El sufrimiento de Idiakez por cómo el Dépor le echó y se fue con sus cosas en bolsas de basura: "Es una metáfora de cómo las personas somos usadas y tiradas"
Imanol Idiakez analiza en Relevo su "incoherente" salida del club gallego, una decisión de la que todavía trata de recuperarse.
Imanol Idiakez llega puntual a la cita, lo hace esbozando una amplia sonrisa. Dicen que la procesión va por dentro. Quizá sea el caso de este entrenador guipuzcoano que sigue con inmerso en el proceso de asimilar que ya no es el entrenador del Deportivo de La Coruña. "A pesar de mi experiencia, esto no lo vi venir", asegura un todavía incrédulo Idiakez, el entrenador del retorno al fútbol profesional del equipo coruñés. No le valió de mucho. Se le hace difícil vez un partido de su ya exequipo y no poder seguir dirigiendo a los Yeremay, Mella, Lucas Pérez y compañía. No quiere hablar de justicia en esto del fútbol. No le queda otra que reponerse y encontrar un nuevo reto que le apasione tanto o más que el del Dépor.
¿Cómo estás?
Han pasado ya un par de meses prácticamente y bien, poco a poco. Es un proceso. Siempre que hay un hecho como un despido, evidentemente, uno pasa por un proceso. Primero es el dolor solo, normalmente, sobre todo en circunstancias como esta, tan especiales, en sitios que te calan tanto, como me ha calado a mí el Dépor. Y luego es verdad que pasa el tiempo, pasan las semanas y bueno, te puedes ir encontrando con todas tus emociones, con análisis, con reflexiones, con culpas, con todas esas cosas tan humanas. Y la verdad es que estoy poquito a poco. Alguna vez me ha pasado que no he sido capaz de darme tiempo para vivir las cosas que había que vivir y esta vez estoy con la intención de dármelo para poder procesar bien lo que ha significado y en ello estoy. Ahora estoy sereno, estoy tranquilo y aprovechando para estar con la familia, para desconectar un poquito del estrés diario nuestro y para poder aprender. Creo que lo más importante es que podamos aprender de cada experiencia. Esta ha sido de las más potentes de mi vida y creo que puedo sacar buenas enseñanzas.
¿Cuánto de mal lo has pasado o te lo han hecho pasar?
Ha habido como fases. El inicio de la temporada pasada fue algo un poco lógico, que es esa búsqueda del entrenador en un sitio muy importante, un sitio que era muy emocionante porque el Dépor es un club emocionante por su gente, por la pasión tan grande que hay alrededor del equipo. Los primeros meses fueron esa mezcla entre el trabajo del entrenador de búsqueda y un poquito de frustración porque encontramos bastante rápido el equipo, algo que no es habitual para el entrenador, pero un montón de circunstancias negativas en forma de lesiones, sobre todo, nos condicionaron mucho la primera vuelta entera. Luego, a partir de noviembre, cuando ya veo que el club duda de mí, hay un periodo de supervivencia y luego pasa algo que no es nada habitual en el fútbol, que es que no perdemos ningún partido en toda la segunda vuelta, con lo cual empezó a extenderse una especie de euforia entre nosotros que concluyó con el ascenso y las celebraciones. Fueron dos partes muy diferenciadas. Esta temporada, el arranque fue con esa ilusión de volver al fútbol profesional del Dépor, con poder adaptarnos a la nueva categoría con una base muy importante del equipo de Primera RFEF, también con algunas lesiones al principio, también con algunas circunstancias en las que el viento no soplaba a favor, pero a nivel de entrenador, con sensaciones iguales, incluso mejores, que la temporada anterior, es decir, con el convencimiento de que estábamos haciendo bien las cosas y que el equipo iba a ir para arriba.
Y luego ese golpe tan inesperado de la destitución, porque la verdad es que así como el año pasado lo pude ver venir, este año no lo vi venir, creía que realmente el club y la propiedad confiaban en mí, que iba a tener tiempo para darle la vuelta a la situación. De la noche a la mañana me encontré con el despido. No ha sido fácil, pero la verdad es que estoy sereno y tranquilo. Y bueno, como te digo, aprender de la experiencia y tomar enseñanzas para el futuro porque no queda otra que pensar hacia adelante.
¿Cómo se asimila esto?
Esto lo he vivido más veces. El golpe es como una lesión. Yo lo asemejo a cuando te lesionas. Al principio estás con el dolor de la lesión, tienes un periodo en el que tienes que asimilarla, en este caso la destitución, y luego, cuando ya llevas tres semanas en tu casa, pones la tele y está tu equipo, pero ya no es tu equipo. Están jugando y están haciendo cosas que hacían mientras tú estabas en la banda, pero en la banda hay otro, otra persona, en este caso Óscar. Esa fase es muy difícil de gestionar porque en este caso no se han dado algunas circunstancias que son habituales en los ceses, en las destituciones. No había una sensación de desgaste con la plantilla, no sentía a la afición en contra, no sentía a la opinión periodística en contra en Coruña. Realmente me sentía a gusto y es como que no te lo quieres creer, es como que te ha pasado algo y dices: 'No me ha pasado' Cuando han pasado dos, tres semanas y te sientas en el salón de tu casa y pones la tele y está jugando el Dépor, están jugando Yeremay, Lucas, Soriano, Mella, están jugando esos chicos que tú has entrenado año y pico y que, bueno, los has visto contigo, pero tú ya no estás. Esa fase es la última que he tenido que pasar, que es ahora darme cuenta de que ya no estoy en el Dépor y no voy a volver a estar.
¿Se ha sido injusto con Imanol Idiakez?
Yo hace mucho que no creo en la justicia, con lo cual no hablaré de injusticia. Lo que desde luego sí se ha sido es incoherente. A mí se me ha dicho una cosa que luego no se ha cumplido. Dos semanas antes de la destitución me han asegurado en una reunión, por activa y por pasiva, que la apuesta era firme, que iba a estar mucho tiempo allí y así lo he creído. De hecho, el último día con el Racing, yo dejo a Yeremay en el banquillo, pensando mucho más en el medio que en el corto plazo para no arriesgar una posible lesión. Son circunstancias de entrenador, pero que está pensando en el medio plazo y no en ese partido solo. Evidentemente, si hubiera sabido que me jugaba la cabeza, no la hubiera tomado. Ha habido incoherencia, pero esto está a la orden del día en mi trabajo y por eso te digo que tengo cosas que aprender y, seguramente, pensar un poquito más en mí mismo también será una de esas.
¿Es difícil asimilar una situación así después de haber devuelto al Dépor al fútbol profesional?
Bueno, es difícil asimilar sobre todo que las palabras y los hechos no vayan de la mano. Para mí es lo más difícil de asimilar porque es verdad que yo, cuando acabo la temporada en verano, ya tuve algunas llamadas con rumores de si estaban buscando otro. Es verdad que con una parte del club no había seguramente la confianza, por su parte o por la mía, que debería existir. Pero una vez que empezamos y parecía que toda la idea era ir reconduciendo esa situación y apostar por la confianza mutua y por el trabajo a medio plazo, sí que ha sido una sorpresa. No hablaré de injusticia, pero sí desde luego de incoherencia y en este caso, por mi parte, de una dificultad de poder asumir, ya que me considero una persona que es capaz de empatizar. Con lo cual normalmente voy viendo las cosas, no es la primera vez que me echan, y hay sitios que vas viendo y dices: 'Hostia, como no ganemos el domingo...' Tú sabes cuando se mueve algo. Esta vez, la verdad es que a pesar de la edad que tengo, tengo que decir que cuando la noche del partido del Racing empecé a leer cierta información y empezó a llegar de gente cercana a mí la posibilidad de que me podían echar, no me lo quería creer.
"La verdad es que a pesar de la edad que tengo, tengo que decir que cuando la noche del partido del Racing empecé a leer cierta información y empezó a llegar de gente cercana a mí la posibilidad de que me podían echar, no me lo quería creer"
¿Ha sido tu momento más difícil como entrenador?
El más triste. El más difícil seguro que fue Zaragoza. Ahí sí sentí que el trabajo de muchos años se había tirado a la basura y además no me respetaron. Yo tenía la sensación de que en Zaragoza no había sido yo del todo, que me había dejado influenciar. Esta ha sido la situación más triste porque es el lugar junto con a Larnaca que más dentro me ha llegado por todo. Y seguramente, a nivel de club, sin duda es el más grande en el que he estado, junto con la Real Sociedad, pero en otro nivel. Aquí he sido el entrenador del Deportivo del primer equipo. Hemos conseguido, después de cuatro años, salir del infierno, además no de cualquier manera, sino apostando por la cantera, digamos que siendo coherentes con lo que habíamos propuesto, con lo que queríamos hacer como club. Me he sentido parte de ese proceso y me he sentido además tranquilo a nivel de conciencia, de decir 'creo que estoy haciendo lo que lo mejor para el Dépor' y sí que ha sido triste porque, lo que te digo, me siento delante de la tele a ver al Dépor y ya no estoy allí y la verdad es que es un sitio en el que me hubiera gustado estar tiempo.
¿Es muy grande el Dépor o vive mucho del pasado?
No, es muy grande. El Dépor es uno de los clubes más grandes de España, sin duda alguna, porque el sentimiento de su afición, que para mí es lo que marca la grandeza de un club, es de los más grandes de España. Es una pasada. No solo por la cantidad de gente que sigue al Dépor, sino por la calidad, por la profundidad del sentimiento. En Primera RFEF fuimos a Lugo en la segunda jornada y había cuatro mil personas viajando con el equipo. Ya habréis visto imágenes de la parte final de la temporada, pero no somos conscientes de lo que significa esa fidelidad y ese sentimiento. Como club es de lo más grande que he vivido en primera persona.
Una de las imágenes que más impactaron de su salida de la ciudad deportiva fue con sus cosas en una bolsa de basura…
Bueno, no le doy mucha importancia, me parece simbólico. Al final son momentos de dificultad. Llegas allí, no sabes si te van a echar, te echan, tienes que coger las cosas, pues pillas lo primero que te dejan y sales. Creo que es una buena metáfora de cómo nos fuimos de allí. Es un poco triste, pero es verdad que algunas personas en el trato han dejado mucho que desear. Pero por desgracia también es algo habitual en el mundo del fútbol. El entrenador, en mi opinión, está más en el foco de lo que debería, o se le da, para algunas cosas, más importancia de la que se le debería dar. El entrenador pasa de que todo el mundo le pregunte lo que tiene que hacer, la hora del entrenamiento, la ropa con la que salir, cuándo viajas, a qué hora viajas, cómo cogemos el avión, quién juega, quién no juega… Y de repente te dan una patada y sales de allí con una bolsa de basura. Creo que es una metáfora de cómo muchas veces los entrenadores o las personas somos usadas y tiradas. Creo que es la parte más difícil de gestionar para nosotros porque el factor humano, muchas veces, deja mucho que desear.
¿Es una institución difícil?
Es una institución que ha pasado, en poco tiempo, de ganar títulos de liga, de jugar semifinales de Champions, a caer a Primera RFEF y estar cuatro años seguidos. Y, evidentemente, eso no es fácil de manejarlo. Además es una entidad que ha generado una deuda importante, que ha cambiado de dueños, de propietarios… Todo eso, y aquí, los que somos de Donostia y de la Real, lo hemos vivido… Cuando hay mucho movimiento a nivel de gestión, de dueños, todo eso siempre hace ruido. El Dépor es un club que hace mucho ruido porque tiene más de 30.000 socios, con lo cual es imposible que no haya ruido alrededor porque el sentimiento, además, es de una profundidad importantísima, pero me parece un club muy bonito para gestionar. Tengo que decir que, más allá de lo que haya pasado conmigo, creo que con Juan Carlos Escotet y su familia, el Dépor está muy buenas manos.
¿Qué es lo que más te ha sorprendido?
Quizás lo que te he dicho de los aficionados, las ruedas de prensa… Estábamos en Primera RFEF y teníamos un seguimiento, a nivel de periodismo, de Primera División a todos los niveles. Las puertas cerradas, los periodistas detrás de una lona escondidos para ver… Todas son anécdotas del nivel de un equipo grande. Ahora no se me viene una especialmente a la cabeza, pero lo que más te impacta cuando llegas allí es, por mucho que te digan desde fuera lo que significa, el darte cuenta realmente la profundidad del sentimiento del deportivismo, que es una pasada, que te cala y te llega adentro.
"Hacía mucho que no me sentía en un sitio tan identificado como con ese lugar. A nivel de sentimientos, el Dépor ha dejado una huella en mí y ahora no me veo en cualquier sitio"
¿Estás cansado del fútbol, de los banquillos? ¿En qué momento está Imanol Idiakez?
A veces sí. Evidentemente, no es lo mismo cuando le dan a un boxeador el primer golpe que cuando le dan el decimoquinto. Creo que resiliencia es una palabra que me ha acompañado toda mi vida. Me he roto la tibia dos veces, el cruzado, el peroné, la nariz, me han echado de muchos sitios, de jugador, de entrenador… Los golpes van dejando heridas, pero quiero pensar que también enseñanzas y aprendizajes y que todo lo que los años te va quitando, que es que ya no eres tan joven, tan ágil, tan rápido y tan fuerte, pues también te lo da en sabiduría, en inteligencia y en conocimiento. Es verdad que hay golpes que hacen más daño que otros. Tengo que reconocer que alguna vez como entrenador, a todos nos ha pasado, creo que llega un momento que ves que no enganchas y que dices: 'A ver si me echan..'. Lo que pasa es que hacía mucho que no me sentía en un sitio tan identificado como con ese lugar. A nivel de sentimientos, desde luego, el Dépor ha dejado una huella en mí y ahora no me veo en cualquier sitio. Bueno, a veces el fútbol cansa, pero es verdad que también te da cosas tan bonitas como haber conocido el Dépor en primera persona. Creo que estoy en ese proceso de sanar de esta herida, de intentar coger lo bueno y, bueno, ya veremos si viene algo que nos haga ilusión.
"Soy una persona muy emocional y no puedo ir huyendo de mis emociones. Es verdad que me estoy tomando mi tiempo, pero creo que voy a ser capaz de quedarme mas con lo bueno que con lo malo"
¿Ganas de seguir?
Sí, sobre todo ganas de estar bien, ganas de hacer bien las cosas. Llevo muchos años en esto. Es verdad que tiene una parte muy dura, la soledad del entrenador de la que tanto se habla. Yo, muchas veces, voy solo a los sitios porque los hijos se hacen mayores y no los puedes mover de nuevo. Evidentemente, hay un desgaste personal, pero también tiene otras cosas buenas que compensan. Vamos a ver. Ya te digo que, porque me ha pasado antes, seguro que llega algo que me haga ilusión, pero es verdad que no voy a andar corriendo detrás de lo primero que venga esta vez, porque creo que ha sido lo suficientemente profunda la experiencia como para tomarme el tiempo que necesite para asentar todo lo que ha pasado y poder funcionar como Dios manda. Por cómo soy yo, que soy una persona muy emocional, tú no puedes ir huyendo de tus emociones. A veces tienes que vivirlas, tienes que sentirlas y en este caso, es verdad que me estoy tomando mi tiempo y que creo que voy a ser capaz de, poco a poco, quedarme más con lo bueno que con lo malo porque ha habido tanto bueno en esta experiencia que creo que no merecería ni yo ni el Dépor me quede con nada que no sea positivo.
¿Es difícil huir de las emociones?
Muy difícil. Yo me acuerdo, cuando salí de Zaragoza, que hice un poco esa huida hacia adelante y bueno, a los meses, tuve que recurrir a ayuda psicológica porque me daba cuenta que no estaba bien, que algo no funcionaba como funcionaba hasta aquel momento. Entonces te das cuenta de que somos humanos, que tenemos emociones y que hay que gestionarlas. Por eso ahora, gracias a esa experiencia, yo sigo trabajando con psicóloga e intento mirarme dentro y poder gestionar las emociones, porque al final todos pasamos por un montón de situaciones. Hay tristeza cuando uno pierde su trabajo, hay tristeza cuando uno pierde un trabajo que quiere, hay rabia cuando uno siente que le tratan mal. Bueno, hay muchas emociones que hay que gestionar y hay que trabajarlas a nivel profesional. Para poder ponerme otra vez de pie delante de un grupo de futbolistas y delante de un grupo de periodistas y delante de un grupo de aficionados, uno tiene que estar entero y creo que es mi obligación. Estoy en ello y la verdad es que, a diferencia, por ejemplo, de la experiencia de Zaragoza, creo que cada vez tengo más recursos como para poder entender qué es lo que me pasa y cómo estoy y, a partir de ahí, poder tomar las decisiones porque creo que el autoconocimiento es clave para el ser humano.
"Hay tristeza cuando uno pierde su trabajo, un trabajo que quiere, hay rabia cuando uno siente que le tratan mal. Hay muchas emociones que hay que gestionar y hay que trabajarlas a nivel profesional"
¿Ya te han llamado?
Sí, la verdad es que me han llamado tres equipos ya del extranjero. Siempre valoro todo, evidentemente, pero no me veo yendo a un sitio cualquiera en el que no haya algo que me motive, que me ilusione especialmente, porque vengo de un sitio que me ha ilusionado mucho, que me ha llenado mucho, que me ha llegado muy dentro y sé que si no voy a ser capaz de dar mi 100%, es mejor que no vaya
Ya lo era como futbolista, pero ahora, como entrenador, también te has convertido en un trotamundos de los banquillos. ¿Era algo con lo que soñabas?
Todo es cambio. La vida es cambio, somos cambio. Realmente uno no marca el camino. Cuando empecé a jugar, yo quería jugar. Luego llegaron las lesiones, hice un camino en la Segunda B, principalmente. Toqué la Segunda División… Hubo mucha lucha por conseguir ese sueño de ser futbolista, hubo muchos reveses, pero también muy buenos momentos. Empiezas tu carrera como entrenador, que era algo que sí tenía claro mientras jugaba, y, evidentemente, las circunstancias que te van cambiando, te van haciendo, te van convirtiendo en lo que vas siendo cada vez. Trato de no perder la ilusión, porque creo que la ilusión es lo más importante en la vida, hagas lo que hagas. Cuando ahora me siento, como te decía antes, a ver al Dépor y veo jugar a Mella, a Yeremay, a Barcía, a todos los demás, pero quizás porque esos chicos jóvenes, siempre nos hacen especial ilusión. Yo recuerdo a Illarramendi, a Iñigo Martínez, a Imanol Agirretxe… a todos esos jugadores que luego los he podido ver en la élite y que los tuve. Entonces, creo que eso es parte de mi esencia, el sentir el placer de estar en el camino de alguien, de acompañar a alguien en el camino, de llegar a conseguir su sueño que yo no conseguí como jugador por las lesiones.
Y creo que por ahí va un poquito mi motivación, poder ayudar a los demás a conseguir sus sueños, que creo que me hace más feliz que el ego propio de conseguirlo yo. La vida te va poniendo en sitios que tú no esperas. Luego, de repente, tienes un hijo, luego tienes otro, tienes unas necesidades económicas y todo se junta. Si yo tuviera en el banco cuatro millones de euros, no sé si entrenaría, pero no es el caso, con lo cual se juntan muchas cosas, pero es verdad que aquí hay algo vocacional, de pasión. Que le das vueltas. Mil. Que muchas veces tienes ganas de mandar a tomar por culo todo. Ni lo dudes. En el fútbol, los ratos buenos son muchos menos que los malos, lo que pasa es que los buenos son tan buenos que a veces decimos que compensan. Estoy en ese momento de reflexión, que vamos a intentar quedarnos más con lo bueno con lo malo porque si si te fijas sólo en lo malo, lo mejor es tirar la toalla. No creo que sea el caso.
"Yo me enamoré del Lillo entrenador, que te hacía levantarte por la mañana con ganas de llegar al entrenamiento, que empezara para ver qué aprendía. Esa capacidad que tiene de poder emocionarte con el juego no la tienen muchos"
¿Cuánta culpa tiene Juanma Lillo de que te apasione ser entrenador?
Ha sido mi gran maestro y el de muchos. Es un talento inigualable, con el conocimiento del juego enorme y, además, con una capacidad para enseñarlo y para transmitirlo absolutamente diferencial. Ahí está, en la élite absoluta, y me alegro mucho. Tiene una forma de expresar el conocimiento muy buena, que te emociona, sobre todo al futbolista. Yo lo tuve luego de 'jefe' pero donde le conocí, donde me enamoré, fue de entrenador, que te hacía levantarte por la mañana con ganas de llegar al entrenamiento, a ver si empieza ya para ver qué aprendo. Yo creo que esa capacidad que tiene de poder emocionarte con el juego no la tienen muchos y creo que lo hace absolutamente diferente al resto.
Hablando de la Real, ¿nunca has tenido una opción de volver?
No, la verdad es que no la he tenido, nunca. Yo tuve mi sueño durante mucho tiempo, que era entrenar a la Real, luego ya me lo guardé en un cajón, porque, bueno, nunca hay que decir que esta agua no beberé, pero creo que es absolutamente difícil. Además, ojalá Imanol dure otros diez años porque creo que tenemos un entrenador grandioso. Pero no, la verdad es que nunca me han vuelto a llamar y me dedico, como socio y aficionado, a cada semana desearles lo mejor. La verdad es que estoy disfrutando muchísimo estos años. Desde que está Imanol creo que el equipo tiene un sello y el club además ha crecido un montón. Y me alegro un montón de donde está en este momento la Real Sociedad. Era algo con lo que nos ilusionábamos todos con que pudiera ser, pero es verdad que los que somos de mi generación, que vimos aquella Real campeona, que jugó Copa de Europa en aquel momento, lo que es la Champions, en algunas ocasiones, y la UEFA luego, es verdad que esta continuidad en el éxito, no lo habíamos tenido tantas veces. Creo que es fruto de todo un trabajo muy bien hecho y además de, bueno, si he dicho que el Dépor tiene un sentimiento espectacular, pues la Real Sociedad no se le queda atrás. Ese sentimiento creo que es lo que sustenta todo esto que está pasando.