Novak Djokovic se desprende del único saco de piedras que le quedaba... con Carlos Alcaraz en el horizonte
El ganador de 24 grandes estuvo especialmente nervioso en semifinales sabedor de los disgustos que tuvo que afrontar en el pasado.
PARÍS - Novak Djokovic, el jugador más condecorado de todos los tiempos jugará con 37 años en una instancia que no conoce. La final olímpica de este domingo espera por él. Carlos Alcaraz, el favorito, espera por él. La historia le hace un nuevo guiño. Es ahora o, (muy probablemente) nunca más.
Jamás había estado tan cerca de ser campeón olímpico. Jugó tres semifinales en unos Juegos y siempre perdió.Nadal en Beijing 2008, Murray en Londres 2012, Zverev en Tokio 2020. Esa última, una de las derrotas más duras de su vida. Un partido con demasiadas consecuencias que lo derrumbó y lo hizo inesperadamente renunciar a una medalla cuando se borró del partido por el bronce en el dobles mixto.
El campeón de 24 Grand Slams pensaba en esa barrera infranqueable: "Por eso estaba muy tenso en la cancha, muy nervioso". En el segundo set contra el italiano Lorenzo Musetti evidenció esa tensión, cuando teniendo el partido controlado se enfrascó en discusiones con el árbitro, y trató con duras palabras y a los gritos a los miembros de su equipo.
Muy a lo Djokovic, salió de ahí retro alimentándose de los abucheos de parte del público, un tenis impecable y con la ayuda de los pecados típicos de los tenistas que no se apellidan Federer, Nadal, Murray o Wawrinka.
"No tengo nada que perder", le dijo el serbio a su entrevistador Álex Corretja al borde de la pista consumada la victoria y tras haberse lanzado al suelo con una importante inyección de alivio. Porque ya aseguró una medalla, porque ganó en una instancia en la que siempre había fracasado.
¿Que no tiene nada que perder el tenista cuya última pieza que le falta en su rompecabezas es el oro olímpico? Es posible. Viktor Troicki, capitán del equipo de Serbia y amigo cercano a Djokovic detalló a CLAY la altísima presión que enfrentó Djokovic en Japón, cuando además estaba compitiendo por ser el primer hombre de la historia en ser dueño de un Golden Slam y así emular a Steffi Graf, única persona en conseguirlo.
Y lo que hizo precisamente el serbio al vencer a Musetti y acceder a la final fue desprenderse de gran parte del saco de piedras que cargaba. Es posible que también el hecho de que el ex número uno del mundo diga eso, sea una manera de seguir sacándose responsabilidad y continuar imaginando su aventura olímpica como si el evento le estuviera entregando cosas a él, en vez de sentir que es el moroso que está pagando una deuda.
Recordó Djokovic que han pasado varios meses, catorce para ser exactos, desde la última vez que se encontraron compitiendo con Alcaraz en arcilla. La Philippe Chatrier fue aquel escenario y una tarde en Roland Garros 2023 que significó para el español quizás el tropiezo más grande de su corta carrera. El partido de los nervios y los calambres que anularon al chico de entonces 20 años. Acabó siendo una tremenda enseñanza para lo que vino en el futuro. Sin dudas un partido que explicó al Alcaraz ultra exitoso que vino después.
Mencionó el serbio el antecedente más fresco sobre el césped de Wimbledon y aquella indiscutida y contundente victoria para el bicampeón en el All England Club, un mes atrás.
"Pero esta es otra superficie y otras condiciones. Yo me siento mucho mejor, me estoy moviendo bien, mejor que en Wimbledon", adelantó Djokovic, quien valorará el día libre como nadie y quizás repita una fórmula que le ha traído éxito esta semana en París: despejar la mente atendiendo a otros deportes con su familia, como cuando fue a apoyar a Serbia en el vóleibol, o cuando disfrutó del estadio más lindo de la historia olímpica en el vóleibol playa con la Torre Eiffel iluminada y escoltada por el atardecer.
El favorito el domingo será por lejos Alcaraz, que acumuló algunas cuántas horas más de descanso producto de una programación beneficiosa y una victoria rápida contra Félix Auger-Aliassime.
Turnos de juego amables con el serbio igualmente, que agradeció jugar con menos calor y tener más tiempo para recuperar su rodilla maltratada que a la hora de la verdad no molestó ni le impidió mostrar el tenis que todo lo devuelve.
Djokovic apareció frente a los medios más liviano, como realizado con lo ya conseguido en París 2024. Sus dichos fueron en esa línea, y luego hallaron contradicción, más en la dirección de la obsesión dorada.
"Lo que sea que pase el domingo será un orgullo enorme, honor y felicidad. Todavía siento que necesito celebrar porque es un gran éxito. Iré por el oro, pero esto es una gran cosa". ¿Estará entonces, en cierta medida, satisfecho con la plata y con haber llegado a la final que no conocía? Djokovic, toma una pausa y reacciona como si aquel planteamiento lo ofendiera: "Siguiente pregunta".