Para entrenar a la Real Sociedad B, al Castilla, al Barça Atlètic... no vale cualquiera: "Hay puristas de un lado y del otro"
Formar parte de una estructura tan grande te permite trabajar más y mejor que el resto de equipos, pero las necesidades del club generan una inestabilidad en el trabajo diario.

Nadie espera nada de los equipos filiales en lo que a resultados se refiere. Su objetivo primordial no es el de competir, sino nutrir de jugadores de calidad al primer equipo en caso de necesidad. Al menos, en teoría. "Existe un gran debate al respecto y podríamos estar hablando días sobre este tema", zanja alguien como Jordi Roura, otrora mandamás de La Masia. El filial es el último eslabón de la carrera de formación. Es un equipo distinto por diversos factores. Primero, por la juventud de la plantilla, que te da, por un lado, inexperiencia, pero por otro, máxima ilusión, ganas de crecer y de mejorar. No hay que olvidar, en ningún caso, la dependencia que se tiene del primer equipo. Además, tener estructuras tan grandes permiten trabajar más y mejor que los demás, con más medios tanto humanos como de infraestructura en lo que a campos, gimnasios y material deportivo se refiere. Pero, ni mucho menos, son todo ventajas. Muchos de los chicos son habituales en el primer equipo, sobre todo en los entrenamientos. Y eso hace que se cree una inestabilidad en el trabajo diario.
El José Luis Orbegozo será hoy, a partir de las 18.00 horas, el escenario de uno de los partidos más atractivos de la jornada en el grupo 1 de Primera RFEF. El principal campo de fútbol de Zubieta lucirá sus mejores galas para acoger el choque entre la Real Sociedad B y el Barça B. Un duelo de filiales, con todo lo que eso supone. Zubieta contra La Masia. Dos de las mejores canteras del fútbol europeo frente a frente. La afición lo sabe y por eso acudirá en masa a presenciar un choque especial. "Siempre hay una gran expectación cuando juega un filial. Cuando ibas a ciudades como León, Palencia o Zamora, a enfrentarte a sus primeros equipos, en el campo no cabía un alfiler. Se notaba un ambiente especial. Ibas con una plantilla en la que había jugadores internacionales, sub-21, sub-19 y había un runrún Se generaba una expectativa, pero te trataban de pipiolos", recuerda Alberto Iturralde, el segundo de Martín Lasarte en la Real que logró el ascenso y que antes había trabajado mano a mano con Eizmendi en el filial blanquiazul.
Jordi Roura también se daba cuenta de eso, pero siempre ha tenido claro que "el objetivo de la clasificación no es tan importante". Siendo consciente de que "todo el mundo intenta quedar lo mejor posible, competir, a mi modo de entender, no es el objetivo prioritario", reitera el que fuera mandamás de La Masia para quien "la formación es lo más importante, que esos chicos que, generalmente, son muy jóvenes, vayan adquiriendo confianza y experiencia. Es el último paso a dar para el gran salto a lo que es la élite", puntualiza. Estima, por todo esto, que un filial es "muy diferente" al resto de equipos de la competición. En su opinión, "la gestión, el día a día, la metodología, todo es diferente porque estás siempre a expensas del primer equipo y de las decisiones que se toman en él", explica. Así las cosas, los filiales "tienen muchas peculiaridades que los hacen distintos, tanto en el día a día como a nivel de objetivos".

En este sentido, no cualquier entrenador puede serlo de un equipo filial. "Son entrenadores, no diferentes, pero sí que tienen que tener claras muchas cosas", sostiene alguien que se convirtió en la mano derecha del añorado Tito Vilanova en el Barcelona. "Aquí, muchas veces, se prioriza la formación, y cuando hablo de formación, puede ocurrir que muchos fines de semana, por necesidades del primer equipo, te falten jugadores o no puedas echar mano del equipo en el que tú, mentalmente, piensas", advierte. Por este motivo, "tienes que adaptarte y repito, el objetivo principal de un filial es la formación y que estos jugadores adquieran experiencia y que puedan dar el salto lo más rápido posible. Y esto, a veces, a los entrenadores, que todos quieren ganar, obviamente, les cuesta entenderlo. Es muy importante que el entrenador lo tenga asimilado, claro y se le explique cuál es la situación que se va a encontrar, que es distinta a la situación que se pueda encontrar en otro equipo", confirma Roura.
"El objetivo principal de un filial es la formación y que estos jugadores adquieran experiencia y puedan dar el salto lo más rápido posible. Y esto, a veces, a los entrenadores, que todos quieren ganar, obviamente, les cuesta entenderlo"
Alberto Iturralde, en su día segundo de Jose Ramón Eizmendi en la Real Sociedad B y también entrenador del segundo equipo del Real Unión, opina de la misma manera que Roura. "Todo tiene su lado bueno y su lado malo. Entrenar a jugadores con proyección, con una ilusión tremenda, eso entra dentro de los pros. Y tú como entrenador siempre tienes que tener muy claro dónde estás y para qué estas. Si tu objetivo es quedar campeón, o entrar en el playoff cueste lo que cueste, es que te has confundido de sitio", advierte. "Tienes que saber que estás en una estructura de formación. Claro que compites para quedar lo mejor posible, indudablemente, pero tienes que saber que igual te pueden quitar jugadores para el primer equipo, jueguen o no. Van con el primer equipo y punto", remarca.
"Es lo mejor que te puede pasar, que estés formando jugadores y que el primer equipo tire de ellos. En mi etapa del Castilla hubo varios jugadores que estuvieron arriba y la mayoría de ellos han estado jugando en la elite"
Recuerda que estando en Irún hubo un cambio de entrenador arriba y se llevó a seis jugadores del filial del conjunto fronterizo. "Tres fueron a la grada. ¿Te da rabia? Puede, pero sabes que el primer equipo marca", asume. De hecho, para Miguel Ángel Portugal, en su día entrenador del Castilla, "es lo mejor que te puede pasar, que estés formando jugadores y que el primer equipo tire de ellos. En mi etapa del Castilla hubo varios jugadores que estuvieron arriba y la mayoría de ellos han estado jugando en la elite y a gran altura. Para nosotros es un orgullo ver que nuestros jugadores han mejorado, que les has preparado para que lleguen arriba y que se acuerdan de ti. Eso es bonito", analiza. De la misma opinión es Imanol Idiakez, ahora sin equipo tras su traumática salida del Dépor. "Es una buena noticia para el entrenador del filial cuantos más jugadores consigan eso. Es verdad que, si te fijas en el resultado de tu equipo, igual sales perdiendo, pero yo viví con la máxima alegría cada jugador que pudo alcanzar su ilusión y en mi caso, que yo también fui jugador de un filial, sabía perfectamente lo que significaba eso. Es verdad que tiene pros y contras, pero es un trabajo muy bonito", reitera.
Compatibilizar formación con ser competitivo
¿Qué valores se manejan en las categorías de menores? ¿Importa ganar o darle una formación al chico en el deporte? Los entendidos en la materia lo tienen claro y son muchos los que hablan de una "formación competitiva". Jordi Roura asume que "no es fácil" compatibilzarlo, pero cree a pies juntilla "que es necesario". "Aquí hay un gran debate. Hay puristas de un lado y del otro. Creo que hay que encontrar el equilibrio, que hay que formar compitiendo porque, al final, los jugadores que están en un gran club, no nos engañemos, tienen que acostumbrarse a competir", argumenta. Es más, "cuando lleguen arriba, a la élite, la exigencia es máxima y en estos clubes hay que ganar sí o sí. Creo que es necesario que en todo ese proceso formativo conozcan lo que es la presión de tener que ganar. ¿Es lo más importante? No, pero es importante que compitan, que sepan las exigencias que se encontrarán. Es un gran debate, pero como todas las cosas en la vida, hay que encontrar un equilibrio y formar compitiendo", sostiene.
"Hay que formar compitiendo porque, al final, los jugadores que están en un gran club, no nos engañemos, tienen que acostumbrarse a competir. Cuando llegan a la élite, la exigencia es máxima y en estos clubes hay que ganar sí o sí".
Entiende, en este sentido, que "es el mensaje más difícil de trasladar". Pero, a pesar de todo, Roura defiende que "para formarse hay que competir. Hay que, utilizando una expresión de la calle, apretar el culo a veces y esto forma parte del fútbol. Cuando estén en la elite, la exigencia es máxima. A un jugador no lo van a matar porque un día pierda un partido, ni mucho menos, pero se le tiene que exigir porque a través de la exigencia viene la mejoría. Obviamente, hay edades y edades. No es lo mismo estar en un infantil que cuando estás, en este caso, en el Barça B, a las puertas de un primer equipo", deja claro.

Iturralde es de la misma opinión. "El resultado y la competición, sobre todo esta última, es un tema que está incluida en la formación. No se puede excluir el competir de la formación porque, al final, se forma para competir. Pero sí es verdad que tampoco es lo determinante, como puede ser en un primer equipo. No tienes que hacer todo por ganar. Estás cerca de la competición, estás cerca del primer equipo, pero todavía estás en formación y hay que saber lo que estás haciendo", advierte el ahora entrenador del Pasaia, equipo de Tercera División. Idiakez, por su parte, también habla de "formación competitiva". Y se explica: "Estás formando para el máximo nivel. En un filial, la competitividad y el resultado también es importante. Siempre lo es. Ahí estás muy cerca del rendimiento máximo. Es una mezcla. El resultado no tiene el 100% de urgencia que puede tener un primer equipo, tiene un poquito menos", analiza.
"No se puede excluir el competir de la formación porque, al final, se forma para competir. Pero sí es verdad que tampoco es lo determinante, como pueda ser en un primer equipo. No tienes que hacer todo por ganar"
El filial, por decirlo de alguna manera, es el último escalón y, en opinión de Miguel Ángel Portugal, "lo que tienes que hacer es prepararles, por si algún día dan el salto, que estén preparados para ello, para competir, que sepan competir como nosotros les enseñamos, primero contra ellos mismos, para que mejoren. Además, tienen que competir con sus compañeros. En una plantilla no juegan todos y tienen que competir con sus compañeros y también enseñarles a competir contra el rival. Son las tres fórmulas que en un periodo de formación son importantísimas para el jugador", enumera el que fuera entrenador del Castilla de los Álvaro Benito, Tote, Sandro, Mista, Rivera, Esteban Cambiasso, Granero, Arbeloa y compañía.

Para Portugal, en un filial puede haber dos tipos de futbolistas, aquel que es un tanto conformista y el que es demasiado egoísta y no comprende lo que son las reglas del juego, la solidaridad, el compañerismo. "Ni exceso de conformismo ni exceso de egoísmo, todo en su justa medida", apunta sobre el ideal de un jugador que tiene que convivir con la presión, lo mismo que cualquier otro futbolista de un equipo. "Es una presión distinta", considera Roura. "El jugador del filial tiene una presión interna, tiene que demostrar que está capacitado para, el día de mañana, estar en un gran equipo. Esa presión es fuerte, es grande. La presión en los otros equipos es diferente. Son profesionales y tienen que sacar un resultado y según el rendimiento que tengan, hay contratos de por medio, familias... Es otra exigencia distinta, pero creo que presión y exigencia en el fútbol siempre hay. Hay gente que dice que los entrenadores, por ejemplo, en Tercera División no tienen presión. ¿Cómo que no? Claro que la tienen. Igual tiene más presión que un entrenador top ten que tiene la vida resuelta. Presión tienen todos, distinta porque las circunstancias son distintas, pero presión y exigencia siempre hay", considera alguien que sabe de qué va esto.
"El jugador del filial tiene una presión interna, de que tiene que demostrar que está capacitado para estar en un gran equipo. La presión en los otros equipos es diferente. Tienen que sacar un resultado porque hay contratos de por medio, familias..."
En lo que sí coinciden es en destacar la posibilidad de ocuparse de futbolitas que pueden convertirse en estrellas del futuro. "Trabajas con jugadores que se presuponen que un día van a jugar en el Real Madrid y por eso se les ficha, porque tienen unas capacidades y unas condiciones adecuadas para, con la mejora, algún día poder llegar al primer equipo. Eso es la diferencia con los demás equipos", plantea Miguel Ángel Portugal. Para el técnico burgalés, "en la formación está la mejora. Tienes que procurar que todas esas condiciones y esas capacidades por las cuales ellos están ahí, las mejoren, y que con esa mejora, tengan opciones de dar el último salto y una vez que lo den, demostrarlo. No solamente es llegar, es permanecer". En este sentido, esgrime Portugal que "es bonito verles cómo con esas edades se desempeñan dentro del juego y luego verles la mejora, pero sobre todo en esa preparación final para que algún día puedan dar el salto al primer equipo y cuando lo hagan, que nadie se sorprenda de lo bien que lo hacen como lo está haciendo Ausencio o lo puede hacer Chema o Lorenzo Aguado… Que no se les note que no están preparados", explica.