PREMIER LEAGUE

El rodillo de Pep Guardiola, el entrenador que (casi) no sabe perder ligas

El técnico catalán está a punto de conseguir la 12ª en sus 15 temporadas en la élite. Sus equipos son capaces de replicar cada año los mismos resultados con piezas distintas.

Pep Guardiola observa el partido contra el Tottenham./EFE
Pep Guardiola observa el partido contra el Tottenham. EFE
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

La liga es para los metódicos, los inconformistas, los que no quieren descansar ni un martes tonto. Sirve para definir la regularidad, la capacidad de mantener un conjunto limitando los bajones, sobrellevando los contratiempos y entendiendo en cada partido qué se necesita. Tiene algo que recuerda a la dirección de una orquesta, obliga a marcar el tempo y saber en qué momentos se necesita que la sala retumbe y en cuáles todo puede ser más sosegado. La liga es Pep Guardiola. Él también así, minucioso, estudioso y detallista, el maridaje es perfecto. Solo le falta un paso más, un pequeño paso más, para ganar la duodécima de su carrera, todas ellas en grandes ligas europeas.

Vayamos con los números, porque en ocasiones no se necesita mucho más. Pep Guardiola empezó a ser entrenador de élite en la temporada 2008, es decir está a punto de completar 15 ciclos completos desde el banquillo. y roza el título liguero número 12, repetimos. En el deporte siempre se dice que hay que acostumbrarse a la derrota, pues es más frecuente de la victoria. Los grandes campeones, gente como Nadal o Tiger Woods, se lo repiten constantemente: lo normal es perder. Forma parte del oficio, saber que son tantas las cuestiones que hay que tener en cuenta que lo normal es que alguna conduzca al naufragio. No es el caso, cada temporada se planta como favorito para ganar, es cierto, pero no es tan fácil como se pueda pensar convertir eso en una victoria.

Para explicar los éxitos a veces está bien mirar a las derrotas, es demasiado llamarlas fracasos. Si se busca en las tres temporadas en las que no ganó el campeonato se sabe que siempre entró en Champions, por supuesto. Una vez fue tercero, en su primer año en las islas, quizá la única temporada en la que ni siquiera logró ser competitivo.

Luego está la Liga que perdió contra Mourinho en España. Aquello fue, más que nada, un mérito tremendo del Real Madrid, que se disparó a su equipo hasta los 100 puntos. El Barça de Guardiola se quedó en 91, una cifra que se parece bastante a la de cualquier equipo campeón. En 2020, el Liverpool de Klopp se fue a 99 en la liga de la pandemia, aunque en esa temporada es cierto que el azul celeste del City se quedó bastante lejos.

Un vistazo a la historia

Por poner en perspectiva, Alex Ferguson, un tremendo entrenador y fiero competidor, ganó 13 títulos de la Premier, lo que es en sí mismo una cifra prohibitiva para cualquier entrenador que se lo plantee. El escocés lo hizo en 27 temporadas. Es, indudablemente, un extraordinario técnico, de los que ganaron mucho más que sus contemporáneos, quizá el mejor de su tiempo, pero tuvo más noes que síes. Como es natural.

Guardiola ha ganado ya cinco títulos en Inglaterra, y más allá de Ferguson, que es el rey de esto, si vuelve a ser campeón el domingo será el segundo entrenador con más títulos de liga en el país. En esa posición está igualado con George Ramsay, que necesitó 30 años para llegar a seis en la bisagra entre los siglos XIX y XX, y Paisley, quizá el más comparable en números a Guardiola, pues logró seis en nueve temporadas. Otra anomalía. El resto de nombres, y no es que no tengan fuste (Chapman, Busby, Shankly, Dalglish, Wenger, Mourinho…), solo se pueden quedar atrás.

Los casos como el de Guardiola son rarezas históricas por su continuidad. Hay otros grandes con muchos títulos ligueros en Europa, técnicos como Hitzfeld o Trapattoni que pasaron el rodillo por ligas importantes, aunque ninguno tiene el porcentaje de victorias que tiene Pep.

Dicen los críticos que siempre tiene la mejor plantilla, que ganar en su caso es lo normal porque el viento es de cola y vuela, pero la historia de los campeonatos ligueros está llena de equipos que eran mejores que los demás y se cayeron por el camino. El Madrid de este año, exuberante en España, es muy parecido al mismo que el año pasado ni siquiera compitió o el PSG, ultra favorito en Francia, se ha dejado en esta década un par de ligas en el tintero. Porque es difícil ganar, y así tiene que ser.

El City de Guardiola es un equipo maduro como pocos. Se ha acostumbrado a ganar de una manera sorprendente, apretando cuando ya ha pasado Navidad. En los primeros meses parece menos ajustado y el runrún empieza a decir que sí, que es el momento, que tampoco son tan fieros. Pero llega febrero y el equipo se convierte en un martillo, una máquina infalible que no solo no conoce la derrota, sino que siempre parece salir victoriosa de su partido del fin de semana. En la Premier League no pierde desde comienzos de diciembre.

El equipo ha ido cambiando, se han ido jugadores brillantes y han ido entrando otros a los que siempre supo encajar para que el cuadro general no cambiase, como si fuese un coche clásico que sigue funcionando y que creemos que es el mismo pero en realidad tiene nuevas casi todas las piezas del motor. La constante durante todo el proyecto es Guardiola, con su tono moderado y sus respuestas largas. No parece fiero, así de primeras, pero no puede no serlo. Sin un nivel de exigencia exagerado todos estos números no serían posibles.