La generosidad de una pareja de hecho da un bronce a España: "Los dos tenían que ceder algo"
Joan Antoni Moreno y Diego Domínguez, dirigidos con maestría por Kiko Martín, debutan a lo grande en unos Juegos siendo dos piragüistas muy distintos.
El C2 es la suma de entrenamiento, acople al compañero y adaptación a unas circunstancias que cambian a la velocidad del viento. Parte de la afición se quedó estupefacta cuando en la calificación del C2 500 metros, la pareja española formada por Joan Antoni Moreno y Diego Domínguez logró la cuarta posición. "Van muy justos", decían los profanos. Pocos sabían que detrás de esa plaza (última que daba acceso a la final) se escondía una estrategia: buscar la calle uno por el viento.
El entrenador Kiko Martín tenía clara la consigna para sus discípulos en aquella coyuntura. "Mira por dónde entra el viento, hay que buscar la calle uno", comentaba a Relevo el laureado preparador balear tras el debut en los Juegos de su paisano de Pollensa Joan Antoni Moreno y del madrileño Diego Domínguez. En la final, en un deporte en el que todo es cuestión de detalles y los cambios de entorno se suceden, las condiciones mutaron cinco minutos antes de salir y el viento les "perjudicó un poquito", reconoce el técnico. "Al final, beneficiaba a las calles cuatro, cinco y seis, que iban con viento a favor, y la calle uno estaba más resguardada". No pasaba nada. Estaban preparados para cualquier escenario sabedores de que unas milésimas separan, en piragüismo, el cielo de la tierra.
En la final, dos horas después de la calificación, "fueron de menos a más", según su preparador, hasta acabar con un despliegue físico sobrehumano. Iban cuartos en los primeros metros y también en el ecuador de la prueba, en una cita dominada por la pareja china Liu y Ji (1:39.48). Pero nada estaba dicho aún. En una remontada portentosa, la dupla española logró adelantar a los rusos y, tras 30 segundos de tensión en la photo finish, se confirmó su bronce olímpico tras los italianos Casadei y Tacchini (1:41.08). La marca de 1:41.18 de Moreno y Domínguez sacaba del podio a los magiares por 9 centésimas. La diferencia explica la obsesión por cada detalle.
En ese momento se desató la locura en el barco español y en las gradas. El presidente de la Federación Española de Piragüismo, Javier Hernanz, y el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, se fundían en un abrazo eterno. La leyenda Pau Gasol, omnipresente en estos Juegos en sus labores con el Comité Olímpico Internacional, se levantaba exultante.
Para todos era una sorpresa monumental ese podio de los españoles, excepto para su técnico Kiko Martín, que ya comentaba en Relevo en la previa que "iban a ser serios candidatos a medalla, pero que era una cuestión de milésimas". Así, el hombre que llevó a Sete Benavides al podio olímpico en Londres, logra su segunda gran medalla en los Juegos con una pareja novata, pero que compiten como veteranos. El propio Benavides, entrenador ayudante de los chicos, fue el primero en llamar a su mentor desde Mallorca para felicitarle.
🛶Piragüismo l #JuegosOlímpicos
— DEPORTE OLÍMPICO (@depominoritario) August 8, 2024
Joan Antoni Moreno y Diego Domínguez🇪🇸 🥉MEDALLA DE BRONCCEEEEEE EN C2-500🥉
🔸Que buena carrera de los españoles, debutantes en unos JJOO, la primera del piragüismo en París ¡VAMOS! #París2024 pic.twitter.com/Ev7Id14hds
Kiko Martín ha logrado conjugar a una dupla de características muy diferentes. "Joan Antoni es un chico muy potente, a día de hoy es el canoísta más rápido del mundo, y Diego viene del 1.000, viene de la resistencia", explica. "Ahí hemos tenido que aunar a los dos y cada uno ha tenido que aportar algo de su características, pero también ceder algo. Joan Antoni ha tenido que ceder un poquito de la potencia para trabajar un pelín más la resistencia. Al contrario que Diego, que ha tenido que aportar su resistencia, pero a la vez cederla un poco y así ganar un poquito más de potencia".
Poco a poco, se acopló una pareja con la que pocos contaban para la gran cita olímpica y para la que sus compañeros Pablo Martínez y Cayetano García, dupla de sobradas garantías, también estaban preparados. Así son los trials de España en piragüismo, un país con un nivel desorbitado, que ya suma más medallas olímpicas que ningún otro deporte, tras el sorpasso a la vela, una disciplina que ha alimentado durante muchos ciclos las vitrinas nacionales.
La pareja de hecho Domínguez-García, formada hace tan sólo 10 meses, con el ciclo olímpico ya en su recta final, ha derivado en una medalla para España. Diego, que tras Madrid y Galicia, aterrizó en Mallorca y Joan Antoni, el pollensín que lleva la canoa en la sangre, decidieron dejar los egos a un lado para armar un barco de gloria. Es la continuación de una cantera española cuyos herederos se suceden como en las monarquías.
No en vano, Joan Antoni sigue los pasos de Sete Benavides, el gran ídolo al que conoce desde niño. A ese lugar mágico del Lago Esperanza se ha adaptado Diego Domínguez en tiempo récord. El madrileño le prometió a su madre, fallecida hace cuatro años, que este momento llegaría y le dedicaría la medalla. Un detalle lleno de emotividad en una pareja deportiva que promete años de éxitos para España. Lo que Kiko Martín ha unido, no lo separe el hombre.