Sergio Ibáñez, unas lentes naranjas y el polémico oro de Tokio: "Tengo ganas de revancha"
El alagonero, subcampeón paralímpico en judo tras una decisión arbitral que le perjudicó, ha tenido que cambiar de categoría de cara a los Juegos Paralímpicos de París.
Las gafas de Sergio Ibáñez son un símbolo de identidad involuntario… tan involuntario como el hecho de nacer con distrofia de conos. La ausencia de estos le provoca fotosensibilidad y una discapacidad visual del 79%. El tinte naranja de sus lentes sirve de filtro para que vea mejor en su día a día.
En competición, cambia las gafas por unas lentillas teñidas del mismo color, le costó "sangre y horror" conseguir fabricarlas, cuenta a Relevo.
Ibáñez (Alagón, Zaragoza, 1999), llega a los Juegos de París como vigente subcampeón paralímpico, pero con el firme propósito de subir un escalón más en el podio. También busca vendetta, pues lo que parecía un oro terminó siendo una plata tras una decisión arbitral en el punto de oro que no estuvo exenta de polémica: el juez dio punto para el español, pero la mesa al uzbeko Uchkun Kuranbaev. Finalmente, la victoria fue para su rival.
"La verdad es que en el momento no supe disfrutar la plata. Más tarde, como me dijo mi entrenador, lo disfruté. Ahora tengo ganas de revancha, porque sé que mi oponente uzbeko también va a los Juegos. Ojalá nos crucemos y pueda tomarme mi revancha", confiesa a Relevo con una sonrisa.
No será fácil. Para culminar la venganza ha tenido que engordar, porque su categoría anterior, la de +66 ya no está en el programa de los Juegos Paralímpicos. Ahora competirá en +73 y no es la primera vez que esto le ocurre. Él empezó en +60 y para Tokio tuvo que engordar al que considera su "peso perfecto". Ahora, ha implementado cambios nutricionales y de suplementación, además de un entrenamiento específico de hipertrofia para ganar esos kilos."Siempre ha sido mejor engordar que adelgazar… pero está siendo difícil, pensaba que era más fácil", se ríe.
En su nueva categoría es difícil saber quién se colgará una medalla, hay mucho nivel y gran rivalidad. "Todos somos opción de medalla", afirma. Aun así, no se amilana y nos revela sus expectativas: "Yo espero ganar, yo trabajo para ganar, no para otra posición".
Ibáñez ha sido también subcampeón del mundo y de Europa del judo paralímpico. Sin embargo, su talento trasciende el deporte con discapacidad. Desde pequeño entrenó con judocas sin discapacidad y eso se ha traducido en la consecución de varios campeonatos de España absolutos y Copas de España.
"Yo empecé de pequeño en la ONCE; pero me pasaron a un club con personas sin ningún tipo de discapacidad, y empecé a competir. Ya de mayor fue cuando me introduje en el deporte adaptado. Así que para mí lo habitual ha sido la inclusión, que decimos a día de hoy", explica.
Obviamente, hay desventajas a la hora de competir contra personas que ven perfectamente. "El mayor hándicap es el agarre, que en mi caso es diferente porque veo distinto. También está el problema de que los pabellones por lo general son muy luminosos, tienen muchas pantallas, distracciones, y es difícil competir así, hay que hacer un trabajo para solventar eso".
Pese a los buenos resultados en España, no sueña con los Juegos Olímpicos. "Estaría guapísimo, pero hay que ser objetivos, hay gente en mi peso que es mucho mejor que yo".
El aragonés asegura que no tiene más referentes que su familia, "ellos me enseñan, me han apoyado, son ejemplo de lucha y sacrificio". Fuera del tatami, su vida también es deporte. Ha estudiado el grado medio de Actividades Sociodeportivas y ahora estudia INEF. No lo puede evitar: "Yo me levanto y me acuesto pensando en el deporte. Ya no solo para mejorar mi rendimiento, es lo que he estudiado y voy a seguir estudiando, no sé qué haré en el futuro, pero estará ligado al deporte seguro".
Entre risas lo reconoce, es un 'friki del deporte', y nada mejor para alguien tan aficionado como él que unos Juegos Paralímpicos, sus segundos. Pero en París las tornas cambian: él, el chico de las lentes naranjas, será protagonista.