La confesión más emotiva a Rodri Hernández y el secreto de un Balón de Oro que se escondía en "una pared"
El futbolista del Manchester City dio muestra de su simpatía y cercanía en un encuentro con niños y niñas de las academias del Atlético de Madrid y el Rayo Majadahonda.
Disponer del Balón de Oro para preguntarle cualquier cosa siempre es un privilegio. Lo es para un periodista, pero todavía más para los niños y niñas que hoy sueñan con ser Rodri en el mañana. El centrocampista del Manchester City y de la Selección española es hoy por hoy, de manera oficiosa, el mejor futbolista del mundo, pero cuando tiene que volver a los campos de tierra, al patio del colegio y a los partidos con piedras como postes no tiene problema. Porque ahí están sus orígenes.
El jugador madrileño, galardón en mano con el que también paseó por la madrileña Gran Vía, acudió de la mano de Nike a un encuentro con miembros de la firma de ropa deportiva y con unos rivales que muchas veces dan más miedo que enfrentarse a Van Dijk, Modric o cualquier contrario a los que se ha enfrentado sobre el césped: las decenas de niños y niñas procedentes de las academias del Atlético de Madrid y el Rayo Majadahonda, donde Rodri se inició en el mundo del fútbol.
Un planeta esférico que hoy es suyo y cuya conquista empezó con una pelota, herramienta fundamental en el mundo del fútbol, y una pared. Así se lo confesó a uno de los niños que le sometieron a un tercer grado. A Rodri, el futbolista que hace mejores a todos, le preguntaron por su secreto para llegar a lo más alto. "¿Tienes balón en casa? Pues yo daba patadas contra la pared, ese es el secreto para empezar. Luego conoces a Guardiola y hay 100 secretos más".
Las risas, la admiración y también los nervios fueron la tónica dominante en el encuentro que el ex de Villarreal y Atlético de Madrid mantuvo con los mismos niños que hoy visten la camiseta con la que él empezó a dominar los campos de Madrid hasta conquistar el Balón de Oro en una trayectoria en la que ha pasado por todos los estadios posibles hasta hoyar la cima del fútbol mundial.
Allí, entre confesiones de la dieta que sigue después de jugar ("Es el momento donde se permiten comer cosas que no son tan buenas como hamburguesas o pizzas", aseguró entre risas) y risas, Rodri vivió uno de los momentos más emotivos de su carrera. No fue un gol ni un pase ni levantar un trofeo. Fue cuando una niña quiso hacerle una pregunta y no le salían las palabras. El centrocampista tiró del mismo tacto que luce con el balón y le dijo que se acercara y que le dijera lo que quisiera al oído, dibujando una mueca de alivio y alegría en la cara de la niña.
Una muestra más del carácter de un jugador que ha conquistado el mundo desde la sencillez, pero también desde el compromiso que muestra con actos como su colaboración con Football Beyond Borders, un programa de inclusión social a través del fútbol que hace una gran labor en Inglaterra y del que Rodri es padrino de la zona de Manchester y North West.
Fue el culmen de una función a la que todavía le quedaban dos actos. El primero fue el paseo por el museo que le habían preparado para la ocasión. Una colección con la que la marca de Oregón quiso homenajear la carrera del futbolista y en la que estaban las camisetas con las que debutó en cada equipo y las botas que le regaló la firma estadounidense como recuerdo de ese encuentro tan especial, que bajó el telón con el paseo del futbolista por la Gran Vía con un Balón de Oro que ya es historia del fútbol español.