El grito desesperado de un olímpico al ladrón de su medalla: "Te la dejaré en el testamento"
El húngaro Csongradi quiere recuperar a toda costa su oro en Seúl. Incluso se ofrece a negociar con el delincuente.
El deporte deja a sus protagonistas mucho dinero y unos recuerdos imborrables. Pero probablemente nada como un trofeo o una medalla que siempre les recuerde lo que han sido. Un emblema para toda su vida. Laszlo Csongradi, medallista de oro en Seúl 1988, sin embargo, ha sufrido el robo más cruel. No le han arrebatado miles de euros, ni joyas. Le han arrancado un trozo importante de su vida, un legado que dejaría para la posteridad como parte de la gloria olímpica.
El exesgrimista húngaro lanza ahora un grito desesperado a través de los medios de su país para recuperar a toda costa ese metal tan preciado. Tanto que hasta se ha comprometido a dejarle la medalla en herencia al ladrón, siempre y cuando se la devuelva. Un gesto desolador que refleja el enorme valor sentimental que tiene en la vida de los olímpicos.
El pasado 10 de septiembre, mientras dormía, su cara fue asaltada y curiosamente el delincuente no buscó propiedades materiales ni dinero en efectivo, sino fue directo a hacerse con la medalla. "Desde hace dos semanas no pudo tranquilizarme ni ser feliz, porque todo me recuerda a mi medalla de oro olímpica robada", apunta el deportista.
Concretamente, se refiere al oro que ganó en sable por equipos masculino en 1988, el mayor logro de su vida deportiva. Por eso, está dispuesto a todo para recuperarlo: "Le daría todo al culpable, pero quiero que me devuelva ese objeto sin valor que no significa nada para él. Déjalo en el buzón y, si quieres, no se lo daré a un museo en mi testamento. Te lo dejaré a ti".
Csongradi ha dado más detalles de cómo se produjo el hurto. Tenía guardado su oro en un armario y el ladrón tuvo que buscarlo. Hasta el punto, incluso, que el húngaro le descubrió, salió de su habitación y le gritó. Solo ahí consiguió que se marchase de casa, aunque ya para entonces tenía el metal en su poder. El deportista no tuvo nada que hacer.
Al menos, no perdió otros objetos de valor, aunque eso no tiene ninguna importancia para él: "Podría haberse llevado otras cosas importantes, pero por alguna razón la medalla era lo único que le interesaba". De momento, la policía sigue trabajando en la identificación del delincuente, aunque no hay motivos para el optimismo.
"El ladrón tocó muchas cosas, dejó muchas huellas dactilares, pero no hay nada que le pueda identificar. Yo ya no sé qué hacer para que me entienda. No quiero hacerle daño. Puede negociar conmigo", cierra.
Un grito desesperado al cielo. Un martirio que le toca sufrir. Ya no es cuestión de dinero. Es la medalla que premia el esfuerzo de toda una vida. El sacrificio que en su día tuvo que hacer para formar parte de la historia olímpica. Un objeto con un valor muy superior a los miles de euros que se podrían haber llevado. Por eso, Csongradi tiene claro que no cesará en su empeño hasta recuperarla. Sea al precio que sea. Negociando. O incluso regalándosela en el testamento...