Cuál es el origen de la llama olímpica y qué simboliza
Es uno de los símbolos más tradicionales y poderosos del evento. Su encendido y su recorrido se llevan a cabo siguiendo un estricto protocolo.
El espíritu amateur de los Juegos Olímpicos refleja la pureza del deporte, resalta la excelencia y el esfuerzo en lugar de los incentivos económicos o las recompensas materiales. Este enfoque fomenta un ambiente de competencia leal, donde los atletas no sólo buscan la gloria personal, sino también el honor de representar a sus naciones y culturas en uno de los eventos deportivos más importantes del mundo.
Muchos deportistas han coincidido en que participar de los Juegos Olímpicos es una experiencia única. Basta con repasar la lista de figuras que, ya siendo megaestrellas en su especialidad, dejaron de lado su interés personal en pos de representar a su país en el evento: Michael Jordan y el Dream Team de baloncesto de Estados Unidos en Barcelona 1992 o Rafael Nadal y Lionel Messi en China 2008, por citar algunos ejemplos ilustres.
Messi es tal vez el caso más emblemático de lo que un deportista está dispuesto a arriesgar por un lugar en esta cita deportiva. El rosarino ya se erigía como figura excluyente de Barcelona y los dirigentes del club no querían cederlo a la Selección argentina para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, ya que el equipo que por entonces dirigía Pep Guardiola estaba en plena pretemporada. Pero fue el propio entrenador el que ofició de mediador para conseguir el permiso del club, y el crack argentino no sólo participó, sino que se colgó la medalla de oro con sus compañeros de Selección. Fue todo un símbolo que evidencia el espíritu y el significado que representan los Juegos Olímpicos para cualquier deportista, sin importar los trofeos que haya ganado ni los millones que tenga en su cuenta bancaria.
Los Juegos Olímpicos están cargados de simbología: las banderas, los himnos nacionales, las medallas, los anillos.... Y sobre todo la llama olímpica que desde el pebetero ilumina a la ciudad anfitriona hasta el final de la competición.
Qué es la antorcha olímpica
La antorcha olímpica es el símbolo por excelencia de los JJOO. Es llevada por relevistas desde Olimpia, ciudad de Grecia que fue la cuna del olimpismo, hasta el lugar de celebración del evento. La llama se enciende durante una ceremonia en la que se utiliza un espejo parabólico para concentrar los rayos del sol.
El último recorrido de la antorcha y el encendido del pebetero son elementos protocolares obligatorios de las ceremonias de apertura de los Juegos Olímpicos, tanto de los de verano como de los de invierno. En consecuencia, el apagado del pebetero marca la clausura del evento.
El Comité Olímpico Internacional (COI) asegura que el recorrido es "la segunda herramienta de comunicaciones más importante después de los Juegos mismos". El Comité Organizador de cada edición del evento se encarga de proveer al COI de 40 antorchas que son trasladadas por distintos portadores en un largo relevamiento, a través de varios países antes de llegar al estadio en el que se llevarán a cabo los Juegos.
El relevo de la antorcha olímpica tiene como objetivos promover la unidad y la paz entre las naciones, además de difundir el espíritu olímpico y los valores de los Juegos. Su recorrido transmite un mensaje de fraternidad entre los pueblos y la llegada de la antorcha olímpica al estadio anfitrión marca el comienzo oficial de los Juegos Olímpicos.
Las antorchas están construidas para resistir los efectos del viento y la lluvia. Habitualmente tienen un diseño único que refleja la cultura del país anfitrión, confeccionadas con diferentes metales y materiales resistentes al calor (aluminio, acero inoxidable u otros metales ligeros). El diseño suele tener una estética tradicional, pero la antorcha utilizada en los JJOO de Londres 2012 rompió con lo esperado: se trató de un diseño perforado de color dorado, apodado irónicamente como "el rallador de queso".
Cuál es el origen y la historia de la antorcha olímpica
Los orígenes de la antorcha olímpica se remontan a la Antigua Grecia, donde el fuego se mantenía prendido en las sedes donde se celebraban los Juegos. Esta tradición está vinculada al mito del titán griego Prometeo, que robó el fuego de los dioses en el tallo de una planta para regalárselo a la humanidad, a pesar de la oposición de Zeus.
El concepto moderno de la llama olímpica se originó en los Juegos Olímpicos de 1928 en Ámsterdam, pero fue en la Alemania nazi, durante los Juegos de Verano de 1936, cuando se incorporó el relevo, inspirado en una tradición antigua que involucraba carreras con antorchas en Grecia. El primer relevo viajó por tierra desde Olimpia hasta la capital alemana, pasando por Atenas, Sofía, Belgrado, Budapest, Viena y Praga. En el transcurso de doce días, la antorcha fue pasando de mano en mano a lo largo de 3.000 kilómetros. Cómo símbolo de los Juegos, la llama olímpica debe permanecer prendida durante los días que dure la competición.