JUEGOS OLÍMPICOS | CICLISMO

La deserción oculta de un triple medallista olímpico enfurece a Australia: le quitan la bicicleta y sancionado de por vida

Richardson, que ganó tres metales en París, ya había empezado a gestionar en silencio su cambio a Gran Bretaña.

Richardson celebra un triunfo./INSTAGRAM
Richardson celebra un triunfo. INSTAGRAM
Jonás Pérez

Jonás Pérez

Matthew Richardson rozó la gloria en los Juegos Olímpicos de París, donde no pudo lograr ningún oro, pero sí sumó dos meritorias platas en las modalidades de velocidad individual y keirin y un bronce en velocidad por equipos de ciclismo en pista. Una actuación titánica a sus 25 años que ya le consagraba como uno de los deportistas más prometedores de Australia. Ya venía de la cuarta plaza en Tokio por equipos en una disciplina para la que prácticamente es un rookie. También ganó dos platas en los Mundiales de Glasgow en 2023, otra en Saint-Quentin en 2022, donde también sumó una victoria... Desde luego, un talento que su país no querría dejar escapar. El problema es que él ya estaba preparando en secreto una deserción que ahora se va a ejecutar.

El ciclista australiano nació en Maidstone (Inglaterra) y sus dos padres son de tal nacionalidad. Sin embargo, se mudó a Australia a los nueve años y es allí donde empezó a desarrollarse como profesional de la bici. De hecho, parecía tener claro devolver al país todo lo que le había dado, representándole internacionalmente durante varias temporadas. Debió cambiar de opinión porque él mismo reconoció justo tras acabar los Juegos Olímpicos de París que había trabajado para cambiar su equipo nacional y pasar a competir bajo la bandera de Gran Bretaña.

Una noticia absolutamente inesperada para Australia, que incluso solicitó a la UCI una sanción de dos años para el ciclista, algo que fue rechazado. La federación australiana de ciclismo se tomó entonces la justicia por su mano y le ha impuesto un castigo para que no vuelva a defender al país como ciclista. En principio esto no debería importarle en demasía, ya que va a representar ahora a Gran Bretaña, pero hasta que se complete el profundo trámite burocrático no tendrá opción de seguir compitiendo con la que hasta ahora era su selección.

La investigación que ahora se ha abierto parece descubrir que Richardson había ocultado de forma deliberada su cambio de nacionalidad, precisamente con la intención de evitar un enfado del equipo australiano que le impidiese competir en los Juegos Olímpicos de París. La prensa local informa, además, que sus movimientos contaban con la autorización y el conocimiento de British Cycling, que tampoco hizo por informar públicamente del objetivo del que parece será su nuevo pupilo.

"Simplemente lo ocultó porque era algo con lo que tenía que lidiar y no quería poner esa carga sobre nadie ni distraer la preparación olímpica de nadie", se excusó entonces Richardson. Una explicación que, desde luego, no convence a un indignado equipo australiano, que, además de imponerle un castigo vitalicio, ha cargado con dureza contra su comportamiento.

“Esto es un riesgo inaceptable para nuestra propiedad intelectual”

Richardson no parece conformarse con su cambio de país, sino que, según la investigación que ha realizado el equipo australiano, solicitó llevarse a Gran Bretaña su bicicleta personalizada y un mono de competición. El organismo, en un comunicado, sentencia: "Esto es un riesgo inaceptable para la propiedad intelectual de AusCycling. No será elegible para reincorporarse al equipo ciclista australiano en ningún momento en el futuro".

El castigo va más allá e incluye también la utilización de cualquier recurso del equipo australiano, sus patrocinadores o la opción de que esté nominado a cualquier premio vinculado con el ciclismo. Galardones a los que sin duda optaría, dada la dimensión de su hazaña en los Juegos Olímpicos. Jesse Korf, el gerente general ejecutivo, añade: "La integridad, el respeto y la confianza son fundamentales para nuestro equipo y nuestra organización. Seguimos centrados en fomentar un entorno que defienda estos estándares".

El ciclista se defendió con ironía y le pareció dar absolutamente igual: "No estoy seguro de dónde ha surgido la confusión, supongo, pero pensé que era bastante obvio que, al querer correr para Gran Bretaña durante el resto de mi carrera, eso significaría que no quería correr para Australia durante el resto de mi carrera. Es casi como si dejaras tu trabajo y tres meses después te dijeran: 'Bueno, ¡estás despedido!'. En realidad, son solo palabras en un trozo de papel y no tienen mucho peso para mí".

De momento, ya hay consecuencias. No podrá representar a Gran Bretaña al menos hasta el próximo año y se tuvo que quedar fuera del Campeonato Mundial de octubre. No obstante, ya vistió los colores ingleses en una prueba individual, que precisamente se llevó: "Es un sueño hecho realidad, realmente, y ganar cada carrera esta noche fue más de lo que jamás podría haber deseado".

Ahora, él cumple su gran sueño, aunque por el camino haya desatado un enorme enfado del equipo australiano. Una deserción en silencio.