REAL MADRID 2 - BARCELONA 5

Así vivió el Real Madrid sus horas más traumáticas tras la debacle: silencio en la cúpula, el cuerpo técnico abatido y demasiados señalados

El equipo blanco vivió un absoluto drama en Yeda, al ser vapuleado por el Barça en una final de Supercopa catastrófica para el club presidido por Florentino Pérez.

Rodra P

Rodra P

Yeda-. La noche del 12 de enero no se olvidará fácilmente en el seno del Real Madrid. Fue un drama. Una vergüenza histórica. El conjunto merengue cayó humillado en Arabia ante el que ya es la bestia de negra de Carlo Ancelotti. El eterno rival. Un Barça, este Barça, que parece que nació para jugar contra el Real Madrid.

Los últimos minutos de la final en Yeda fueron un poema para la cúpula madridista, ubicada a escasas filas del palco, donde Laporta y Florentino Pérez contemplaban también los hechos. Entre los representantes del equipo blanco, Juni Calafat, Solari, Roberto Carlos y Carlos Ocaña, acompañados de Borja Merayo, responsable de Protocolo.

Ninguno de ellos mediaba palabra. Silencio ante lo que estaban presenciando. Una debacle sin paliativos. Un día negro en la historia del Real Madrid. El marcador señalaba el 2-5 y los de 'Carletto' no eran capaces de tomarle el pulso al choque ni en el añadido. Todo salió mal, y eso que el choque arrancó mejor que nunca, con el fulgurante golazo de Kylian Mbappé.

Entre los rostros de Juni y compañía, seriedad y caras de no querer mirar. Cabizbajos, enfilaron rápido el camino hacia el interior del estadio. Esperaron hasta la entrega de medallas y el trofeo alzado del Barça. Y tan sólo Borja Merayo se levantó para aplaudir a los jugadores de su equipo.

En el verde se vio una escena igual entre los miembros del cuerpo técnico de la plantilla merengue. En los momentos más duros del encuentro ninguno salió del banquillo para pegar un grito, o para alentar a los suyos. Nada. Ni una arenga para remontar lo que remontó tan rápido su máximo rival.

Esa falta de energía contagió a sus futbolistas. O quizás fue al revés. Pero no hubo reacción ni después de cada varapalo ni tras el descanso. Se vio a un staff técnico abatido, en el que sólo Francesco Mauri sacó el instinto y el nervio para hablar con algún jugador. Ancelotti apenas se dejó ver por la zona de entrenadores después de cada gol encajado.

Al término de la final, únicamente Bellingham aplaudió de principio a fin a los ganadores culés cuando recibían sus medallas. El Real Madrid se quedó hasta el desenlace de la ceremonia de una manera muy deportiva, y más tarde abandonaron el estadio de Yeda muy tocados por zona mixta. Habló Modric, aunque sus palabras fueron insuficientes para la afición.

Ancelotti, en rueda de prensa.EFE

El único que salió del King Abdullah con energía fue Chendo, que se paró unos segundos a saludar a la prensa. El resto, ni mirar. Algún gesto aislado con la mano, sin ganas de ninguna declaración. Mientras, en el club ya se sucedían los mensajes. Ha sido una noche larga en el Real Madrid. Y los señalados se van repitiendo: Lucas Vázquez, Tchouameni y sobre todo Carlo Ancelotti