ENTREVISTA

Víctor Muñoz y su debut marcando a Maradona: "Con Menotti me decían: 'no vas a jugar, quiere a gente que la toque"

Lleva años sin entrenar, pero el exfutbolista y técnico aragonés sigue respirando fútbol: recuerda sus días en un Barcelona "que debió marcar época" y hace diagnóstico del Zaragoza.

Víctor Muñoz, en el Real Zaragoza./ARCHIVO
Víctor Muñoz, en el Real Zaragoza. ARCHIVO
Mario Ornat

Mario Ornat

Víctor Muñoz (Zaragoza, 1957) fue uno de los iconos del FC Barcelona y la Selección española de los años 80: un mundo en el que el presidente José Luis Núñez fichaba a los mejores entrenadores y jugadores del momento, pero al Barcelona se le resistía la Copa de Europa y en España la Liga se la quedaban la Real Sociedad y el Athletic, primero, y después la Quinta del Buitre madridista. Un tiempo en que los mundiales y las Eurocopas caracterizaban a España con la furia y la frustración, las dos con mayúsculas. Cuando en Can Barça, Johan Cruyff aún era el pasado y todavía no el futuro.

Formado en el equipo de los Salesianos en Zaragoza, hasta que a los 18 años se incorporó al Deportivo Aragón, Víctor vivió la etapa final de los legendarios Zaraguayos en La Romareda y salió traspasado en 1981 al Barcelona. De azulgrana hizo casi toda su carrera, antes de probar el fútbol italiano en la Sampdoria, un breve paso por el Saint Mirren escocés y la vuelta al Zaragoza para ayudarlo a salvar la categoría en la agónica promoción contra el Murcia en 1991. Fue el primer director deportivo del club tras su conversión en sociedad anónima y después arrancó una carrera de entrenador que, confiesa, no ha colmado sus expectativas. Sigue respirando fútbol, como cuando era el pulmón del Barça y de España.

Uno sospecha cierto edadismo en el mundo de los banquillos y anda en busca de pruebas. Le leí que como entrenador usted estaba descatalogado... y aplicamos el sesgo de confirmación.

Más que nada lo decía porque nunca he querido entrar en el mundo de los representantes. Me refería a eso. Tampoco he buscado a nadie. Si alguien me quería, que me buscasen a mí. Esa ha sido mi filosofía como entrenador, que igual ha sido errónea, pero ha sido así. No he sido capaz de elegir al mejor representante para que me abriera las puertas de algún equipo que a mí me gustase y me ilusionara. Por eso no entreno actualmente. No hay un proyecto que realmente me ilusione y me mueva a entrenar. No sólo en lo futbolístico, sino en todo. Algo que me diga que merece la pena. Y aquí estamos...

Parece una postura arriesgada en un mercado en el que el peso de las agencias se antoja mayor que nunca.

El mundo del fútbol ha cambiado mucho, pero en el fondo es igual: los entrenadores se mueven a través de sus representantes y de su propio trabajo. Si tienes un buen representante tienes mucho ganado y muchas puertas abiertas. Yo creo que el agente debe buscarte a ti, y no tú a él. Pero hay muchos entrenadores que son ellos quienes buscan al representante. Y hacen bien: eso les da trabajo y equipos.

¿Echa de menos estar en un banquillo?

Pues sí. Lo echo de menos pero tampoco me vuelvo loco. Siempre estoy viendo fútbol, me atrae todo lo que tiene que ver con la competición, con los entrenamientos. Antes era una necesidad. Cuando dejé el fútbol estaba convencido de que me iba a comer el mundo entrenando, poniendo en práctica todo lo que había aprendido, lo que había visto, mi sabiduría futbolística en ese momento. Pero, poco a poco, he ido aplanando esa expectativa. Cuando empecé ponía la línea defensiva en medio campo: si me fallaba el línea, me podía ir a casa. Ahora igual era más sencillo con la tecnología.

"Echo de menos el banquillo, pero tampoco me vuelvo loco ni lo he buscado: cuando dejé el fútbol estaba convencido de que me iba a comer el mundo, pero poco a poco he ido aplanando esa expectativa"

Víctor Muñoz Exfutbolista y entrenador

Ha entrenado a equipos muy diversos en España, en Primera y en Segunda, en ligas como Grecia, Rusia o Suiza... y ganó títulos con el Real Zaragoza. ¿Por qué nunca ha dirigido Víctor Muñoz en el Barcelona ni ha estado dentro de su estructura?

He estado a punto de entrar, muy a punto. Incluso en los últimos años. Pero por circunstancias concretas no ha ocurrido.

Lideró un proyecto de formación en China en 2018 que sonaba muy bien. ¿En qué consistía aquello y cómo fue?

Era un programa para ver y formar jugadores en el que yo dirigía a un grupo de entrenadores, con Pichi Alonso conmigo, para aplicar más o menos la metodología futbolística del Barça. Era un trabajo muy interesante, pero la falta de seriedad de los dirigentes deportivos de la BS University de Hebei, que habían promovido la iniciativa, provocó que no saliera adelante. Era un proyecto de tres años, pero sólo estuvimos uno.

¿Sigue vigente el estilo Barça como concepto después de las variaciones con Luis Enrique, Xavi o ahora Flick?

En realidad la idea era más el fútbol español. Ahora mismo la metodología aplicada en los últimos años en el fútbol español se aplica ya en casi todos los países. Casi cualquier equipo que veas en cualquier lado trata de salir desde atrás jugando, tener la posesión... Es una moda cuyo precursor más claro ha sido Pep Guardiola y lo han imitado numerosos entrenadores de todo el mundo.

Usted jugó en el Zaragoza, España y en el Barcelona en los 80; en Italia cuando el 'calcio' mandaba en Europa; en Escocia cuando el fútbol británico era fútbol británico. El fútbol en cada país tenía personalidades distintas. ¿Han desaparecido esas escuelas, esas tradiciones?

Ahora se tiende en todos los lados a lo mismo: tener el balón, intentar jugar, defender hacia delante. Y quizás es también muy importante el impacto que ha tenido la aparición del VAR. Con la entrada de la tecnología en las circunstancias importantes, de fueras de juego, de gol, el fútbol está cambiando. Imagínate en la situación actual el fútbol que hacía Sacchi con el Milan: la presión que ejercían sus equipos, la sincronización de la línea defensiva... ahora serían casi infalibles. Luego ya los rivales buscarían la forma de jugarle de forma distinta: jugar más largo, interior-exterior e ir cambiando, duplicar las bandas, etc., pero aun con las injusticias por errores humanos, el fútbol ahora es más justo.

Víctor Muñoz, en un entrenamiento. ARCHIVO
Víctor Muñoz, en un entrenamiento. ARCHIVO

¿Por qué todos los equipos se empeñan en salir jugando desde su misma área? Ponen en peligro la salud de los aficionados.

Es una moda, eso lo primero, pero hay que aplicarlo si tienes calidad para hacerlo. Además, esto se trabaja en los entrenamientos. Si lo haces en los partidos es porque antes lo has trabajado y te sale. Si no, no lo pones en práctica. Es una forma de atraer a los rivales para dejar más espacio en los lugares a los que vas a llegar para atacar, y así aumentar las posibilidades. Pero los equipos buenos que hacen esto lo hacen convencidos, aun arriesgando frente a una presión como la del Liverpool, que es agobiante. Y pese a eso siguen intentando jugarle así. No todos, porque algunos juegan en largo y buscan empezar la jugada más cerca de la portería adversaria. Pero es la moda que se ha instaurado ahora. Algún día la cambiará un equipo, pero tiene que ser un equipo que gane haciendo algo distinto. Si el Liverpool tiene éxito, con su presión, jugando muy rápido, llegando muy rápido, y haciéndolo todo bien... O el Barcelona, que hasta hace unas semanas era el equipo tipo. Ahora se le ha caído el cartel y parece que ya no es lo que era.

¿Ha cambiado la posesión con pases horizontales por una mayor verticalidad?

Se llegó a un momento en que el fútbol consistía sólo en la conservación de balón, sin llegar a las porterías, sin disparar, sin gol. Esto tampoco valía. Y, además, es aburrido para el espectador. El fútbol tiene que ser rápido, tener la agilidad del pase corto y el pase largo e ir intercambiando diferentes maneras de jugar. Para que al final haya gol y acercamiento a la portería adversaria. Y si hay alternativas entre los dos equipos, si el juego es más rápido, muchísimo mejor. Pero esto no es tan sencillo: se trata de mantener la pelota y encontrar el momento adecuado para atacar.

¿Jugaría ahora su equipo ese fútbol de posesión que está de moda?

Sinceramente, si tuviera jugadores, sí. Vería si es posible hacerlo o no, porque realmente tienes que entrenarlo y ver si tus jugadores son capaces de aplicar la metodología que quieres inculcarles. Porque si no tienes jugadores, y no tienes la capacidad de comprar lo que no tienes... es más difícil. Si no tienes jugadores de banda pues tendrás que usar carrileros, o ponerlos en otro sitio. Pero la banda sigues teniendo que usarla. Así que hay que buscar la fórmula que mejor vaya a tus futbolistas y que pienses que sea la mejor para aplicarla en ese equipo y en la competición. Porque esa es otra: cada competición es distinta.

"A Lamine Yamal se le puede perdonar todo, porque tiene 17 años y su fragilidad tiene que salir en algún momento: lo que hace no es normal a su edad"

Víctor Muñoz Ex futbolista y entrenador

Ha mencionado de pasada el momento de duda del Barcelona de Flick y lo analiza de manera habitual en las páginas de 'Mundo Deportivo'. ¿Cómo interpreta la crisis de resultados actual?

Hay que buscarla en la inconsistencia de la juventud, pero nunca hay una sola razón. El equipo es muy joven y lógicamente tiene que ser irregular. Tuvo una serie de partidos en los que fue superior, ganó al Bayern, al Real Madrid... y parecía que tenían la piedra filosofal. Pero hemos visto cómo varios equipos modestos, como Las Palmas o Leganés, les han puesto en aprietos. Y, sin embargo, contra equipos grandes y en Champions han vencido con más facilidad y jugado con más soltura.

En sus artículos ha defendido desde principio de temporada que Madrid, Barcelona y Atlético van a estar muy igualados en la lucha por el título y que puede ser para cualquiera.

Hay que ver cómo está el Atlético últimamente. Tiene jugadores, tanto en el campo como fuera, que le permiten optar a la Liga sin ningún reparo esta temporada. Me parece que las tres plantillas tienen un potencial similar para ser campeones de Liga o de Europa. El Atlético parecía descartado hace unas semanas y ahora ya está metido ahí. Y si los jugadores realmente se lo creen, pueden estar ahí.

Al margen de los goles de Lewandowski, el Barcelona parece girar en torno a la inteligencia de Dani Olmo y la genialidad de Lamine Yamal. ¿Qué le atrae más como espectador y como técnico?

A Lamine se le puede perdonar todo, porque es un chaval de 17 años. En algún momento tiene que salir su fragilidad, porque lo que hace no es normal a su edad. Hay otros jugadores, como Dani Olmo, que ya están maduros. Hay que sacarle todo el partido porque ya lleva varias temporadas en las que se ha fraguado bien, en países con un fútbol diferente, muy duro, y tiene un potencial tremendo: lo está demostrando en la Selección, también en el Barça, y lo que tiene que tener es continuidad. Es lo que le ha faltado, porque no estaba inscrito al principio, por alguna pequeña lesión y porque Flick está haciendo a veces algunas rotaciones un poco sui generis.

Usted se marchó a jugar a la Sampdoria ya al final de su carrera y cuando los futbolistas españoles apenas salían. Dani Olmo ha sido el caso opuesto. ¿Cuánto ha cambiado la forma en que llevan sus carreras los jugadores?

Imagino que, aconsejado por su padre, Dani Olmo vio las posibilidades que le daba ir a jugar al Dinamo de Zagreb. Ya tenía cierto recorrido y había mostrado sus capacidades en los equipos inferiores del Barça. Y, después, ha ido superándose y haciendo su carrera y ha vuelto al máximo: el Barcelona y la Selección. El suyo es un camino distinto. El mío fue al revés: acabé en Italia, tras terminar mi etapa en el Barcelona, por interés propio, porque tenía interés en conocer el fútbol italiano. Pude ir al Inter, pero no salió: ficharon a Mattheus y a Brehme y yo tuve que ir a la Samp. Disfruté del fútbol italiano y lo conocí por dentro. Entonces era como ahora irse a la Premier League: allí estaba la panacea del fútbol. Ahora Inglaterra tiene más ingresos, los derechos de televisión son muchísimo mayores y, lógicamente, el dinero atrae a los mejores jugadores.

¿Tiene la sensación de que el fútbol era antes de los jugadores y ahora lo controlan mucho más los entrenadores?

Yo creo que el fútbol siempre es de los jugadores. Indudablemente el entrenador puede modificar un equipo en algún momento, durante una etapa. Pero, al final, el equipo que tiene buenos jugadores es el que tiene que conseguir éxitos. El entrenador puede ayudar a mejorar a los futbolistas, pero creo que ningún equipo puede conseguir títulos si no tiene buenos jugadores.

La tecnología, la capacidad de estudiar los rivales, preparar los partidos... ¿todo eso no ha igualado más el fútbol?

Es la exigencia que te da el propio trabajo de la gente que está al lado de los profesionales. No controlar los datos, metros, velocidades, rasgos físicos... eso hace que no estés a la altura de los mejores. Se analizan datos, incluso a través de inteligencia artificial, pero después el campo y el jugador es quien realmente finaliza y acaba las jugadas. La tecnología te ayuda pero no gana los partidos.

Jugó a las órdenes de técnicos de todas las escuelas: de Boskov a Leo Beenhakker, Udo Lattek, Terry Venables, César Luis Menotti, Miguel Muñoz... ¿alguno le dejó una huella que haya perdurado en su estilo como entrenador?

Todos. De todos se aprende. Incluso lo malo también. Te das cuenta de lo que no tienes que hacer o aplicar. O te preguntas por qué lo ha hecho, razonas por qué hace determinadas cosas. De todos he aprendido y de todos he intentado extraer las cosas positivas o aquello que no debería hacer.

A Boskov lo tuvo en dos épocas y equipos diferentes, ¿fue en ese momento el más distintivo o innovador?

Lo tuve en el Real Zaragoza, cuando yo iniciaba mi etapa profesional, y después en la Sampdoria ya cuando estaba cerca de la retirada. Y él trabajó durante una época muy dilatada y en equipos muy grandes, como el Real Madrid; también estuvo en el Nápoles, en la Sampdoria varias veces. Tenía cosas distintas. Rompió mucho con sus entrenamientos, les daba mucha iniciativa a los jugadores, cambiaba también su manera de jugar en algunos equipos según los futbolistas que tuviera para hacerlo... Su forma de entrenar fue lo que más me llamó la atención: aplicaba juegos a la preparación. Y le salió realmente bien, tuvo mucho éxito.

En el Barcelona pasó de un técnico prusiano y físico como Udo Lattek al estilo etéreo y distinto de Menotti. ¿Cómo fue esa transición?

Cuando Lattek se marchó del Barcelona, mis compañeros me decían: "¡Ahora te vas a quedar sin jugar, eh... que llega un entrenador que va a querer gente que la toque!". Bueno, creo que Menotti sólo me quitó un partido y después ya siempre me puso. Además, él manejaba un grupo muy reducido de jugadores, 16 o 18, cuando la plantilla era muy larga y en el Barcelona tenía igual 24 internacionales.

¿Cómo fue el paso del Zaragoza a ese Barcelona con estrellas internacionales como Schuster, Maradona...?

Mi debut en el Barça, en el Camp Nou, fue marcando a Maradona al hombre, en el homenaje a Charly Rexach (en septiembre de 1981, en un partido entre el Barcelona y la selección de Argentina). Maradona iba a buscar la pelota casi hasta el área, para que se la diera Passarella. Y yo no sabía si acercarme hasta allí marcándole encima o esperarlo en el medio campo. Al final lo esperaba en el medio campo y después ya lo cogía... es un recuerdo que tengo de esos primeros días.

Se contaba, no se sabe si como leyenda urbana, que cuando usted llegó al Barcelona los veteranos intentaron plegarlo físicamente en los entrenamientos... y usted los tumbó a todos corriendo.

No lo recuerdo, pero a Lattek le gustaba un fútbol muy físico y sus entrenamientos se basaban mucho en la carrera. Yo en velocidad no era tan rápido, pero en la resistencia estaba mi fuerte. Claro, era lo que tenía que hacer para ganarme un sitio. Lógicamente yo me daba cuenta de eso. También había que jugar al fútbol, porque eras un jugador de fútbol, pero lo mío era colaborar con las figuras, con los futbolistas que podían finalizar y resolver los partidos. Yo lo podía hacer también, pero con mis limitaciones. Tenía otras cualidades. Además en esos años ya había empezado a estudiar Educación Física y en los entrenamientos aplicaba esos conocimientos. A veces mi comportamiento parecía enfermizo, no sé, en la forma de estirar, las recuperaciones activas que entonces aún no se utilizaban... En ese aspecto fui un adelantado.

¿La formación y la preparación siempre le atrajeron mucho?

Sí, siempre. Estudié Magisterio primero, pero en Zaragoza también me metí en Empresariales. Cuando me fui al Barcelona empecé con INEF (el actual CAFD, grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte) y hasta hice algo de Derecho. La suerte que tuve es que a Menotti le gustaba entrenar por la tarde. Ponía los entrenamientos en horario de tarde y eso me permitía ir a clase por las mañanas.

Schuster y Maradona juntos, aparte de todos los demás. Es difícil explicar a quien no los viera lo que eran esos dos futbolistas. Y no sé si es más difícil explicar por qué no llevaron al Barcelona a lo máximo.

Yo creo que aquel equipo, con Maradona y Schuster, podría haber marcado una época. Pero hubo circunstancias que lo impidieron: las lesiones de Schuster, las lesiones de Maradona, la hepatitis, su salida del club... Siempre pasaba algo. Viendo lo que Maradona fue posteriormente en Nápoles, si se hubiera quedado en el Barça... con un Maradona estable, con Schuster y con los demás jugadores que estábamos ahí y que también teníamos mucha calidad, habría marcado una época.

Cuando usted jugó en la Sampdoria se enfrentó con él ya en el Nápoles. ¿Había mucha diferencia respecto al Diego de Barcelona?

Sobre todo la madurez. A Barcelona llegó con 19 o 20 años, después del Mundial 82. Era muy joven, tuvo lesiones, la hepatitis... Después se transformó. Su plenitud fue alrededor del 86, en el Mundial de México. Si hubiera estado del 82 al 90 en el Barcelona, habría tenido una época muy fructífera y de gran impacto en el fútbol, por la calidad que tenía y por lo que había alrededor. El Nápoles tuvo que ficharle muchos jugadores, en Barcelona los tenía y podría haber incrementado su nivel.

¿De los años de Víctor Muñoz en la Selección le quedó la idea de que aquella generación daba para llegar más lejos?

Yo tenía muchísima ilusión en el Mundial 82. Pero en mayo de 1981, en el Bernabéu contra el Madrid, me rompí un quinto metatarsiano. E ineludiblemente tenía que reposar 40 días para que el hueso se curase. Me frustró mucho no poder jugar. Estuve intentando recuperarme, ver si había alguna forma de que el hueso consolidase antes de lo normal, poder apoyar, entrenar y estar en la Selección. Pero ya me borraron de la lista y desapareció esa posibilidad. Después tuve la suerte de ir a México 86 y al menos viví esa ocasión y tuve la posibilidad de ser importante en el equipo de España.

"A Menotti le gustaba entrenar por la tarde y eso me permitió sacar Educación Física: luego lo aplicaba al entrenamiento y, como hacía cosas que no se estilaban, lo mío parecía enfermizo"

Víctor Muñoz Exfutbolista y entrenador

Quién sabe si esa lesión no le salvó la carrera internacional: el fracaso de España 82 provocó un relevo generacional muy importante cara a la siguiente Eurocopa del 84.

Puede ser, puede ser. Hubo un cambio generacional porque no hubo éxito. Y al no lograr un resultado esperado, llegar a semifinales o a la final o incluso ganar el Mundial en casa, lógicamente eso provocó que la mayoría de jugadores salieran de la Selección. Creo que sólo quedaron dos, Gordillo y Camacho (también Arconada). Después de la salida de Santamaría como seleccionador entró Miguel Muñoz, contó conmigo desde el principio, ganamos a Inglaterra en Wembley, donde Inglaterra llevaba mucho tiempo sin perder, y eso ya supuso un gran impacto. Fuimos subcampeones en Francia-84. Y yo tuve continuidad ya hasta el 88, cuando también jugué la Eurocopa.

Hemos mencionado su paso del Barça a la Sampdoria y coincidió que, en esos años, ambos clubes vivieron una suerte de rivalidad culminada en la final de la Copa de Europa en Wembley en 1992.

Con la Samp ganamos la Copa de Italia en 1989 al Nápoles de Maradona, precisamente; y perdimos la primera de las dos finales de la Recopa que jugamos consecutivas: en 1989 caímos contra el Barcelona y al año siguiente le ganamos al Anderlecht. Pero en esa segunda yo ya no jugué. Teníamos grandes jugadores, Pagliuca, Vialli, Mancini, Vierchowood, Toninho Cerezo, Chiesa entró el segundo año, vino Katanec que fue quien me quitó el puesto a mí...

Víctor Muñoz levantó títulos como jugador y, como técnico, una Copa y una Supercopa en la primera de sus dos etapas en el Real Zaragoza. De hecho, nadie más ha vuelto a ganar un título con el Zaragoza.

¡A ver quién me quita ese honor! Espero que sea pronto, porque el Zaragoza necesita volver a ser lo que fue. Y si logra algún título será que ha vuelto donde debe estar.

¿Ve al Zaragoza subiendo en algún futuro que nos incluya?

Lo veo habitualmente. Siempre veo al Zaragoza. Me parece que no tiene el suficiente potencial como para marcar diferencias. Y el Zaragoza, si no tiene un potencial superior al resto, lo pasa mal. Es un equipo grande en Segunda División y todos los equipos le juegan con una intensidad diferente. No es lo mismo jugar contra el Zaragoza que contra el Albacete. Pasa igual que con el Real Madrid y el Barcelona, pero en Segunda División. Así que tienes que tener un equipo con un potencial alto para poder responder a eso, superar la presión que supone jugar en La Romareda.

¿La clave es fichar mejores jugadores?

Naturalmente, en Segunda División es así. Con jugadores de Primera, en Segunda, se sube sin duda. Es complicado, porque ahora mismo el Zaragoza ya es un equipo de Segunda División, es ahí donde está hace años. Por mucho que la ciudad no lo sea, que sea una ciudad maravillosa, un lugar formidable para vivir y tenga una alcaldesa magnífica (se ríe)... pues llevamos trece años en Segunda.

Aclaremos que la referencia a la alcaldesa Natalia Chueca se justifica porque es su sobrina. Incluso apareció en algún acto con ella relacionado con la construcción de la nueva Romareda.

Hice campaña por mi sobrina porque sabía de su alta capacidad en todos los aspectos y desde luego para la gestión. Ella ha apostado fuerte, sabiendo lo que es el fútbol y sabiendo, porque lo ha vivido de alguna manera, la importancia que tienen La Romareda y el Zaragoza para la ciudad. Ha apostado y bueno, Zaragoza ya es sede oficial del Mundial de 2030... con el equipo en Segunda División.

El matiz no es cualquier cosa...

Bueno, pero el Real Zaragoza tarde o temprano estará en Primera. A ver quién lo consigue. Pero tiene que estar en Primera División. Y que no sólo sea el campo lo que genere ilusión, sino también el equipo. Como ha sido siempre y como obliga su historia.