Los entresijos de la película de los Williams, contados por su director: "En Sevilla hubo un miedo generalizado que nos agarró un poco a todos"
Raúl de la Fuente atiende a Relevo para repasar los dos años de grabación y explicar el proceso de producción del documental.
Los Williams están más de moda que nunca. Sobre el césped, Iñaki vuela con cuatro asistencias y un gol en la última semana, mientras su hermano estrenó su casillero en Canarias y ahora se recupera a contrarreloj para debutar en la Europa League. Son motivos suficientes para estar en el foco mediático, pero los hermanos han dado un paso más: están de estreno. El pasado viernes lanzaron su documental, Los Williams, en el Zinemaldi y este pasado lunes celebraron la premier en la sala BBK de Bilbao. Buena crítica, mucho cariño de los suyos y una puesta de largo a la altura.
Allí, con un papel protagonista como no podía ser de otra forma, ha estado también Raúl de la Fuente, director de la película. Lo de guionista es más complicado, porque como él mismo reconoce en una entrevista exclusiva con Relevo, "la actualidad marcó mucho" e incluso "la propia realidad fue quien decidió cuándo y cómo se acababa la película". Es lo que tiene grabar durante dos años a dos estrellas del mundo del fútbol. Por eso, el propio Raúl decidió apostar fuerte y alargar el rodaje un año más de lo previsto inicialmente. El destino le sonrió con la Copa del Rey y el triunfo en la Eurocopa, que redondean una historia que "es mucho más que fútbol".
Junto al director, conocemos las intenciones de este documental y un enfoque en el que Ghana tiene un gran peso. La mirada africana, personificada en María, la madre, y en unos niños pescadores del Lago Volta, le dan el carácter social que ha liderado siempre De la Fuente en sus trabajos, que le han dado, entre otros premios, tres Goyas junto a Amaia Remírez. Ahora, disfrutan de un trabajo documental que esperan que sea "para todo el mundo".
Los Williams, un trabajo de dos años, abrió el Zinemaldi y este lunes, preestreno en Bilbao. Imagino que más allá de los nervios, han tenido que ser unos días de muchas emociones.
Hombre, para mí el Zinemaldi es un festival que ha marcado mi vida. Mi primera película, NÖMADAK TX, la estrené ahí, en 2006. Hace no tanto, estrenamos Un día más con vida, que obtuvo el premio del público. Ahora inaugurábamos Zinemaldi con Los Williams, con lo cual es una especie de trilogía interesante que me ha encantado. Es cierto que yo no había trabajado con protagonistas tan mediáticos como Iñaki y Nico, y ha sido divertido el revuelo que se forma en torno a los dos hermanos. Todo eso ha sido quizás lo más novedoso y diferente a otras veces. Eso tiene una parte interesante y atractiva.
Estaba pensando antes que el propio estreno en San Sebastián casi forma parte como cierre de esta historia de dos años, el colofón a un año en el que se iban amontonando los eventos.
Es casi un evento más, sí. Fue curioso porque el primer año de producción de la película no hubo acontecimientos tan extraordinarios o tan súper cinematográficos. Tuvimos un Mundial con Iñaki participando por Ghana y Nico por España, pero tampoco fue algo tan relevante en los resultados. Tampoco LaLiga y la Copa nos volvió locos a ninguno de nosotros y recuerdo que decidimos seguir apostando por la historia porque nos parecía que algo bonito iba a pasar, que Iñaki, Nico y el Athletic iban a hacer algo grande en la Copa. Yo tenía esa intuición, además el siguiente año llegaba la Copa de África, llegaba la Eurocopa… Por qué no quedarmos un poco más siendo testigos de lo que podía suceder y creo que ese fue el acierto.
O sea que no estaba programado todo esto.
No, en un principio el acuerdo de producción era rodar un año, nos parecía más que suficiente para hacer una buena foto de Iñaki, Nico y su familia, pero creo que ellos se merecían una película como esta. El primer año de producción no fue tan glorioso y me parecía que para contar realmente bien la historia de los Williams había que arriesgar un poco y esperar.
¿Cómo se trabaja en un guion en el que la realidad es casi la que marca el ritmo?
Es cierto que la actualidad sí que marcó mucho el final de la película, condicionó muchísimo la realidad, la pura realidad. Es cierto que yo no pensaba que la Selección Española iba a llegar tan lejos en esa Eurocopa, con Nico a la cabeza. Y sucedió. Eso desbarató todos los planes. La película tenía un final muy claro y muy concreto. Y digamos que este pelotazo que pegó Nico Williams con la Eurocopa lo desbarató todo. Nos hizo replantearnos todo el final de la película. Todo eso condicionado a que teníamos también un estreno a la vuelta de la esquina, que era San Sebastián. La propia realidad fue quien decidió cuándo y cómo se acababa la película.
Es interesante el peso que tienen los eventos deportivos, cuando realmente es una película documental mucho más allá del fútbol.
El fútbol se utiliza como un altavoz privilegiado para amplificar mensajes que me interesaban, como puede ser la identidad afro, la identidad vasca, la identidad fusión afrovasca… Había un concepto que nos apetecía potenciar que era este Black Power, convertido en una especie de Black Bask Power. Eso era parte de la esencia de la película. Pero claro, ¿cómo vas a dejar de contar en la historia de los Williams que Nico participa en una Eurocopa, que revienta la Eurocopa y que logra ser el MVP y marcar la final? Por mucho que la película no sea solo de fútbol, yo como director no me lo podía perder. Es igual que la final de Copa del Rey; recuerdo que estaba recién operado de anginas en un hospital, hecho polvo, y se acercaba la fecha. Los médicos me desaconsejaba totalmente coger el alta ahí, y decía 'ya, pero yo no puedo dejar de estar ahí, es la película que la que llevo dos años trabajando y aunque llegue con muletas yo tengo que estar ahí'. Quería vivirlo en primera persona. Y finalmente así fue. Recuerdo que en esa final hubo un momento de mucha tensión cuando empezó marcando el Mallorca. Recuerdo una especie de mala vibra en el estadio, no sé si estabas allí…
Sí, estuve. Se sentía un miedo generalizado.
Un miedo generalizado que creo que nos agarró un poco a todos. Sabía que pasase lo que pasase no me lo podía perder. Aunque estuviese débil quería estar y me puse en la portería en la que finalmente, a pase de Nico, marcó Oihan Sancet. Ostras, fue increíble. Ha habido momentos legendarios en lo deportivo y a mí ese tipo de gestas me molan. Aunque como director, quizás una de las que más me gusta es cuando Iñaki está jugando la Copa de África en Costa de Marfil y de repente se tuerce todo, son eliminados en el último momento con unas carambolas rocambolescas muy africanas. Él se quería volver para jugar contra el Barça, pero matemáticamente no estaban eliminados… Era todo como muy africano y muy confuso… Fue para nosotros también una tensión increíble. Vivimos esas noches con mucha intensidad. María, la madre, estuvo moviendo hilos para conseguir ese billete que traía a Iñaki de Costa de Marfil a París, el padre, que estaba allí, le fue a buscar y lo llevó al aeropuerto… Como un héroe, ¿no? Tiene una épica deportiva que agradezco para mi película porque aunque la no sea exclusivamente de fútbol, los momentos futbolísticos me gusta disfrutarlos.
¿Cómo surge la idea de lanzarte al proyecto?
Con el Mundial de Qatar de repente vi que era el arranque perfecto de la historia. Si quería dirigir y producir esta película, no me podía perder este arranque. Que cada uno participase por una selección era una excusa perfecta y le vi tono de comienzo de película. Ahí se hizo realidad. No se podía más que o afrontar o desechar. Me dije: es ahora. Hablamos con Félix Tainta, que es el representante de Iñaki y Nico, y al principio él me dijo que estaban un poco cansados, sobre todo Iñaki, de tanta cámara y tanto seguimiento. Pero me dijo que creía que el ángulo africano en el que lo enfocaba les podía gustar. Un día me dijo 'oye, que sí que quieren escucharos, nos vemos en Bilbao y lo hablamos ahí todos'. Me acuerdo de los nervios típicos antes de enfrentarte a una conversación única en la cual o vas a convencer o no a tus protas. Creo que vieron que la historia era honesta, que tiene que ver con sus raíces, y creo que eso es algo que no se les había planteado nunca de manera tan directa. Creo que ellos al ver África tan presente en la historia, y mi pasión por querer contarla, dijeron que sí. Es más bonito, porque dijeron que no era solo un sí de Iñaki y de Nico, era un sí de toda la familia y eso me encantó. Me hizo darme cuenta de que no era solo la historia de ellos dos, sino de toda la saga familiar.
Más allá de la épica deportiva, que hay mucha, le das mucho peso a Ghana, pero sobre todo a los niños de Ghana.
Sí, yo quería tender puentes entre Europa y África, entre Euskal Herria y Ghana. Y esos puentes son Iñaki y Nico. Quería que en Ghana tuviese una presencia importantísima en el guion. Estaba interesado en pasar tiempo también en África con ellos, en viajar con ellos. Sobre todo tras la participación en el Mundial de Qatar me di cuenta de que no tenía acceso a casi nada. En Qatar vi y sentí esa barrera que crea el fútbol, pero me daba la impresión de que en África se podía lograr otra cosa. Quería filmar todo lo que fuera posible en Bilbao y en África.
¿El bunker en el que se ha convertido el fútbol es lo que más te ha costado? ¿Cómo te has adaptado a ello?
Yo soy un realizador, un autor, que está acostumbrado a tener una complicidad y una cercanía extrema con sus protagonistas. Estoy acostumbrado a filmar aquí (hace un gesto de cercanía) y estar casi viviendo y sufriendo lo mismo; sudando juntos en un espacio mínimo. Y claro, en el mundo del fútbol profesional eso no existe. Agradezco mucho al Athletic Club todo el acceso que me han proporcionado y también a la Selección de Ghana. Fui consciente de que en el Mundial de Qatar no tenían nada que hacer a ese nivel y por eso poco a poco intenté acercarme a la historia desde un punto de vista más local, es decir, más desde el Athletic, que cada vez me ayudaban más a acceder a mis protagonistas y luego también con la selección de Ghana, porque con la Selección Española fue imposible. La Selección no nos permitió, pero sí la de Ghana. Y, además, me hacía mucha ilusión vivir el fútbol africano, de hecho siempre en mis películas he incluido escenas de fútbol africano, como en Virgen Negra, con el mundial de Sudáfrica.
Los niños pescadores de Ghana tiene también protagonismo. ¿Cómo llegaste a ese enfoque?
Lo que quería era contar una idea muy simple. Si sus padres no hubieran logrado llegar hasta aquí, Iñaki y Nico serían dos niños como cualquier otro africano. Sabía que el trabajo infantil en Ghana existe, tengo un amigo que vivió 20 años allí y le dije, joder, ¿qué historia se podría tratar de trabajo infantil en Ghana? Me dijo que hay 50.000, pero me contó la del Lago Volta, un lago creado donde antes había un bosque, y en el que muchas familias viven en la costa o en pequeñas islitas y viven de pescar. La función de los niños es ayudar a los padres en la pesca y sobre todo cuando la red se agarra al fondo del lago, a las ramas, son ellos quienes tienen que bucear a pulmón para soltarlas. Me pareció un trabajo súper duro, sobre todo para un niño, y empecé a averiguar y a investigar sobre ello. Quise contar esa historia porque esos niños, como cualquier niño en África, siempre tienen el sueño de emigrar, de llegar a Europa y si sueñan aún más, convertirse en futbolistas. Es algo terrorífico en el fondo, pero es algo que existe y la película creo que muestra esta realidad. No creo que tomemos partido, y no es algo que me parezca bien, pero existe. Contamos la historia de cómo para estos niños sería el Mundial de Qatar, cómo animaban a su selección y cómo también en el fondo lo que querían era convertirse en futbolistas.
Quiero preguntarte por María, la madre. Su relato del viaje con Félix por el desierto es muy crudo y es uno de los momentos con mayor carga emocional. Es muy duro.
Tenía claro desde el principio que María iba a ser una figura muy importante en la película. María era la figura clave. Y lo que hice fue tratar de retrasar la gran entrevista principal con ella hasta que llegara un momento el que nuestra confianza y química fuera mayor. Tenía claro que solo iba a ser una entrevista y en profundidad. Era una sola bala, porque Iñaki y Nico me habían contado que el viaje que hicieron fue muy, muy duro, que ella tardó en contárselo a ellos mismos, y por eso quería que pasase por ello una sola vez. Se ve en la película que era duro para ella. De hecho María en San Sebastián habló de ello y dice que lloraba cuando recordaba todo aquello. Le agradezco mucho que nos diera ese testimonio. Como suelo decir, en esta película hay muchas sonrisas y grandes golazos, pero el gol más bonito lo metió María.
Sorprende, supongo que es intencionado, el paso del relato tan duro y crudo de María, a una imagen de los dos hermanos bromeando en Qatar sobre si celebrarían un gol en un hipotético duelo entre Ghana y España.
Es chocante, ¿no? Es un poco controvertido y varias personas me han dicho que es un poco chocante, pero es intencionado, claro. Estamos contando la historia de María pero el presente transcurre en Qatar y ellos dos están bromeando porque es el único rato que tienen juntos en el Mundial. A mí me gustaba forzar esos dos mundos.
Se nota cuando hablas de los dos que lo haces con mucho cariño. ¿Qué te han dejado? ¿Con qué imagen te quedas de ellos después de dos años 'sudando' junto a ellos?
¡Buah! Pues, excelente. Diría que son tan hermosos y guapos por fuera como por dentro. Disfruto cada pequeño momento que comparto con ellos y diría que son grandes artistas, son genios. Reconoces a un gran artista siempre porque es capaz de darte todo en muy poco tiempo. Entonces, solo te queda las ganas de haber compartido más tiempo con ellos. Y más allá de esa genialidad futbolística y humana que emanan, también lo que quiero destacar de ellos es que son gente muy divertida, que te partes de risa, y, sobre todo, que son gente que no olvida nunca quiénes son. Fuimos al barrio y nos encontramos con todos sus compañeros, vecinos, las gitanas... Y les veías cómo se saludaban chocando la pala con todo el mundo. Eran los de siempre. Los Williams pequeños ahora ya convertidos en estrellas sin olvidar de dónde vienen. Son agradecidos, son generosos y son auténticos.