando poco a poco hasta que llegó el primer selectivo y la gente vio que era un barco competitivo. Al final, esa decisión viene un poco con mi carácter ese de soñar más que el resto. Me acuerdo de una conversación con uno de mis amigos, sentado en una cafetería en Pontevedra, y me decía 'tío, si el momento de soñar es ahora, así que sueña en grande; y si nos quedamos más cortos, pues nos hemos quedado, pero hay que soñar siempre en grande'.
¿Hubo momentos en los que quisiste tirar la toalla?
Hubo momentos difíciles, de decir 'es que no sé qué hago aquí'. Pero realmente ese sueño era mi vida. Cuando había dudas, sólo había que apoyarse en ese sueño. Era el objetivo, el sueño era casi más importante que tú. Esa autoexigencia que digo es real. Por ejemplo, yo cuando se acerca el periodo de competiciones voy a remar los domingos solo y la gente me dice 'pero tú estás loco, ¿qué haces remando el domingo solo, el día de descanso?'. Pero es tal la obsesión que tengo de ser el mejor que voy allí simplemente para el lunes no notarme tan mal. Toda mi vida basada en eso.
¿Nunca paras?
A ver, sí que es verdad que yo estudio, ahora empiezo cuarto de carrera, voy curso por año. Estudio Publicidad y Relaciones Públicas. Aparte tengo una empresa, una agencia de marketing para redes sociales. Evidentemente, creo que es una parte importante ocupar tu mente en otras cosas. Cuando tú solo vas a un tiro, como ese tiro no salga bien, la vida se cae. Esto no me va a dar de comer dentro de unos años. Es una triste realidad, pero es una realidad, que el piragüismo no da de comer a posteriori. Entonces yo sigo formándome, sigo con mi empresa que va súper bien, también gracias a mi socio que sabía que los Juegos implicarían una dedicación extra.
¿Tu madre desde el cielo te ha dado ese plus de fuerza?
Sin duda. Yo creo que a raíz de la muerte de mi madre, he visto las cosas en la vida un poquito distintas. Me ha servido de motivación. Evidentemente, ojalá mi madre estuviera viva y hubiera podido vivir todo esto, pero es verdad que muchas veces cuando falta motivación, la encuentro en poder señalar al cielo cuando subo a un podio. Ha sido parte de mi carácter. Esa desgracia que pasé me ha hecho ser mejor persona, analizar mucho mejor las situaciones y ver que los problemas no son tan problemas. Hay muchísimas cosas peores en la vida que que te salga mal un entrenamiento. Esa motivación está ahí: poder dedicarle todas las victorias posibles.
¿Ahora qué?
Ahora otro sueño. O sea, tengo 21 años, no me puedo permitir decir 'se acabó'. Y esa ambición que tengo me lleva a querer llegar a Milán, al Campeonato del Mundo en agosto de 2025, a ganar. Y ese es mi único objetivo ahora mismo. No quiero pensar tampoco en Los Ángeles. Mucha gente me pregunta y me dice si mi siguiente objetivo es el oro olímpico en Los Ángeles. Eso está lejos. Vamos a ponernos primero el objetivo de ganar este año, que ganar en España es un trabajo difícil y no es que ya por haber sido bronce olímpico en París tenga el camino de rosas hecho. Hay más de 10 personas deseando estar en tu puesto, así que toca trabajar durísimo, llegar al selectivo y volver a ganar.
Hiciste el saque de honor en el Bernabéu, ¿te llamó Florentino Pérez o cómo funciona eso?
Florentino no me llamó, pero me llamó Emilio Butragueño. El día de la rueda de prensa de la Casa de España durante los Juegos, se puso en contacto conmigo. Y nada, pues finalmente hice el saque de honor y disfruté de la experiencia. Soñaba con ese saque de honor porque Carlos Garrote (otro piragüista internacional) lo había hecho y yo siempre se lo decía: '¡buah, ese es mi sueño!'. Y él siempre me repetía lo mismo: 'Lucha por esa medalla olímpica y vas a tener el saque seguro'. Así que en el momento que tuve la medalla olímpica, pues lo primero que me vino a la cabeza fue, '¡un saque en el Bernabéu! Presentar la medalla a todo el estadio sería brutal'. Y lo hemos conseguido.