ATHLETIC CLUB

Nico Williams recuerda sus horas más bajas antes de tocar techo en La Cartuja: "Dejé de creer en mí, estaba ido, no sabía ni qué hacer"

El extremo rojiblanco repasa en el documental Los Williams su vida personal y deportiva junto a su hermano, remarcando la semifinal ante Osasuna como su momento más bajo.

Nico Williams se lamenta tras una ocasión fallada. /AFP
Nico Williams se lamenta tras una ocasión fallada. AFP
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

En la carrera de toda estrella, hay momentos malos. Duros. De incomprensión. Nico Williams no duda si tiene que elegir uno: la semifinal de la Copa del Rey ante Osasuna. Allí, en plena euforia rojiblanca por estar nuevamente a un paso de una final, el pequeño de los hermanos falló dos ocasiones claras que le despertaron fantasmas y le llevaron a pasar una de sus peores noches. Bilbao se despertó al día siguiente con la noticia: Nico se había cerrado las redes sociales tras leer "un montón" de mensajes increpándole que le llevaron a un túnel del que le costó salir. "No he visto a mi hermano tan triste nunca", dice Iñaki Williams en uno de los momentos de Los Williams, el documental dirigido por Raúl de la Fuente que este fin de semana está de estreno en el Festival de Cine de Donostia.

La película repasa los dos últimos años de los hermanos desde cerca, haciendo también un recorrido por los orígenes de los dos futbolistas del Athletic, que han llegado a la élite tras una infancia complicada y, sobre todo, tras una historia de superación de sus padres, narrada con continuos paralelismos con la vida de jóvenes ghaneses que hoy les idolatran desde Accra, ciudad en la que sus padres nacieron y de la que partieron en busca de un futuro en España.

En el recorrido futbolístico, la semifinal de la Copa del Rey de la temporada 2022-23 tiene una importancia capital. Aquel día, el Athletic necesitaba remontar el 1-0 de la ida, en la que Abde había puesto en ventaja a los navarros. Iñaki empató la semifinal y todo San Mamés, incluido el delantero, creyó que sería suficiente. Sin embargo, en una segunda parte en la que los de Ernesto Valverde no dejaron de asediar al cuadro rojillo, Nico desaprovechó dos ocasiones muy claras que hubiesen clasificado a los bilbaínos.

"Llegué al vestuario y rompí a llorar por no llegar a la final. No podía ni mirar a los ojos a mis compañeros. Todo el rato cabizbajo porque estaba súper avergonzado de lo que había hecho"

Nico Williams Jugador del Athletic

"A mi hermano le tocó sufrir. Tuvo en sus botas lo que podría haber sido el pase a la final y no pudo ser", inicia Iñaki en el resumen de aquel día. "Recuerdo tener dos ocasiones, dos ocasiones muy claras en el partido. Y en cuanto las fallé, pensé… ya está", dice Nico, mientras se ve el gol de Pablo Ibáñez en la prórroga y la celebración osasunista en San Mamés. "Llegué al vestuario y rompí a llorar por no llegar a la final. No podía ni mirar a los ojos a mis compañeros. Todo el rato cabizbajo porque estaba súper avergonzado de lo que había hecho", reconoce Nico.

Aquel día, algo que sorprende que no aparezca en la película, San Mamés le ovacionó como pocas veces cuando fue cambiado en el tramo final. Una manera de darle cariño. El estadio se puso en pie tras sus dos fallos para despedirle con aplausos y un grito unánime: "Nico, Nico". Tras masticar lo sucedido, el extremo abandonó el estadio en la parte trasera de su coche para evitar las cámaras. Y en la soledad de su casa, aparecieron los fantasmas. "Le dije que se quitara la aplicación del móvil", recuerda Iñaki, quien dice no haber visto a su hermano "tan triste" nunca.

"No sé por qué me dio por mirar", cuenta Nico. "Empecé a recibir un montón de mensajes: 'Qué malo eres', 'Vete ya del club'... Puff, un montón de comentarios. Muy mal, lo pasé mal. Dejé de creer en mí, estaba ido, no sabía ni qué hacer", cuenta. Llegó a casa, pero fue imposible dormir. Cogió el móvil y llamó a su mejor amigo, Aitor Izquierdo. "Salió fatal la verdad. Salió hundido. Se fue a casa, pero luego quería hablar con alguien", descubre su Aitor. "Me dolió mucho, con 20 años no sabes gestionar tus emociones y decidí quitarme las redes sociales y ya está".

¿A qué le tienes miedo?, preguntan desde el otro lado de la cámara. "Le tengo mucho miedo decepcionar a la gente", responde Nico contundente, antes de que Félix Tainta, su agente de confianza, le abrace y le dé un consejo que se le quedó marcado: "Chavalín, trabajo, trabajo y trabajo. Con trabajo no decepcionas a nadie", le dice Tainta, el representante más buscado este verano durante el culebrón por su posible fichaje por el Barcelona.

El paralelismo con la final de Copa

Las imágenes de su momento más duro están relacionadas directamente con la final de la Cartuja del pasado mes de abril. Allí, el Athletic comenzó perdiendo y Nico desaprovechó una buena ocasión antes del descanso: "Me vinieron los fantasmas de Osasuna, de que se viniese abajo. La gente estaba aterrorizada, pero fui a decirle que insistiese, que estaba jugando muy bien. Le ha venido bien ser consciente de que a veces el fútbol te castiga y demostró que sabe hacerlo", cuenta Iñaki de aquel día, antes de sentenciar con una frase contundente: "Para mí, mi hermano se echó el equipo a la espalda".

Lo que sucedió después es historia del Athletic. Unos penaltis que devolvieron la Copa a Bilbao tras 40 años. Unos lanzamientos que Nico prefirió evitar porque "estaba liquidado", pero que hoy recuerdan como inolvidables. "Yo estaba acojonado, se me secó la boca, el corazón me iba a mil, no podía verlo, solo podía andar y rezar", dice Iñaki, que 'vacila' a su hermano porque no se atrevió a ser uno de los lanzadores. "Había gente que tenía que asumir y asumió muy bien. Muni dice que no ha pasado tanto miedo nunca", concluye Iñaki con la tranquilidad de tener la Copa en la vitrina de la Catedral.

De la soledad tras la derrota ante Osasuna a la Gabarra solo un año después. El gran sueño de los hermanos, aunque Nico pensó más en Iñaki que en sí mismo: "Te lo mereces", le dijo llorando y abrazándole en pleno césped del estadio sevillano. El paseo por la Ría, subidos a la Gabarra con sus padres acompañando el trayecto en un barco que navegó siempre junto a ellos, son el colofón de esta historia de superación.