TERCERA FEDERACIÓN

Nació el año del Titanic y tuvo su mismo final: la historia tras el nombre del Titánico

El club asturiano, inspirado en el transatlántico, lidió con la desaparición. Ahora, compite en Tercera Federación.

El Real Titánico sigue en pie tras más de cien años de historia./REAL TITÁNICO
El Real Titánico sigue en pie tras más de cien años de historia. REAL TITÁNICO
Jonás Pérez

Jonás Pérez

El Titanic se hundió en las aguas del Océano Atlántico en abril de 1912. La tragedia, en la que fallecieron 1.496 personas de las 2.208 que iban a bordo, es reconocida mundialmente y dio el salto a la gran pantalla, con una de las películas más exitosas de todos los tiempos. Pero una historia menos conocida es la del Real Titánico, un club que debe su nombre al transatlántico y que también ha tenido que lidiar con el desastre más absoluto hasta seguir en pie, a día de hoy, y con más de cien años de historia. De hecho, es el segundo equipo más antiguo de todo Asturias y actualmente compite en Tercera RFEF. Pero, ¿qué une, a tantos kilómetros de distancia, a este club con el famoso barco?

En primer lugar, el nombre. Sí, se llama Titánico por el Titanic. Fue fundado en 1912, mismo año del hundimiento. Pero, en aquella época, la información no estaba a golpe de un click y en un concejo asturiano era difícil saber que aquella desgracia había ocurrido. Cabe resaltar que el primer nombre oficial del club era Titanic, sin la O final que ahora porta. Chepe, un joven del pueblo de Laviana, regresó a la localidad tras meses viviendo en Navarra y viajando a Inglaterra con asiduidad. Él fue el transmisor. Contó a algunos habitantes la historia que, a día de hoy, daría la vuelta al planeta en cuestión de segundos. Paralelamente, en el pueblo se vivía el fútbol con pasión y se murmuraba la idea de crear un club. En la clásica reunión para decidir el nombre habría más de una propuesta, pero la que más convenció era aquella que venía de la historieta que había contado Chepe entre sus calles.

Dicho y hecho: Titanic. ¿Podrían demostrar que el nombre no estaba maldito y que serían capaces de flotar y navegar a toda máquina hacia la élite del fútbol español? Lo cierto es que no. Al menos, en una visión idealista. Conforme en Asturias iba creciendo la pasión por el deporte, los nombres más destacados del equipo abandonaban Laviana y se enrolaban en una nueva tripulación. Los habitantes eran los que eran, el presupuesto casi inexistente… No había forma de izar las velas. Pero, años después, nacerían dos nuevos clubes homenaje: el Arenas y la Gimnástica. Solo uno llegaría a competir, pero volvería a naufragar por las terribles consecuencias de la Guerra Civil. Una vez concluyó el conflicto bélico, Laviana volvió a latir pasión por la pelota y nació el Real Titánico.

Tras tanto achicar agua, la localidad sonreía por el regreso del fútbol a sus calles. La sombra del nombre era alargada. El equipo volvió a morir. En 1964, se olvidó la denominación para crear, ahora sí, el club con el apodo del pueblo: el Laviana Club de Fútbol. ¿Y si era por eso? Por fin llegaron los éxitos, con el ascenso a Tercera División. Una vez se asentó el proyecto, la directiva tomó una valiente decisión para desafiar de nuevo al trágico suceso de 1912. Sí, volvió el Titánico, aunque con apellido: de Laviana. Su capitán ya nunca más lo dejará caer. Las estructuras de la entidad son sólidas, se ha sobrevivido a una pandemia y se trabaja con más ilusión que nunca.

¿Y por qué Titánico y no Titanic?

Cuando el Laviana Club de Fútbol se asentó, se optó por ya recuperar al Titanic. Sin embargo, el gobierno de Francisco Franco ordenó castellanizar todos aquellos nombres extranjeros, dentro o fuera del deporte. Así pues, se quería recuperar la denominación, seña y bandera de la historia del club. Y no quedó otra: Real Titánico. Pero como el Laviana había traído éxitos tras tantos años de tempestad en aguas bravas se añadió al final. La democracia hizo que muchos clubes, en señal de protesta por la obligación a la que habían tenido que hacer frente tiempo atrás, se revolvieran y regresaran al extranjerismo. No fue así con la entidad asturiana, si bien a día de hoy se le conoce de ambas maneras. Porque pasa el tiempo y el Titánico no se hunde. Ahora, le queda la labor del barco: mostrarse al mundo. Por el momento, entre las calles del pequeño Laviana navega un transatlántico.