BÉISBOL

Ty Cobb, el bateador inigualable que solo sabía meterse en problemas

El jugador, una de las grandes estrellas de la historia del béisbol, aún mantiene el promedio de bateo más alto de las Grandes Ligas casi un siglo después.

Ty Cobb. /GETTY
Ty Cobb. GETTY
Óscar Méndez

Óscar Méndez

Los Houston Astros se se acaban de proclamar campeones de las Series Mundiales de béisbol por segunda vez en su historia tras el título conseguido en 2017. La temporada consagró entre otros a Jeff McNeil. El jugador de los Mets de Nueva York obtuvo el promedio más alto de bateo esta campaña con .326, la cifra más baja desde 2015. En este apartado, el estadounidense se quedó lejos de lo conseguido por Ty Cubb, considerado como uno de los mejores bateadores de la historia y que todavía mantiene vigentes registros de hace casi un siglo.

Cobb, natural de Georgia, disputó buena parte de su carrera en los Detroit Tigers, donde incluso compaginó la función de jugador con la de entrenador durante seis campañas. Bateador excepcional, se retiró con un promedio de bateo de .366, marca que no ha podido ser igualada por ningún otro jugador en la historia de las Grandes Ligas. El melocotón de Georgia, como le apodaban, obtuvo más votos que nadie en la votación inicial del Salón de la Fama. Deportivamente es una leyenda, pero su carrera también estuvo marcada por su carácter.

Solitario y malencarado, la vida de Cobb cambió cuando apenas era un niño. Su padre desconfiaba de que su mujer le engañaba, intentó colarse en la casa familiar para pillarla 'in fraganti' y ella, presa del miedo, le disparó. El progenitor de Cobb murió y el joven jugador quedó marcado para siempre, aunque nunca lo reconoció.

Una de sus muchas polémicas estuvo marcada por su récord de bateo de 1910. Aquel año, el jugador de los Tigers mantenía una dura pelea con Nap Lajoie por adjudicarse el Premio Chalmers al jugador con mejor promedio de bateo durante ese año. El botín era suculento: el mejor de todos se llevaría un coche a casa. Cobb, con ligera ventaja sobre su rival antes del último encuentro, optó por no disputarlo y asegurarse así que su garaje tendría un nuevo inquilino, lo que despertó las críticas de la opinión pública estadounidense. No le importó.

Ty Cobb, en un partido con los Tigers.  GETTY
Ty Cobb, en un partido con los Tigers. GETTY

Su capítulo más negro llegó en mayo de 1912. En aquella ocasión, los Tigers jugaban contra los Highlanders en Nueva York y allí se encontraba Claude Lucker, un aficionado que siempre increpaba a Cobb cuando jugaba en suelo neoyorkino. Fue una tarde tensa entre ambos, que se intercambiaron insultos e improperios de todo tipo. El bateador llegó incluso a pedir la presencia de la Policía para que expulsasen del estadio al hincha, pero no le hicieron caso. Y todo estalló cuando Lucker le llamó "medio negro".

Cobb era racista y aquello le hirvió la sangre. Sin pensárselo dos veces, el jugador de los Tigers subió a la grada y comenzó a golpear al aficionado, desatando toda la ira acumulada sobre él pese a que Lucker era discapacitado (había perdido toda una mano y tres dedos de la otra mano en un accidente industrial). No le importó y a aquellos que le advertían de la situación les contestaba "como si no tiene pies". Aquello desencadenó en una suspensión por parte de la liga y en una huelga de sus compañeros de equipo en señal de protesta. Los Tigers llegaron a jugar con universitarios y acumularon alguna derrota bochornosa, pero hasta que la liga levantó la sanción y permitió a Cobb volver a competir previo pago de una multa, sus compañeros siguieron en huelga.

Aquel incidente no fue el único en la carrera del excepcional bateador. Tanto dentro como fuera del campo, Cobb era un habitual de las trifulcas. En una ocasión llegó a solucionar sus discrepancias con el árbitro Billy Evans a puñetazos en los bajos de una de las gradas del campo. Su vida fue de película, tanto que en 1994 Tommy Lee Jones recreó su carrera en la cinta de Ron Shelton, Cobb.