Dando luz a las 18 medallas entre el cachondeo por los diplomas, la sensación de fracaso y un modelo para Brisbane 2032
La delegación española cierra los Juegos lejos de las previsiones aunque por encima de las dos últimas ediciones.
Los Juegos Olímpicos de París prometían ser los mejores para una delegación española en toda su historia, pero los resultados ponen siempre a cada país en su sitio y el de España ha sido una 15ª posición en el medallero con 18 medallas: 5 de oro, 4 de plata y 9 de bronce. Tras un gran ciclo, con más podios mundiales y europeos que nunca (63), se llegaba con más opciones reales de subir al podio, pero el techo de Barcelona 1992 y sus 22 medallas ha demostrado seguir siendo inalcanzable en la realidad de la competición.
La decepción se ha extendido al mismo ritmo que iban cayendo las opciones de las previsiones previas, algunas desorbitadas presagiando en torno a la treintena de 'chapas' y que obligaban a hacer casi un pleno entre las opciones más probables. No fue así y el clima es el que es, pero la realidad es que no todo está mal, ni lo vivido en París es para olvidar de principio a fin. Solo la sensación generalizada de fracaso habiendo ganado 18 medallas, una más que en Tokio y Río de Janeiro, viene a confirmar que el equipo español ha demostrado tener más capacidad que nunca.
Perder medallas provoca un mal sabor de boca, pero cuando ocurre en tantas ocasiones durante los quince días de competición y faltando tan poco para cantar éxitos en todas esas ocasiones, señala que España estaba en disposición de cumplir con los números de podios que se hablaban en la previa. Si 18 preseas es ahora un suelo cuando antes eran números habituales, quiere decir que el techo ha crecido en este último ciclo. Es decir, la situación media está mejor que hace tres años, aunque las grandes cifras no lo muestren y el récord de diplomas con 51 se tome casi a un injusto cachondeo.
Además, no se puede analizar el resultado sin señalar que este pesimismo hubiera cambiado con pequeños detalles, que la suerte o la desgracia se llevaron por delante en situaciones que, se puede decir, se escapan de la mano a los propios deportistas. La más importante, sin duda, fue la grave lesión de Carolina Marín cuando se encontraba a solo unos minutos de confirmar su medalla y que rompió en mil pedazos a todo un país.
Menos dramático, pero también desafortunado fue el ventarral que se levantó en Vaires-Sur-Marne en el peor día y a la peor hora para afectar al único barco 100% zurdo con opciones en el C2-500 metros, el de Antía Jácome y María Corbera. O la caprichosa lluvia en el pasillo del triple salto femenino, que impidió esa superación habitual de Ana Peleteiro en cada concurso importante.
También las lesiones antes de empezar a competir, a pocos días o en plena preparación en los meses previos. Como la del campeón olímpico en Tokio Alberto Ginés, que afectado por un rotura en uno de los dedos de su pie desde marzo estuvo lastrado en su preparación desechando entrenar algunos modelos de bloques — los de placa — que, desgraciadamente, fueron elegidos por la organización en París y le dejaron sin opciones.
Y por supuesto, los "tiros al palo", que evidentemente tienen menos justificación y que, como dicen los más experimentados del lugar, te recuerdan que "esto son unos Juegos Olímpicos y la medalla hay que ganarla dos veces para que te la den". Vienen a la mente 'casis', entre muchos otros, como el 4º y 5º puesto en la final de trap femenina tras ser las mejores en la clasificación, los cuatro combates por el bronce perdidos en judo y taekwondo o la dramática Medal Race del 470 mixto que hicieron esfumarse un buen número de podios muy probables vista como se había puesto la situación.
Todo esto no cambia que los objetivos no se han cumplido, pero nadie puede negar que España ha tenido más base 'medallística' que nunca, pero le ha falta un punto a la hora de competir por estar en el TOP3. Faltan por hablar los informes técnicos previstos para el próximo mes de septiembre en las instalaciones del Comté Olímpico Español para saber si ese paso más arriba es el punto débil en el que trabajar.
Huelgas, desplantes y problemas
Quizás más importante de analizar y conocer sea cómo España ha llegado a esta situación y si la lluvia de casi 500 millones por parte del Gobierno — bajo el nombre de Team España Élite — se ha gestionado de manera efectiva, ha llegado al deportista y le es útil para su mejora en el momento clave. Porque no todo es el dinero. Sobre todo, porque cada vez que se pierde una opción de medalla, la diana se coloca en el participante que no ha rendido a su presunto nivel. Antes de arreciar las críticas, quizás es bueno que se abrieran de par en par las ventanas para conocer la situación de cada uno de ellos. Un proceso de profesionalización que sigue siendo, según los propios deportistas y técnicos, carencia a resolver.
Sin entrar en enumerar una cantidad ingente de situaciones discutibles, en las últimas semanas previas a París ha habido momentos más cercanos al surrealismo que a la cuenta atrás para unos Juegos. Ninguna ha salido a la luz y todas se han quedado entre las cuatro paredes de las salas de entrenamiento de unos deportistas que prefirieron centrarse en su sueño a pesar de tener la sartén por el mango para destapar las vergüenzas. Equipos con representación olímpica que han llegado a estar en huelga en plena preparación por falta de ayudas a la vez de la posible salida del técnico que les ha llevado a su mejor momento deportivo, clasificados que tuvieron que solventar problemas que trastocaron su puesta a punto en plena cuenta atrás o presidentes de federación que ni siquiera cogían el teléfono a sus representantes que requerían alguna petición de última hora. Una serie de situaciones que no parecen las ideales para facilitar llegar el mejor estado posible a la competición.
De los malos momentos a los brillos del equipo español
Los golpes duros en el seno de la delegación con opciones de probabilidad alta y media fueron superiores a lo habitual — solo 14 medallas de 31 opciones en rangos de potenciales medallistas, según un estudio previo de Relevo — y no han podido ser suplidas por opciones más volátiles o sorpresas en rangos inferiores a otras ocasiones. Es digno ensalzar el aporte de Pau Echániz y su bronce en aguas bravas, el del dobles femenino de Sara Sorribes y Cristina Bucsa con solo unos partidos de experiencia juntas o Ayoub Ghadfa en los pesos pesados de boxeo, que rindieron de manera inmejorable para aportar al medallero. Por su parte, el 3x3 femenino logró el primer milagro con su clasificación en el Preolímpico y aprovechó de manera excelente una competición que les permitía el asalto al podio con un rendimiento a su nivel. Pero fue insuficiente para tapar los huecos que se acumulaban por el camino.
En la base del medallero, vuelven a aparecer nombres y equipos fijos en el rendimiento. Como los Hispanos o el K4-500 metros, que a pesar de no llegar con los mejores resultados este ciclo terminaron cumpliendo con sendos bronces. Algunos probables medallistas a priori también cumplieron como Fran Garrigós, la selección masculina de fútbol o los jóvenes 'aunque sobradamente preparados' del C2-500 masculino, Joan Antoni Moreno y Diego Domínguez.
Y mención especial para los grandes favoritos y opciones altas que no fallaron a pesar de la tensión. Las tres medallas de marcha para Álvaro Martín y María Pérez, el oro de Jordan Díaz en triple salto, el 49er de Diego Botín y Florian Trittel, la plata de Carlos Alcaraz y el salto hacia al oro de la selección femenina de waterpolo que se cuelga por fin el ansiado oro.
También es digno recalcar el avance en deportes donde hemos pasado de la nada al diploma, un paso más silencioso por no sumar al medallero pero que puede ser ilusionante para el futuro. Dos diplomas olímpicos en saltos de trampolín, otro más en tiro con arco TOP8 más en salto, la sexta plaza de Yulenmis Aguilar devolviendo a la vida a los lanzamientos españoles en atletismo o una final olímpica en pentatlón moderno con Laura Heredia.
Sin Juegos en Europa en 16 años
Todo esto no oculta que el resultado de España en París, en los que han sido los últimos Juegos con horario Europeo en los próximos 16 años [con la rotación por continentes, hasta 2040], no es bueno y dará para reflexión. Las oportunidades están para aprovecharlas y esta vez parecía una propicia para obrar el que ya parece un milagro de superar el techo del olimpismo español.
En estas horas, como cada día de reflexión tras los Juegos, se vuelve a pedir una incremento de la inversión — que ya está en números récord —, la caída de algunos cargos que no significarían absolutamente nada en cuanto a resultados futuros y un sinfín de cantinelas que se repiten y repiten en el tiempo cada vez que se apaga el pebetero. Si habrá nuevo proyecto se debe decidir en los próximos meses porque el tiempo vuela y el deporte no cambia de un día para otro. Es más, si se apuesta por un nuevo modelo ya debería estar en mente más Brisbane 2032 que Los Ángeles 2028.