El oro en la marcha se cocinó entre abrazos, dureza y lágrimas de Ruth Beitia: "Álvaro no paró ni a repostar para dejar a María con ventaja"

Queda una vuelta al circuito y Raúl Chapado, presidente de la Real Federación de Atletismo, resopla en la valla. "Aún no celebramos, hasta que no cruce la meta...", comenta a Relevo, desvelando que "María ha vomitado al final de la primera posta y puede pasar cualquier cosa". Pero la alegría se nota en el ambiente cuando aparecen por la zona, camino a la línea de llegada,Jacinto Garzón y José Antonio Carrillo, los entrenadores de Álvaro Martín y María Pérez. "Vamos a esperarlos", dicen con una sonrisa cada vez más amplia.

Se unen los reservas del equipo, Diego García Carrera, Laura García Caro, Paul McGrath y Raquel González, que se han levantado a las 4 de la mañana junto a sus compañeros para darles el último aliento durante la competición a pesar de quedarse fuera. Todos juntos se dirigen a una fiesta que está a punto de comenzar para celebrar un nuevo oro, esta vez olímpico, de Álvaro Martín y María Pérez en el estreno de los relevos mixtos de marcha.

Carrillo y Garzón, inseparables y cada vez más acostumbrados a terminar celebrando en cada competición donde participan sus atletas, no se pueden reprimir. Es un oro olímpico, el primero para ambos, y buscan una entrada al circuito entre las vallas. La encuentran, pero no tarda en aparecer Luis Saladie, español y miembro de la organización de la prueba, para frenarles: "No me entréis, que me tengo que tirar a por vosotros". Desde un lateral, ven el gran momento de María cogiendo con rabia la cinta de meta. Al otro lado de la valla y siendo obstaculizado por la seguridad, está Álvaro, que tiene que confirmar hasta tres veces que ese oro también es suyo y que le dejen celebrar.

Ambos se funden en un abrazo de rabia, de trabajo y de un sobreesfuerzo a los pies de la Torre Eiffel que pocos conocen. Como anunciaba Chapado, María terminó con problemas la primera posta, aunque hizo su mejor marca personal en los 10.000 metros. Pero Álvaro no terminó mucho mejor el segundo y decisivo relevo: "Lo que he sufrido en mi segunda posta...", cuenta extasiado. El extremeño, como subraya Carrillo, "no paró ni a repostar para poder hacer un último mil a morir y poder dejar a María con ventaja".

Llega el momento más especial, el abrazo de maestros y sus discípulos más aventajados que aguardaban Carrillo y Garzón al otro lado de la seguridad. María y Álvaro se abalanzan a sus técnicos en medio de la locura generalizada del equipo español. Un abrazo de unión de dos equipos que han pasado buena parte de la preparación para estos Juegos de manera conjunta. "Hemos hecho historia", dice María, mientras que Álvaro grita con rabia un "no se podía escapar, joder". Ruth Beitia, la última campeona olímpica española en atletismo hace ocho años, rompe a llorar, bandera nacional en cintura, mientras contempla la escena y las lágrimas todavía brotan más cuando puede abrazar al propio Álvaro.

Todos destacan el esfuerzo de María. La de Orce demostró toda su casta y, como comentan los entrenadores en medio de la alegría, "sacó fuerzas y se creció". Tanto que batió de nuevo su plusmarca de la distancia en el segundo parcial que le llevaba hacia lo más alto del podio. Después de la plata de Pérez y el bronce de Martín en la prueba individual, un éxito con dos españoles en los podios del 20 km marcha, se habían sacado la última espina: "Hoy suena el himno de España, hoy sí", jalea Jacinto Garzón, el entrenador de María.

En los corrillos junto a los nuevos campeones olímpicos, empiezan a llegar datos. "Los primeros en lograr la triple corona siendo campeones europeos, mundiales y olímpicos", "los primeros atletas que logran dos medallas en una misma edición de los Juegos", "la marcha española es la mejor de la historia" y un sinfín de halagos para un oro que vuelve a confirmar a esta disciplina como sinónimo de éxito para el deporte español. Y a Álvaro Martín y María Pérez como sus estrellas indiscutibles. Larga vida a la marcha.