La cruda realidad del bádminton tras las dos rodillas rotas de Carolina Marín: "Tienen a cinco más en la recámara"
La medallista de oro olímpica habló con Quique Peinado en 'El Vestuario' de Relevo sobre cómo se recuperó para volver a pelear por medallas.
Carolina Marín iba como una moto camino de los Juegos Olímpicos de Tokio pero, a dos meses de la cita, llegaba la peor de las noticias: una rotura de ligamento cruzado en su rodilla izquierda, sumada a una doble de menisco, enterraba sus opciones de colgarse una segunda medalla. La desgracia llenaba de color gris su futuro: Carolina ya se había roto el cruzado de su otra rodilla, la derecha, dos años antes. Nadie en la historia del bádminton había conseguido la proeza de recuperarse de dos rodillas rotas. Y llegó 2024, ya en las semifinales de unos JJOO con Carolina mirando hacia el oro. Muchos lo consideraban un milagro, y entonces la desgracia volvió a ocurrir en París. Carolina Marín, cuando estaba a punto de conseguir el pase a la final, se rompió otra vez en un salto, esta vez la rodilla derecha. En Asia, cuna del bádminton, asusta la capacidad que tiene Carolina para recuperarse, pero entonces la escuchas a principios de junio, antes de ir a París, en el nuevo episodio de 'El Vestuario' con Quique Peinado y entiendes que los milagros no existen y que detrás de la proeza hay un trabajo encomiable para pelear por volver a ser la mejor, de esos que te acaban postulando para un premio Princesa de Asturias. La conversación que sigue al vídeo lo ilustra a la perfección y anticipa que, a pesar de todo lo malo que le pueda pasar, Carolina siempre tiene capacidad para reponerse.
Puedes ver aquí la entrevista completa de Quique Peinado a Carolina Marín en 'El Vestuario'
Oye, ¿tú cómo estás? Porque una de las cosas que más me impresionan de tu carrera es todo esto que has conseguido. Has pagado un precio. Y un precio potente que ya hablaremos. Pero, por ejemplo, he leído en Relevo que, para ti, estar muchas horas de pie, no es lo mejor, tal y como están las cosas
A ver, no es lo mejor porque yo al final tengo que cuidar mucho mi salud física. Y sí es cierto que, si me preguntas cómo está, pues te digo que estoy estupenda. No tengo ningún problema en las rodillas, en mi última rodilla que me lesioné hace tres años, físicamente me encuentro muy bien, ya preparada para encarar estas semanas que quedan antes de los Juegos. Pero sí es cierto que tengo que tener cuidado con ciertas cosas. Por ejemplo, yo todavía en mi rodilla no tengo una flexión máxima. Yo, por ejemplo, no me toco con el talón el culo. Entonces pasar mucho tiempo de pie a mí no me conviene mucho por mi circulación. Las piernas se me hinchan, con las rodillas a veces estoy incómoda. Entonces, estar, estoy bien. Pero sí es cierto que tengo que tener en cuenta ciertos factores.
Hace seis años grabamos un programa tú y yo, en el que yo pasé como tres o cuatro días allí metido en tu rutina. Y yo durante todo este tiempo, que he ido siguiendo tu carrera, recuerdo que escuché: «Se rompió las dos rodillas, nadie vuelve de las dos rodillas». Yo dije: «bueno». Y el otro día, cuando dijiste en este torneo de Indonesia: «ahora no estoy al máximo, pero para los JJOO voy a estar en el máximo«, pensé: »Es verdad». Nunca he conocido a nadie que tenga tanta voluntad, tanto control por conseguirlo y la capacidad de ir así para adelante
En bádminton no hay nadie que haya vuelto después de dos lesiones tan graves de rodilla. Incluso de una ya es complicado, porque sí es cierto que el método asiático es... Allí tienen la 'suerte', entre comillas, de que tienen un ejército de jugadores de bádminton, porque allí el bádminton es potencia. Entonces, en el momento en el que uno se lesiona de algo mínimo, sea rodilla, pie o hombro, lo que sea, ya tienes a cinco más en la recámara. Entonces van rotando muchísimo. En mi caso no, y yo lo tenía muy claro. Yo en el momento en el que en mi cabeza me venga el rendirme, será cuando me rinda. Pero de momento eso no ha venido. O sea, yo no quiero colgar la raqueta por algo que me lo impida, no, yo quiero colgar la raqueta por propia decisión mía de querer colgarla. Entonces, de momento, como ese momento no ha llegado, yo quiero seguir disfrutando de este camino, a pesar de que la vida me ha puesto muchas piedrecitas en el camino y yo las he ido superando. Y, efectivamente, ahora mismo no estoy al 100%, pero confío tanto en el equipo que tengo, confío tanto en ellos que sé que voy a estar al 100% del 27 de julio al 5 de agosto en París.
Yo nunca vi a nadie, a ningún deportista, que tuviera la fe tan ciega como la que tienes tú en tu equipo. Yo recuerdo que me dijiste: «A mí me dicen que yo tengo que atravesar esa pared y le voy a atravesar». Y esto lo dicen muchos deportistas, pero no es verdad. Pero en tu caso es verdad. ¿Por qué?
Pues porque sé que estoy rodeada de los mejores. Entonces, cuando tienes tanta confianza en ellos, como que tú en ese momento te relajas y te dejas llevar. Yo me dejo fluir. Sé que tengo el mejor entrenador del mundo. Sé que tengo ya no solamente uno, tengo tres entrenadores en el cual hacen un análisis exacto de la rival. Estoy segura de que el resto de rivales hacen análisis, pero no tan exhaustos como lo hacemos nosotros.
Estoy seguro de eso también.
Tengo un muy buen preparador físico, que está constantemente analizando todo desde que me despierto por la mañana hasta que me voy a dormir. O sea, está casi 24 horas analizándome. Tengo el mejor fisio. O sea, gracias a él estoy también donde estoy y me ha recuperado muy bien de cosas muy graves y muy jodidas de un día para otro en competición. Tengo muy buena psicóloga que me prepara la cabeza, que yo siempre le digo, el cerebro, que muchas veces se nos olvida. El cerebro es una parte más de nuestro cuerpo y el cerebro también hay que entrenarlo. Y con ella, ya te digo, yo tengo plena confianza en todos los miembros de mi equipo.
Hay que ser una persona muy convencida de lo que hace para decir a todo que sí.
Sí. Cuando tienes muy claro el objetivo y el sueño que quieres, no hay excusas en el camino, te da todo igual. Dices a todo que sí porque sabes que estás en las manos de las personas que quieren ayudarte a conseguir eso que tanto quieres tú, que es tu gran sueño.
¿Y eso lo mantienes desde que tenías 14, 15 años, ahora que tienes 30, 31?
Sí.
¿Se sigue manteniendo eso con los años, con lo que te cambia la vida, con las prioridades de la vida diferentes? ¿Tú sigues manteniendo el mismo fuego?
El mismo fuego, no. El fuego es diferente. Porque es lo que te digo, yo ya no tengo 14 años, yo ya tengo casi 31. Entonces el fuego es diferente, pero sigue la llama encendida, que para mí es lo más importante. Mientras que ese fuego siga ardiendo, el fuego puede ser diferente, más oscuro, más claro, con más potencia, menos potencia. Muchas veces no duermo, muchas veces me levanto que me duele todo el cuerpo, hasta las pestañas, y dices, es que tengo que ir a entrenar. Sí, tienes que ir a entrenar. Porque acuérdate que si quieres conseguir la medalla de oro en París, no te la van a regalar, no vas a poner la mano y te va a caer del cielo, sino que tú tienes que luchar contra cada una de las rivales que no te lo van a poner nada fácil para conseguir ese gran sueño que tú quieres.
Claro pero luego tú consigues la medalla y hay un día siguiente.
Sí.
Y el día siguiente ¿tú dices: «ha merecido la pena todo lo que ha pasado por ese momento», cuando al día siguiente ya tienes que empezar a conseguir la siguiente medalla?
Te das cuenta de que ha merecido la pena sin ninguna duda. Te pongo el ejemplo de Río 2016, en el momento en el que yo metí ese último punto y me tiré al suelo a llorar, ostras, ahí solamente me vinieron recuerdos de lo duro que había sido el camino, cada uno de los entrenamientos que te estoy comentando, para conseguir ese gran sueño. Claro que había merecido la pena. Sí es cierto que luego viene un vacío muy grande. O sea, luego viene la parte mala, entre comillas, que es en plan de, vale, te pausas con tu vida y contigo misma y dices, vale, ahora lo he conseguido todo, ¿y ahora qué? Claro. Ahí viene un vacío muy grande.
¿Y eso cómo se resuelve?
Pues eso me costó mi tiempo, o sea, eso no se resuelve de un día para otro. Y quien lo haya resuelto así, guau, la admiro, la admiro mucho. A mí me llevó bastante tiempo, varios meses incluso, varios meses hasta que me senté con mi entrenador y nos propusimos ser los mejores de la historia. Y ahí fue cuando sacamos otro objetivo adelante, otro gran sueño, para seguir manteniendo esa motivación, para seguir manteniendo ese fuego que hemos hablado.
¿Y si no lo consigues?
Esa es una de las cosas que quiero trabajar, porque yo muchas veces lo he pensado. Yo tenía muy claro que en Río me llevaba el oro. Y luego, a posteriori, he pensado que si hubiera perdido la final, ¿qué hubiera sido de mí? No sé si hubiera entrado, claro, como no ha pasado, pues no lo sé, pero al final te pones a pensar y a lo mejor podría haber entrado en depresión, a lo mejor podría haber sido una decepción muy grande conmigo misma por no conseguir ese objetivo que yo tanto quería. Y es que para París puede ser así. O sea, yo para París tengo muy claro, y lo tengo aceptado, que va a ser mucho más complicado que para Río. Lo primero, porque ya llego con 31 años. En Río yo tenía 23 añitos. Lo segundo, porque las rivales son diferentes a las que yo tuve en Río de Janeiro. Yo ahora me estoy enfrentando a rivales de 8 o 9 años menos que yo. Eso, a la hora de recuperar, es mucho. Bueno, yo no sé lo que harán, pero hay una diferencia muy grande. Y luego también, que ahora mismo el bádminton ha cambiado mucho, desde 2016 a 2024. Entonces, yo también me he tenido que adaptar a esa forma de juego que hay hoy en día con ese tipo de rivales que me estoy enfrentando. Entonces, ¿es más complicado? Sí. ¿Imposible? No. Entonces, como siempre, para mí la palabra imposible no existe en mi diccionario, en mi vida, en mi cabeza. Como sé que tengo muchas opciones, es por lo que me quiero aferrar y agarrarme para luchar por ello.
Claro, pero tú llevas un montón de años al límite físico y te diría casi que mental. ¿Eso cómo se soporta?
Pues eso se soporta teniendo un objetivo en mente. Desde luego que, a ver, todo esto se habla muy fácil y se dice muy rápido, pero luego todo es lo que te digo, todo lleva su tiempo. En estos momentos hay que ser muy paciente. Yo he tenido que desarrollar esa paciencia, porque yo, encima, soy una persona que quiero las cosas ya. O sea, yo trabajo para conseguir las cosas ya, me sacrifico porque quiero conseguir un objetivo, pero, al final, todo eso lleva su tiempo. Si tú te estás recuperando de una lesión y quieres competir ya, no, no, no. O sea, todo lleva su tiempo. Entonces, ahí tienes que hacerte una pausa contigo misma. Yo lo digo, de las lesiones siempre saco cosas positivas, o intento sacar algo positivo para, al final, no martirizarme y no entrar en ese bucle tan negativo. Y una de las cosas positivas ha sido que he tenido tiempo para dedicarme hacia mí misma, porque cuando estás en tu periodo normal de competición durante el año, es que no tienes tiempo, no tienes pausas. A todos los meses hay torneos. Entonces, ahí, cuando estás lesionada, por ejemplo, dedicas tiempo a ciertas cosas que, cuando estás en una vida normal, en una rutina, no tienes ese tiempo.
¿Y tú por ejemplo, en tu vida personal, qué peaje ha tenido llevar la vida que llevas? ¿Qué cosas no has conseguido hacer o estás posponiendo o has fracasado en tu vida personal en cosas por este objetivo del deporte?
Partiendo de que me siento una persona muy afortunada, Quique, porque, lo primero, que muchas personas en el mundo no son capaces o no pueden decir que se dedican a algo que les gusta y les apasiona. Al final, hay mucha gente que se tiene que dedicar a algo porque no le queda otra opción. Yo, en esa parte, me siento una persona muy afortunada porque me dedico a lo que más me apasiona, que es jugar a bádminton. Y, encima, me gano la vida de ello, o sea, que más afortunada todavía. Pero sí es cierto que una tiene que renunciar y sigue renunciando a muchas cosas. Una cosa no quita la otra. Una cosa es sentirme afortunada, otra cosa es tener que renunciar a muchas cosas, pero sé que me merece la pena, o sea, que no me arrepiento por haberlo hecho. Y una de las cosas es, por ejemplo, el venirme a Madrid con 14 años, no estar cerca de mi familia, mi familia la tengo toda en Huelva y un poquito de familia en Barcelona, entonces yo aquí en Madrid estoy sola. Y eso es duro porque yo muchas veces soy una persona muy familiar y me encanta pasar mucho tiempo con ellos pero lamentablemente no puedo. A ellos les suelo ver tres o cuatro veces al año cuando tengo algún fin de semana o alguna semana libre. Entonces para mí esa es una de las cosas más duras de todo esto, el tener que renunciar por ejemplo a citas importantes, cuando ha nacido alguna sobrina, o cuando se ha tenido que casar algún primo, algo familiar importante. No me arrepiento porque también soy afortunada de la familia y de los amigos que tengo, porque entienden mi vida, la aceptan y me apoyan muchísimo.
Oye, tú cuando dejes el deporte de élite, que has exprimido tu cuerpo muchísimo, te has hecho dos lesiones de rodilla gravísimas, ahora mismo estabas diciendo, pues no puedo doblar del todo. ¿Cómo vas a estar? ¿Asumes que vas a tener secuelas físicas? ¿Vas a ser una persona que le va a doler alguna cosa además?
Seguramente. Yo tenía como una broma con mi equipo y con mi gente, en plan de, verás tú, cuando yo acabe mi carrera deportiva, voy a estar en una silla de ruedas, no voy a poder moverme. Obviamente es una broma. Está claro que cuando yo acabe mi carrera deportiva, obviamente también no podré dedicarle al deporte ocho horas, o sea, al entrenamiento me refiero en sí. Pero sí es cierto de que la condición física es importante seguir manteniéndola. Sobre todo las mujeres. Las mujeres tendemos, cuando dejamos el deporte de élite, a coger peso. Yo en mi caso, si cojo a lo mejor un poquito de peso, obviamente el cuerpo también te va cambiando. Luego también a mí me encantaría ser madre, crear una familia. Entonces el cuerpo ahí, al ser madre, también te cambia bastante. Pero yo el tema de seguir haciendo deporte, ejercicio, practicar otros deportes que a día de hoy, por ejemplo, no lo puedo hacer y no lo hago, pues eso me encantaría.
¿Y qué te gustaría hacer con tu vida cuando dejes el bádminton?
Tengo varios frentes abiertos. Uno de ellos es ayudar a los demás, para mí es primordial. Pienso en dar charlas motivacionales a través de mi experiencia de vida. Otra de las cosas es abrir una academia de bádminton, ayudar a que siga habiendo jóvenes que quieran ver el bádminton de una forma más seria. No hablo de los que llegan a los 18 o 19 y ya se toman el bádminton a cachondeo y ya lo dejan y prefieren dedicarse a otra cosa.
¿Y vivir en Huelva o en Madrid?
A mí me encantaría bajarme al sur, pero creo que todo el trabajo lo voy a tener aquí en Madrid.
No sé si vives en La Blume o vives en una casa
No, vivo en mi casa desde hace varios años.
Cuando tú vas pasando los años, y tú pasas de ser la chavala, y ven a toda esa chavalería cuando vas a entrar a La Blume, ¿cómo se va viendo? ¿Cómo ves a la gente nueva? ¿Se te hace muy diferente?
Yo tengo que decirte que paso, entre comillas, poco tiempo en La Blume, porque como ya tengo mi casa, yo solamente voy a La Blume a entrenar, comer, dormir y descansar.
Pues no es poco tiempo.
Claro, no es poco tiempo para todo lo que pasaba ya antes, que era 24 horas. Ahora suelo pasar unas 6-8 horas. Pero sí, a ver, yo me veo muchas veces identificada en ellos, porque digo: "jo, es que yo tenía esa edad y hacía también esas tonterías o decía esas tonterías, decía esas cosas". La verdad es que a veces me gusta verme reflejada en ello, porque le saco ya como 10 o 12 años a toda esta chavalería que hay hoy en día. Y, por un lado, pues como que me remueve cosillas por dentro, porque yo también he estado ahí donde tú has estado y veía a la gente de 30 años en plan de: "jo, qué mayor". y ahora yo que tengo 30 años, pues tampoco me veo tan mayor, me veo estupenda. Pero me hace como gracia, porque me puedo poner en la cabeza de ellos cuando yo también tenía su edad y lo que pensaba de la gente de mi edad y que son más mayores, que han conseguido grandes cosas.
¿Y les notas mucho el respeto o no?
En algunos sí.
A ver, es que en la Blume, no sé si sigue habiendo, pero en la habitación en la que tú estabas hay un cartel ahí que pone que esta fue tu habitación para siempre.
Sí, sigue estando, sigue estando.
Es como, joder, ahí supongo que la gente cuando te mire dirá: «Hostias, Carolina Marín»
Yo sí es cierto que el año pasado en el centro médico coincidí una de las veces con un chico de triatlón y da la casualidad de que ese chico me habló a mí y me dijo que estaba en mi habitación, que es la 205 de la residencia. Y me hizo mucha ilusión, porque ya te digo que a ese chaval me lo encontré de casualidad y que me dijera que estaba en mi habitación y yo le dije: "Oye, pues cuídala, que esa habitación tiene mucho detrás". Y me dice: "S, sí, sí, lo sé, cada vez que salgo y veo tu foto me impacto". Es algo bonito, porque aquí ha habido una historia muy grande en esta habitación de una chavala que jugaba a bádminton y ha conseguido todo lo que ha conseguido y que, de repente, alguien que también quiere conseguir grandes sueños esté en esa habitación. Se puede convertir en una motivación, de decir: "Si esta chavala ha conseguido esto en esta habitación, en estas cuatro paredes, ¿por qué yo no?"