FÚTBOL

El "último farol" de la Superliga pincha en hueso: "¿Y a nosotros qué nos aporta esto?"

El proyecto disidente de Real Madrid, FC Barcelona y Juventus se aferra a un milagro en la sentencia que dirime el futuro del fútbol europeo.

Florentino Pérez, Bernd Reichart, CEO de A22, y Joan Laporta, en un encuentro en Madrid. /EFE / MARISCAL
Florentino Pérez, Bernd Reichart, CEO de A22, y Joan Laporta, en un encuentro en Madrid. EFE / MARISCAL
Andrés G. Armero

Andrés G. Armero

Los 10 mandamientos de la Superliga se resumen en dos: hablarás de competición abierta y destacarás sus 60-80 supuestos integrantes. "Pero no hay una meritocracia real ni mucho menos 80 clubes interesados", explican a Relevo fuentes del fútbol belga, el último escenario en el que coincidieron de gira dos grupos antagónicos: el proyecto disidente de A22, con su CEO Bernd Reichart a la cabeza, y Javier Tebas, presidente de LaLiga, erigido en portavoz de la resistencia.

Hace cuatro semanas en la Universidad de Amberes, en el estreno de un programa formativo en la Pro League Business School, ejercieron de ponentes Reichart, que actuó por la mañana, y Tebas, que salió a escena por la tarde. La mayoría de clubes belgas se fue con una sensación que resume a la perfección uno de ellos: "¿Y a nosotros qué nos aporta este último farol de la Superliga?".

El presidente de LaLiga, con dos visitas a Bélgica en dos meses para hacer campaña contra la Superliga y defender el modelo actual del fútbol europeo, no levantará el pie del acelerador y continuará con su tour continental durante las próximas semanas. En su agenda están la República Checa y Suecia, y en su discurso el aviso constante de que las intenciones de la Superliga no han cambiado pese al decálogo.

Bernd Reichart, la voz de la Superliga, vive en una campaña itinerante desde su nombramiento en octubre, con reuniones con medio centenar de clubes de varios países europeos, muchos de ellos de segunda fila. Los ingleses, por ejemplo, no han entrado en esta ronda de visitas. No en vano, la revuelta de sus hinchadas y la reacción del Gobierno británico frenaron en seco el primer intento de la Superliga en abril de 2021.

Los disidentes deslizan que los ingleses ya forman una Superliga en sí y lo utilizan como uno de los argumentos de captación. "Son los que menos lo necesitan. Si todo sigue así, en cinco años todas las estrellas del fútbol jugarán en la Premier", apunta una fuente muy implicada en el proyecto. Su estrategia pasaría por esperar un marco jurídico favorable, captar a clubes de la Unión Europea y, como último paso, confiar en que se adhieran los ingleses.

Pero el castillo de naipes es muy probable que no supere, a corto plazo, su primera altura. El informe no vinculante del abogado general griego Athanasios Rantos no hace presagiar una sentencia favorable al Real Madrid, FC Barcelona y Juventus en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Más bien todo lo contrario.

La resolución acerca de si existe o no una posición de abuso de la UEFA y la FIFA, como sostienen estos clubes, llegaría esta primavera. Alguno de ellos se aferra al milagro de Luxemburgo y confía en que el Alto Tribunal europeo posibilite que la Superliga encuentre la rendija por la que colarse en la pirámide del balompié, como sucedió con la Euroliga en baloncesto.

Es la esperanza del clavo ardiendo. La metáfora la encarna a la perfección Bélgica, donde un club de peso sí ve con buenos ojos el proyecto de la Superliga, pero, en general, el discurso separatista ha pinchado en hueso. Con los sobresaltos institucionales del FC Barcelona y la Juventus, la Superliga se agarra al espíritu del Real Madrid para levantar a última hora un caso en el que tiene el marcador muy en contra, según los expertos. Y aquí es raro ver una remontada como en sus Champions. La misma competición que pretende enterrar con sus anhelos.