El vacío de quedarte sin Juegos por 57 centésimas siendo campeón mundial: "Se te cae todo"
El piragüista español Pablo Martínez expresa en Relevo la rabia que siente tras perder la plaza para París 2024 en el C2-500.

Pablo Martínez y Tano García fueron campeones del mundo en 2022 y al año siguiente volvieron a subir al podio mundial con un bronce. Llevan tres años en los que su peor resultado en citas internacionales ha sido el cuarto puesto. Pero el deporte a veces es tan cruel, que los piragüistas sevillanos no estarán en los Juegos Olímpicos de París 2024.
El resumen corto es que la culpa la tienen 57 centésimas. El resumen largo es que un ciclo olímpico es agotador mentalmente, que el nivel del piragüismo español es descomunal, que un virus te puede echar al traste tres años de trabajo y que estar tranquilo y con la cabeza despejada hace que la piragua vaya más rápido. Quizás 57 centésimas.
"Yo me notaba que no estaba siendo feliz. Cada día luchaba, por suerte con Antía (Jácome, su pareja) también al lado, con llamadas con la familia, con amigos que tuviera por allí", dice Pablo Martínez en una entrevista en el plató de Relevo, al que llega triste pero con una sonrisa de alivio. Han sido años muy duros.
El sevillano de 26 años y su compañero Tano García perdieron la plaza hace dos semanas en la Copa del Mundo disputada en Hungría, donde fueron superados por 57 centésimas en la final del C2-500 por el otro barco español tripulado por Joan Antoni Moreno y Diego Domínguez. Las reglas son claras: sólo puede haber un barco por país y prueba en los Juegos. Por mucho que tú seas el cuarto más rápido del planeta.
Lo primero de todo, ¿cómo estás?
Estamos fastidiados, ha sido un golpe duro, diría que el más duro de nuestra carrera deportiva. Ya ha pasado el tiempo y ya hemos aceptado la situación. Al final no queda otra. Y también por una parte contento y feliz de saber que lo que estaba en nuestra mano lo hemos hecho, aunque sabemos que ha sido un año complicado. Y después, tras el resultado, el cariño recibido también hace que veamos la realidad de la situación, pese a que no ir los juegos es un golpe duro. Es lo único que realmente queríamos.
¿Qué ha sido lo más duro de este proceso de aceptación?
Darte cuenta que ha terminado lo que era el objetivo o todo el trabajo que estaba desde hace tres años, desde 2021, desde que terminamos la final de Tokio. Lo primero que hicimos después de la final de Tokio fue darnos un abrazo y decir 'Ahora lo que nos queda son tres años para París'. Entonces, cuando termina esa regata, evidentemente se te cae todo. Todo esto ha terminado. Eso sí que es complicado, darte cuenta de que ya no hay nada más adelante que se pueda hacer para pelear por lo que realmente querías.
¿Qué os dijistéis cuando acabó todo?
Nosotros queríamos ser capaces de superar la situación de tensión, de sacar nuestro trabajo cada día y en esa regata era lo mismo. Queríamos llegar a la meta y estar satisfechos: mirar para el lado una vez cruzada la meta y que sea lo que tenga que ser. Lo que nos salía a los dos fue eso. Lo hemos intentado, volvemos a ser cuartos del mundo... No nos hemos bajado de ahí en una competición internacional. Nos dimos las gracias el uno al otro por todo el esfuerzo dedicado. Palabras pocas, porque realmente no nos salían muchas palabras.
¿Ese dolor es más rabia o frustración?
No diría que frustración, más hacia la rabia o el dolor de decir que todo el trabajo hecho durante tres años nos ha llevado a nunca ser peores que cuarto del mundo. En cualquier deporte ser cuarto del mundo durante tres años y en un año preolímpico te da para estar en los Juegos Olímpicos peleando por una medalla. A nosotros no. Eso al final es dolor, es pena. Yo estoy en posición de pelear una medalla. ¿Qué pasa? Que este año ha habido un barco de español que ha sido mejor y eso ya me deja fuera.
"A lo mejor hubiera sido hasta más negativo haber llegado a París por la situación mental y de estrés en la que estábamos metidos"
Tú eres una persona bastante positiva, ¿no te cuesta levantarte de los golpes?
Es verdad que me considero una persona positiva y levantarme rápido y aceptar la situación no me suele costar. Una vez más lo siento un poco así. O sea, que no es que yo me vea apenado o que sienta que lo que he hecho no ha merecido la pena o que diga 'A mí se me ha caído el mundo y no veo ninguna situación en la que yo ahora pueda ser feliz'. Al revés, considero que hay cosas positivas dentro de esto, pero sí que probablemente será la situación más dura o más desagradable que he vivido. Ya nos pasó en el selectivo nacional un poco también. Esos tres o cuatro primeros días después de esa regata, cada momento que estás solo o conduciendo en el coche, el cerebro a veces se va a pensar y cuesta ver un poco de luz o ver esa positividad. Hemos aprendido también mucho de toda esta situación. Ese positivismo que mencionaba es pensar que seguro que algo vendrá adelante mejor. Por lo menos vamos a luchar por ello.
¿En qué momento veis que peligra la clasificación?
Yo lo he sentido durante casi toda la temporada, pero no tanto por la situación en sí del potencial del otro barco, porque ya lo sabíamos. Nosotros al final hemos ido ganando en España todos los años, pero hemos ganado por una décima, hemos ganado por medio segundo. El nivel en España de dos, tres, cuatro barcos es muy alto. Es evidente: incluso compañeros de otros países nos lo dicen. El tercer barco de España puede estar igualmente clasificado dentro de una final de un campeonato del mundo. Realmente yo lo que he percibido era la situación de incomodidad en la que yo me encontraba.
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Ha sido un año muy duro personalmente porque no encontraba la capacidad que yo había tenido todos los años de disfrutar de lo que estaba haciendo. De simplemente centrarme en ser mejor, de centrarme en ayudar a Tano para que él fuera mejor, en que Tano me ayudara para ser mejor. Yo me notaba que no estaba siendo feliz y a lo mejor no era lo suficiente como para desarrollar el potencial necesario. La diferencia que yo he notado este año ha sido en mí mismo, la situación no me estaba siendo agradable. Cada día luchaba, por suerte con Antía también al lado, con llamadas con la familia, con amigos que tuviera por allí. Luchaba con decir 'Quiero de verdad hacer lo que estoy haciendo y pasar por lo que estoy pasando porque quiero este objetivo y porque me gusta lo que hago'. Sobre todo esto último.
¿A qué achacas todo eso?
Yo creo que a esa tensión pura. Realmente nuestra carrera deportiva juntos, la de Tano y mía, ha sido muy precoz y hemos estado siempre arriba. Hace cuatro o cinco años, cuando nos clasificamos a Tokio, yo estaba en la Universidad y entrenando en casa, tranquilamente, sin ningún tipo de objetivo ni de Tokio, ni de París, ni de Los Ángeles, ni de nada. O sea, de ir a ver al Betis y después volver a remar. Entonces, este año he tenido por primera vez la sensación de que tenía la posibilidad de perder algo. El resto de barcos de España van con ansia de superarnos y quitarnos lo nuestro. Y yo tengo la sensación de mantener lo que es mío. Y eso a mí no me ha sido cómodo de llevar.
¿Quedar fuera de París ha sido de algún modo una descarga?
Yo veía toda esta situación como que incluso un buen resultado en París pudiera ser un punto casi final, de decir 'Hasta aquí: han sido cuatro años muy bonitos, pero esto no es lo que a mí me encanta'. A lo mejor el deporte de alto nivel no era lo mío, por esa tensión. Que haya pasado ya ha sido un punto de relajación enorme. En negativo, entre comillas, porque al final es quedar fuera de nuestro objetivo. Pero me ha hecho ver que esto lo puedo yo vivir de otra forma, me va a hacer aprender a seguir disfrutando de esto. La tensión que llevamos estos 8 o 9 meses continuos... cuando todo acaba el cuerpo se va abajo. ¿Qué pasa? Que evidentemente no queríamos esta relajación. Quería seguir con esa tensión si hubiera hecho falta, pero sí que en ese sentido podría tener incluso una parte positiva. A lo mejor hubiera sido hasta más negativo haber llegado a París por la situación mental y de estrés en la que estábamos metidos.
¿Es cierto que Tano estaba enfermo en el selectivo?
Tal y como se nos han ido dando las circunstancias en este ciclo nos han dado a pensar que a lo mejor que no era lo nuestro. Tano tuvo un virus estomacal, con gastroenteritis, que luego cogimos todos: nuestros rivales, Antía, yo... Pasó por todos con la mala suerte de que a nosotros nos coincidió en la propia competición. Es verdad que él lo llevó muy, muy bien. Yo lo veía malísimo, que no comía, que no cenaba, pero iba a entrenar y salimos a la competición convencidos y tal. Pero la realidad es que en un nivel tan tan parejo estar enfermo te deja fuera de juego.
Fuera de los Juegos por 57 centésimas, suena duro.
Es que nuestro deporte es así. Realmente, nosotros hablamos hasta que 57 centésimas es mucha diferencia. Pero es muy poco. Medio segundo yo muchas veces pienso que no es ni siquiera capacidad física de que tú entrenes más y estés mejor, sino pequeños detalles mentales, pequeños detalles de tranquilidad que te hacen que ese día, esa hora, en ese momento, esto (chasquea los dedos), que serán 57 centésimas, estén de tu lado o estén del otro. Nos movemos en eso, en menos de un segundo todos los barcos de toda la final internacional. Son diferencias tan pequeñas, que a lo mejor se trata más de ser capaz de estar tranquilo para que esto (chasquea) caiga de tu lado, que el hecho de que algo no estés haciendo bien.
"Si hace cinco años tú me dices 'Tienes la oportunidad de ir a los Juegos Olímpicos de aficionado', yo te digo '¿Dónde tengo que firmarlo?' Quiero ir a vivir eso"
¿Pensáis ya en Los Angeles?
Es lo que más nos dice todo el mundo, pero nosotros la verdad que no, ahora mismo no podemos pensar en eso, porque es verdad que este ciclo y este año han sido muy duros. Nosotros empezamos un ciclo olímpico después de Tokio con un entrenador que a mitad del primer año dimite y se van a China... Ganamos el campeonato del mundo, nos vamos fuera de Sevilla, nos vamos a Mallorca, conseguimos el bronce en el Campeonato del Mundo y ahora el nuevo cambio de esta nueva temporada. Cada año ha ido siendo una circunstancia nueva con un bache nuevo. Los hemos ido superando, yo creo que de manera notable, pero es verdad que el desgaste psicológico es grande. Entonces, después de este resultado hemos llegado un poco a la conclusión de que necesitamos recuperar, parar, coger aire, recuperar la ilusión y entrenar. Evidentemente eso sí que sigue en nosotros, somos cuarto del mundo, Los Ángeles es perfectamente un objetivo alcanzable, pero está lejos, ahora no podemos pensar en cuatro años cuando lo que tenemos es un batacazo mental. Vamos a disfrutar de la familia, vamos a disfrutar del piragüismo, que al final es lo que siempre hemos hecho y vamos a encontrar la forma en la que esas ganas vuelvan a estar para que lo que tenemos dentro, que es una gran capacidad, vuelva a salir a la luz. No pensamos que se haya ido.
¿Cómo va a ser vivir los Juegos desde dentro sin competir?
Dentro de todo, a mí hay una parte de París que no se me ha ido. Se me ha ido la experiencia de vivirla como deportista, pero yo tengo la suerte de tener al lado una máquina que no falla y que va a estar allí peleando, ojalá por dos medallas. Yo quiero estar viviendo eso. Voy a vivir lo que está viviendo mi pareja y la voy a apoyar al máximo para que consiga sus objetivos. Es algo que a mí me motiva también mucho. Aparte de que yo siempre he sido un gran aficionado al deporte. Yo veía los Juegos Olímpicos, veía campeonatos de todo... Si hace cinco años tú me dices 'Tienes la oportunidad de ir a los Juegos Olímpicos de aficionado', yo te digo '¿Dónde tengo que firmarlo?' Quiero ir a vivir eso. Pero si hace dos semanas me dices que tengo que ir como aficionado, te digo 'No, no, no, no, yo quiero estar remando la final olímpica'. Pero a día de hoy es la opción que me queda. Vivimos Tokio en COVID y pensábamos la pasada que tenía que ser eso con público. Entonces, formar parte de ese público, pues como que me consuela un poco. Creo que también podré disfrutarla bastante. Y si puede ser encima con los éxitos de Antía, eso sí que lo firmo yo ahora donde haga falta.