CASO ALHAMA

Radiografía del escándalo del Alhama: cuchicheos en el pueblo y un vestuario en guerra

Relevo viaja al municipio murciano para intentar descifrar algunos de los enigmas de la última polémica que empaña el fútbol femenino.

El banquillo del Alhama durante el partido que las enfrentó al Athletic. /EFE
El banquillo del Alhama durante el partido que las enfrentó al Athletic. EFE
Sandra Riquelme

Sandra Riquelme

Alhama tiene una población de 22.691 habitantes, es una de las localidades más ricas de la Región de Murcia y, también, la sede de El Pozo -una de las empresas más grandes de alimentación de España y el sponsor principal de su equipo de fútbol femenino, que compite en la Liga F-. Alhama respira tranquilidad, sus calles son estrechas y la mayoría de sus casas son bajas, a excepción de algún edificio. Sus jugadoras son conocidas entre los vecinos y el equipo es popular entre sus habitantes. Un escenario idílico que saltó por los aires el lunes pasado, cuando se convirtieron en el foco del fútbol femenino español.

Un supuesto acoso laboral, miradas indiscretas y cuchicheos por las calles, un cruce de comunicados, una foto de contenido sexual y una supuesta denuncia, un vestuario roto y un rocambolesco viaje a Bilbao son algunos de los ingredientes del escándalo.

El entrenador, Randri García, y sus jugadoras acapararon todos los titulares por un supuesto caso de acoso y trato vejatorio del técnico hacia su vestuario. La mayoría de ellas viven en Alhama -al lado del Guadalentín, un humilde complejo deportivo situado a las afueras del municipio donde el equipo entrena y disputa sus partidos-.

Desde hace unos días, sienten las miradas y los cuchicheos de sus habitantes cuando salen de casa, como si se les clavasen en la espalda. También las de las cámaras que se esconden detrás de las vallas del Guadalentín buscando una imagen que alimente el escándalo. Ante la expectación que ha generado el 'Caso Alhama', el club se ha visto obligado a entrenar a puerta cerrada.

El Alhama es un club familiar y humilde. En el Guadalentín no hay wifi ni tribuna de prensa, tan solo unas mesas y unas sillas de plástico. Cuando el Real Madrid y el Barcelona les visitaron, instalaron unas gradas supletorias, vendieron todas las entradas y el pueblo se volcó: más de 5.000 espectadores, prácticamente, una cuarta parte de su población. En el Alhama, Randri -el entrenador- es el dueño del club, su padre es el presidente y su mujer, Tamara García, es la directora general y jugó en el equipo.

Entre el shock y las miradas indiscretas

La mecha de la bomba, de consecuencias incalculables para todas las partes, se prendió el lunes pasado. Mundo Deportivo y El Periódico -a la misma hora- informaron de que Randri García habría sido denunciado por sus jugadoras por un supuesto acoso y trato vejatorio, siendo el envío de una foto de contenido sexual la gota que habría colmado el vaso. La noticia, que les pilló por sorpresa a todos, corrió como la pólvora entre los whatsapps de las jugadoras. Poco -o nada- acostumbradas al ruido mediático, todavía no sabían lo que se les venía encima.

Las horas posteriores transcurrieron entre la confusión y el shock. Tampoco ayudó el comunicado que publicó el club al poco tiempo, en el que negaba los hechos pero, a su vez, informaba de que se estaban investigando desde hace tiempo y que se tomarían las medidas oportunas.

Esa misma mañana, la familia de Randri García ya comprobó, en sus propias carnes, el alcance de la noticia cuando fueron a llevar a su hijo a la guardería. Un acto rutinario que se convirtió en extraordinario. Desde las preguntas hasta las miradas del resto de los padres, que también les lanzaron palabras de apoyo.

Una preocupación: habían 'silenciado' el trato vejatorio

A las 14:24h del martes, las jugadoras del Alhama saltaban a la palestra. 17 jugadoras firmaban un comunicado en el que afirmaban que "era falso" que hubiesen "denunciado un comportamiento inapropiado por parte del entrenador". También resaltaban que no estaban "de acuerdo en acusar al entrenador como un acosador sexual" y subrayaron que nunca se habían "sentido acosadas con gestos o hechos" que pudiesen vulnerar su dignidad e intimidad personal y profesional. En ese comunicado, faltaban cinco jugadoras: Noelia Gil, Andrea Carid, Érica Sastre, Nerea Vicente y Lucía Martínez.

Después de ese escrito -que esas cinco futbolistas tuvieron la oportunidad de firmar, pero rechazaron- , el ambiente se volvió hostil entre las jugadoras. Además, una preocupación empezaba a crecer entre las firmantes. En su afán por negar que Randri García era un acosador sexual, habían 'silenciado' el trato vejatorio y el acoso laboral que llevaban tiempo sufriendo. Por eso, al día siguiente y en un intento de subsanar su 'error', se grabaron leyendo un comunicado en el que volvían a subrayar que nunca habían sido acosadas sexualmente por Randri, siendo este el único tema de debate.

Un trato que, en ocasiones, llegaron a normalizar y con el que aprendieron a convivir, restándole importancia -o intentándolo-. Un trato que habría sido continuado en el tiempo y que habrían sufrido multitud de futbolistas. "Nos dijo que algunas teníamos más rabo que él. Desde que jugué en el Alhama, no he vuelto a ser la misma", se sinceró Beatriz Hernández, exjugadora del Alhama, en Relevo. "A las extranjeras les decía que las que habían venido en patera se volverían en patera. He llegado a decir: 'Soy gorda, soy fea y soy mala. Mirarme a un espejo y no quererme", afirmaba otra de sus exfutbolistas, que prefiere mantener su anonimato.

A medida que avanza el caso, y su seguimiento y expectación crecen, también aumenta el miedo de las futbolistas, de ambos lados, a hablar haciendo muy difícil recabar testimonios. Además, otro sentimiento empieza a aflorar entre ellas: otra polémica en el fútbol femenino que desvirtúa la competición y perjudica a las futbolistas.

El contexto de la foto con contenido sexual

Pero, ¿por qué 17 futbolistas deciden salir a defender a Randri García de los que le acusan de ser un acosador sexual? El envío de la foto de contenido sexual. Supuestamente, y según ha podido saber Relevo a través de las fuentes consultadas, el contexto sería bien distinto. Tras la victoria ante el Valencia -un triunfo vital-, el cuerpo técnico lo celebra en la ducha y se hace una foto, en la que no aparece Randri García. Ya después del partido, el staff habla de la imagen en un tono distendido y las jugadoras les dicen que quieren verla. Uno de sus miembros la envía vía whatsapp y a través de una lista de difusión a todas las componentes del equipo, que la comentan con ellos sin darle más importancia. Vista la repercusión y la importancia posteriores de la foto, más de uno se habría arrepentido de haberla enviado.

Otro de los focos que lleva a las 17 futbolistas a desmentir públicamente los hechos que desvelaron Mundo Deportivo y El Periódico es el que señala que las jugadoras denunciaron a Randri García por acoso. Según ha podido saber Relevo, tan solo una futbolista tuvo la intención de denunciar y ni siquiera se habría hecho efectiva, ya que ni a Randri García ni al club les habría llegado ninguna notificación.

La jugadora en cuestión llevaría ya unas cuantas temporadas en el club, guardando una buena relación con Randri, quien le habría ayudado a "salir a flote" en algunos de sus momentos más delicados. Sin embargo, algunos comportamientos antideportivos y varias salidas de tono habrían deteriorado su relación desembocando en algunas situaciones incómodas para ellos y para el resto de la plantilla.

Un aterrizaje 'forzoso' en Bilbao y una situación rocambolesca

Con todas las cartas sobre la mesa, las cinco futbolistas que no firmaron el comunicado, se manifestaron en declaraciones a Europa Press. En su escrito reflejan su "decepción" con el resto de sus compañeras -las firmantes- y confirman haber visto "barbaridades", haber sido "humilladas" y haber sentido "miedo". Guardando -o intentando- su anonimato las cinco futbolistas señalan que nunca pensaron que podrían "vivir momentos tan bochornosos de falta de empatía y dignidad" y afirman haber "vivido en una cárcel/dictadura".

El comunicado fue publicado a escasas horas (14:20h) del partido que enfrentaba al Athletic y al Alhama (20:30h) y pilló a todo el club en pleno vuelo hacia Bilbao. Cuando aterrizaron, la situación se tornó en rocambolesca. El comunicado sentó como un jarro de agua fría entre las 17, muy afectadas y dolidas por las continuas alusiones de sus cinco compañeras hacia ellas. El estado de ánimo de las no firmantes tampoco era mucho mejor, nerviosas y expectantes ante la reacción de sus compañeras y del propio entrenador. "¿Cómo vamos a jugar un partido de fútbol así?", se preguntaban muchas.

Y jugaron. El ambiente en el vestuario fue hostil -ni la mejor de las actrices lo hubiera salvado- y, tras el partido, a cuatro de las cinco (una de ellas no estaba convocada) jugadoras que no firmaron el comunicado se las vio fuera del vestuario visitante de Lezama, lejos de sus compañeras. Randri recibió insultos por parte de un grupo minoritario de aficionados del Athletic y el equipo -que ni se duchó- salió escoltado por la Policía hacia el aeropuerto.

Al Alhama, que marcha penúltimo en la tabla y está a dos puntos de la salvación, tan solo le restan cuatro jornadas para que finalice la liga. Dos meses en los que tratarán de salvar la categoría... aunque en estos momento lo de menos sea el fútbol.