María Vasco y el día después de una medalla olímpica que cambió la historia: "No todo es de color de rosa"
La primera medallista española del atletismo en unos Juegos atiende a Relevo en pleno éxtasis de la marcha patria.
"Lo de Sídney 2000 fue una masacre". Una guerra en la que María Vasco (Viladecans, 1975) acudía "para tratar de conseguir un diploma" en 20 km marcha y que se convirtió en el día de gloria que el atletismo español llevaba décadas buscando. Por fin, había llegado la primera medalla femenina de una atleta patria en el deporte rey de los Juegos.
En unas condiciones inhumanas, marcadas por "un clima muy extremo", la marchadora catalana llegó a meta sin creerse lo que había pasado. Incluso en la ceremonia de medallas, en la que se colgó el bronce, todavía no daba crédito. "Pensaba que el podio estaba en el aire, que estaba levitando", confiesa sobre un día D que fue un tobogán emocional en Australia.
María Vasco lloró en aquellos Juegos, pero no siempre de alegría. "Pasé una racha mala con mi entrenador", reconoce a Relevo. Luego vino el éxito inesperado y las llamadas a sus padres por videoconferencia que compensaron todos los sinsabores. Y así la vida deportiva de la atleta subió a otro nivel, el del olimpo de los medallistas olímpicos. "En cuanto a reconocimiento y respeto sí cambian las cosas porque es lo máximo que puedes conseguir como atleta, pero también tuve mis grandes decepciones en cuanto a patrocinadores y otros temas; una de cal y otra de arena", se sincera.
📆 28/09/2000
— atletismoRFEA (@atletismoRFEA) April 20, 2020
🇦🇺 Sidney
🚶🏼♀️ 20km marcha
María Vasco no era consciente, pero estaba haciendo historia.
🥉 Primera atleta española medallista olímpica.#MomentosDeNuestraHistoria #CentenarioRFEA pic.twitter.com/RcRrLXAxmd
"La gente piensa que una consigue una medalla olímpica y todo va de maravilla, pero no, no todo es de color de rosa", afirma Vasco, una mujer que hoy en día es entrenadora personal e imparte charlas motivacionales. "Toda la experiencia adquirida en 28 años de carrera deportiva, con pensamientos positivos y negativos" la pone al servicio de la gente, unas vivencias de un valor incalculable.
La trayectoria de María Vasco, que también colabora con la Real Federación Española de Atletismo, es el mejor espejo para María Pérez, otra luchadora a la que conoce y en la que confiaba plenamente antes de la prueba que desembocó en la plata de París 2024. Las Marías, la pionera y la heredera han compartido la casa de la primera en Menorca en algunas concentraciones de la segunda.
🥈 MEDALLISTA OLÍMPICA 🥈
— María Pérez OLY (@garciaperezmari) August 1, 2024
Os dije que íbamos a darlo todo! 🙌 Me he vaciado y esta ha sido la recompensa a un año muy difícil. Gracias a todos los que me han apoyado en el proceso, porque sin ellos no habría sido posible 🙏
Mañana llega la medalla 😉 #Olympics
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Las dos medallas de la marcha femenina española tienen el denominador común de la calidad humana y del trabajo denodado en busca de un objetivo. Pero su estilo es muy diferente. Vasco hacía gala de una marcha muy académica, avalada por un solo disgusto en cuanto a los jueces se refiere en casi tres décadas de carrera. Pérez ha tenido que luchar mucho con la ayuda de su entrenador Jacinto Garzón y de técnicos externos (como el histórico José Marín) para solventar sus vicisitudes.
Los más jóvenes ya no se acordarán de María Vasco, la mujer que salvó al atletismo español en el 2000 de irse con una hoja de servicios en blanco de Australia. "Constante, sencilla, trabajadora, exigente", así se define la catalana, aunque le cuesta hablar de sí misma en positivo por una humildad que trae de serie. "Yo trato a todo el mundo por igual, no concibo que alguien sea un grande como atleta y un ogro como persona. Hay que tener los pies en la tierra, esa máxima me ha valido mucho para la vida".
El consejo de María Vasco lo podía firmar también su tocaya. La granadina es una deportista sencilla y llana, esté junto a la reina Letizia (como este jueves en la Casa de España en París) o en un bar de la comarca de Huéscar. Es el espíritu que le ha inculcado un entrenador que se merecía esta medalla como nadie. El éxito de Jacinto Garzón es el justo premio que el destino tenía reservado para un maestro de escuela que sin hacer ruido ha transmitido valores y conocimiento a la actual referente de la marcha patria.
María Pérez, a la que todavía le queda la opción de medalla del relevo de marcha, es hoy una mujer feliz por formar parte de un club selecto de atletas cuyas puertas las abrió María Vasco, que luego sería olímpica en Atenas, Pekín y Londres. Pero su primera cita siempre será la más recordada. Aquel bronce de Sídney inspiró a muchas generaciones de niñas a luchar por sus sueños.