Dani Molina traslada su dominio mundial a los Juegos con un oro con cuentas pendientes: "Sabía que cuando me dejaran sería campeón"

París.- 20 grados en la capital francesa, una temperatura perfecta para disfrutar del triatlón. Una prueba que finalmente pudo celebrarse, a pesar de la continua polémica con la calidad del agua. Los parisinos salieron a bordear el Sena para disfrutar de la prueba.

Algunos se situaron en el puente de los Inválidos, que se sitúa frente al Puente de Alejandro III, inicio y final del triatlón. Y ahí vieron brillar a Dani Molina, el pentacampeón mundial al que se le había negado participar en unos Juegos en triatlón hasta hoy.

Y vaya si se desquitó. Su supremacía fue tal (1:08:05, casi 40 segundos por delante del segundo) que le dio tiempo a pararse a coger una bandera española a unos metros de la meta con la que ha soñado durante tanto tiempo y cruzarla caminando el primero: suyo es el oro paralímpico en la categoría PTS3 de discapacitados físicos.

"Han sido 20 años por un desierto muy duro en el que hemos sufrido muchísimo, veíamos cómo otros deportistas llegaban a los Juegos y nosotros nos quedábamos en casa, pero yo sabía que cuando me dejaran competir, sería campeón paralímpico", dijo poco después de su triunfo a los periodistas españoles.

No dejó opciones a que nadie le arrebatara el título, una vez superó el segmento de bicicleta, en el que menos sobresale de los tres, a 51 segundos del primero, sabía que lo tenía hecho:

"Soy el que mejor corre en toda la categoría y saben que tienen que meterme en la bici todo lo que puedan y claro, eso conlleva que te desgastas mucho más. Mi entrenador me ha ido contando los tiempos, 15, 20, 35, 40 segundos y él me decía tranquilo, está hecho. No confío en nadie más que mi entrenador porque me conoce muy bien", explicó.

Molina salió primero del agua del Sena con un tiempo de 11'22". En el tramo ciclista bajó hasta la tercera posición (34"51"). Sin embargo, la carrera a pie comenzó a recortar distancias y pronto recuperó la primera plaza hasta disfrutar de los últimos metros de carrera con la afición.

Molina, al que amputaron la pierna derecha después de que un coche se saltara un ceda el paso y le atropellara, dejó de competir tras debutar en los Juegos de Atenas 2004, aunque en esa ocasión lo hizo en natación. Se centró en la arquitectura, y 10 años después se enamoró del triatlón, y el triatlón de él: no baja del podio desde 2017 y de las últimas 35 competiciones ha logrado el oro en 35, el último, en París 2024.

"Nadie sabe cómo es lo que he trabajado, lo que he llorado y bueno, merece la pena. Hoy es el día más feliz de mi vida, deportivamente hablando, creo que es algo único, ser campeón paralímpico es algo muy diferente a ser campeón del mundo, ser campeón de Europa... y lo voy a celebrar como se merece".

El último mes, el madrileño vivió con inquietud las informaciones sobre la calidad del agua del Sena, tal y como contó a Relevo. y ha repetido tras su victoria.

"Creo que a todos los deportistas no nos ha gustado meternos en la cama sin saber si íbamos a correr. O sea, meterte en la cama a las nueve de la noche para levantarte. No duermes. La organización debería mirar más por los deportistas porque al final el descanso es fundamental", reclamó.

Además, tampoco le gustó que se planteara un duatlón en el caso de que estuviera contaminada o que las corrientes las hicieran impracticables, podía perjudicar a un triatleta que destaca en ese segmento, pero el domingo a la noche World Triathlon informó de que se competiría tal y como se había planificado.

"No tengo un gran recuerdo de París", comentaba a este medio hace unas semanas recordando el Test Event en el que participó hace un año. Este lunes ha sobreescrito aquellos recuerdos. La Torre Eiffel siempre será testigo de su victoria más importante.