El drama de Carolina Marín evoca el trágico final de Usain Bolt y la leyenda del 'padre' del atletismo en Barcelona 92
Todos ellos se quedaron a las puertas de una medalla a causa de una lesión.
El desconsuelo de Carolina Marín tras su lesión en la semifinal ante He Bingjiao es indudablemente una de las imágenes de los Juegos Olímpicos de París. La onubense tenía la medalla en su mano, pues había ganado el primer set con solvencia e iba 10-5 por encima en la segunda manga, pero se rompió y se acabó la opción de metal para la deportista española, cuyas lágrimas encogieron el corazón de todos los que lo vivieron, en directo en La Arena Porte de la Chapelle, o a través de la televisión.
Los gritos de desesperación de Carolina Marín evocaron otras lesiones que, como en el caso de la onubense, frustraron medallas. Sin ir más lejos, Marie Josée Ta Lou el sábado por la noche terminó la final de los 100 metros cojeando tras lastimarse muscularmente durante los compases iniciales de la prueba. Bien es cierto que en el caso de la atleta marfileña, cuando sintió el pinchazo, ya no estaba en disposición de pelear por los metales porque estaba muy retrasada.
El colombiano Sergio Henao y el italiano Vincenzo Nibali sí que iban camino de colgarse una presea cuando sufrieron una aparatosa caída en el descenso de Vista Chinese en la prueba masculina de ciclismo en ruta de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Un descenso maldito
A falta de 15 kilómetros para la meta, ambos eran cabeza de carrera, junto al polaco Rafal Majka, pero arriesgaron en exceso durante la bajada y terminaron abandonando tras estrellarse contra un bordillo. El que salió peor parado fue Nibali, que se rompió las dos clavículas.
#Rio2016 Tragedia olímpica. Henao y Nibali pierden la medalla en el descenso pic.twitter.com/oHAAparDrQ
— Le Puncheur (@LePuncheur_) August 6, 2016
Aquella bajada situó en el disparadero a los responsables de la UCI porque, unos días después de la caída de Henao y Nibali, también Annemiek Van Vleuten se estrelló en el mismo descenso cuando lideraba la carrera en solitario y pedaleaba en busca de la gloria olímpica. La neerlandesa, una de las mejores ciclistas de la historia, dio una voltereta y se golpeó la cabeza contra el asfalto. Tuvo que abandonar la prueba, pero en Tokyo pudo reponerse de aquella decepción con un oro en contrarreloj y una plata en la prueba en ruta.
Derek Redmond y la leyenda del 'padre' del atletismo
La lesión en Barcelona 92 de Derek Redmond, ejemplo de coraje, es una de las más icónicas de la historia de los Juegos Olímpicos. El atleta norteamericano, aspirante al oro en la prueba de 400 m, se hizo daño durante las semifinales, cuando había recorrido apenas 150 metros de la pista de atletismo de Montjuïc. Terminó con la rodilla apoyada en el tartán, pero declinó la asistencia médica porque quería acabar su serie, aunque no tuviera ninguna posibilidad de clasificarse para la final.
Y la finalizó, cojeando entre lágrimas y agarrado a su padre, que saltó a la pista para ayudar a su hijo en una de las imágenes más emblemáticas de la historia del olimpismo. Derek y Jim Redmond, que es el 'padre' del atletismo desde Barcelona 92, anduvieron hasta llegar a la meta, cubriendo la totalidad de los 400 metros de la prueba siendo ovacionados por los 60.000 espectadores que abarrotaban el Olímpico de Montjuïc. Sus problemas en el telón de Aquiles, que le privaron de competir en Seúl 88 y le apartaron de la lucha por las medallas en la ciudad condal, le obligaron a retirarse tras aquel episodio.
Ocurrió en Barcelona ‘92. Jim Redmond salta a la pista para ayudar a entrar en meta a su hijo, el británico Derek Redmond, uno de los favoritos en los 400 metros.
— Sphera Sports (@SpheraSports) August 4, 2024
“Tienes que levantarte una vez más de las que te caigas", dijo Derek Redmond en su momento.pic.twitter.com/AalQWPzZ9J
El último baile de Usain Bolt
Usain Bolt, el hombre más rápido del mundo, se lesionó y se quedó sin metal en su última carrera. En su caso, no fue en unos Juegos Olímpicos, sino en el Mundial de atletismo de Londres en 2017. Tras ocho medallas de oro olímpicas y otras siete mundialistas, el jamaicano se despidió de las pistas sin la gloria a la que se acostumbró a lo largo de su vida deportiva.
Sucedió en el 4x100. Bolt era el último relevo, pero a falta de 50 metros para el final sintió un pinchazo en el muslo izquierdo. Se rompió y se quedó sin medalla. Perdió la posta y terminó su última carrera en el suelo, sin tan siquiera cruzar la meta. Con anterioridad ya había anunciado que se retiraría tras aquel Mundial. Así de cruel y luctuoso fue el último baile del mejor velocista de todos los tiempos, cuya despedida recuerda al drama que vivió este domingo Carolina Marín en La Arena Porte de la Chapelle.