Alberto Ginés: "He tenido que ser campeón olímpico para vivir de la escalada"
El cacereño atiende a Relevo como una de las grandes figuras mundiales de la escalada, un deporte que despertó en España con su medalla en los Juegos.
El primer oro olímpico de la historia de la escalada llegó por sorpresa. Nadie creía lo que estaba viendo. El 5 de agosto de 2021, en Tokio, todavía con mascarillas obligatorias, Alberto Ginés rompió los moldes de la lógica para superar a todos sus rivales, más experimentados, y hacer historia. "No me lo esperaba ni de coña", dijo al descender de la pared, todavía con las manos empolvadas de magnesio y el oro asegurado. Ahora, con más reconocimiento mediático y una ristra de patrocinadores, el cacereño, traje negro impoluto y uñas a juego, atiende a Relevo en Madrid para despejar dudas sobre su logro: "Era inesperado, sí, pero no fue suerte. Entrenamos mucho para conseguirlo".
En la final olímpica, bajo unos focos inusuales, Ginés fue el más rápido en velocidad, cuarto en la prueba de dificultad y séptimo en bloques. Con 18 años. "Me tomé la final como un día más", reconoce. Y añade: "Es especial, porque te estás jugando mucho, pero no tenía que hacer otra cosa más que lo que he estado haciendo toda mi vida, que es subir una pared".
El temple, aunque le cueste reconocerlo, también se entrena. "Ese día llegué a calentar muy rayado. Tenía muchas agujetas acumuladas del clasificatorio y no me salía un intento bueno, me caía todo el rato". Fue ahí cuando David Maciá, su entrenador desde los 12 años, le plantó los pies en el suelo de sopetón: "Me dijo: 'Mira, tío, si una final olímpica te puede y no aguantas la presión, pues ya está, ¡que le den! ¿Que quedas séptimo y debido a que el octavo está lesionado? ¡Pues ya está! Nos hemos metido en una final, que era lo que buscábamos. Desde aquí, todos los puestos que consigas son un regalo".
Y funcionó. "Mi mente hizo clic", cuenta el escalador, dejando la sonrisa momentáneamente a un lado. "Me cambió el chip y de repente salí a competir fresco, como si llevara descansando un año entero".
No obstante, el cacereño, transparente como pocos, no se quiere anclar al pasado. Quiere revalidar el oro, sí, pero sabe que el camino será larguísimo. "Todavía me tengo que clasificar para París. Luego, si me clasifico, tendría que meterme en la final y después intentar conseguir la medalla. Tampoco quiero adelantar acontecimientos. Voy paso a paso", declara.
Por el camino, al menos, las condiciones han mejorado. "Ahora la cosa está bastante mejor que en Tokio... ¡Estamos bien y todo!", admite entre risas. "En el C.A.R. [Centro de Alto Rendimiento] de Sant Cugat ya tenemos rocódromo. Falta terminarlo y mejorarlo, porque está en la primera fase, pero ya es un gran paso".
Eso sí, nada ha sido gratis. "Hemos tenido que llorar mucho y nos ha costado lo suyo conseguir unas instalaciones así", explica el joven escalador, que estuvo a punto de mudarse a Austria para entrenar en las condiciones idóneas, como la mayoría de sus rivales.
"Al final, la realidad es que he tenido que ser campeón olímpico para poder vivir de esto", señala. Sin las instalaciones, claro, era una utopía repetir la hazaña de Tokio. Bien lo sabe Ginés, al igual que el resto de competidores; el oro fue una bonita excepción, pero en ningún caso la norma.
Con todo, el cacereño, doble medalla de bronce en los Europeos de Múnich de 2022 —en las prueba combinada y en la de dificultad—, piensa ya en los Juegos de París, donde tendrá todas las miradas sobre sus hombros: "Es una mochililla extra, sí, pero imagino que es lo normal".
Para llegar a la cita olímpica en plena forma, Ginés se entrena con tenacidad cada semana, como muestra en las redes sociales, uno de sus pasatiempos favoritos. "A entrenar en el gimnasio, escalar y prepararme físicamente, dedicamos unas seis o siete horas al día. El resto, casi todo a videojuegos, redes y streams", responde entre carcajadas. "Me encanta jugar a la Play, aunque también le doy bastante al L.o.L. [League of Legends; solo disponible en ordenadores]. De hecho, hace poco estuve malo, casi una semana sin salir de la habitación, y no sé cuántas horas seguidas jugué... ¡Encima salió el W.o.W. [World of Warcraft] nuevo! Fue un vicio absoluto".
En Instagram, por ejemplo, cuenta con más de 200.000 seguidores. En Twitter, donde escribe toda clase de ocurrencias, casi a modo de diario, suma más de 180.000 fieles. "Nunca me ha gustado el perfil serio del deportista. A mí me gusta llevar mis cuentas. No me cuesta nada y lo disfruto", reconoce.
Es una de las ventajas de una generación sin complejos. "A veces, por tener menos experiencia o menos años, te tratan de tonto, sobre todo la gente mayor. Pero supongo que le habrá pasado a todo el mundo", explica. Y sentencia, sin perder la sonrisa que le caracteriza: "Al final, lo que quiero y lo que busco es hacer cosas de chaval normal, que es lo que soy".