LA MIRADA

Espero que Luis Enrique entone el "por qué no me ahorré esto"

Luis Enrique e Ibai Llanos, durante el stream/

"No te avergüences de ninguna pregunta, si es sincera. Generalmente, son las respuestas las más acreedoras de vergüenza", escribió mi admirado Mario Benedetti. Esta cita me recuerda a mi abuela Enedina, la madre de mi padre. Va a hacer tres años que murió y no hay día en que no recuerde algún trazo de sus 90 años de sabiduría, curtida en las casas de los maestros, abogados y médicos de Valencia en las que sirvió con orgullo desde los 16 años, cuando llegó a la ciudad desde su Tornos (Teruel) natal. "En esas casas éramos hasta tres chicas: una niñera, una cocinera y una sirvienta. Ninguna se atrevía a hablar. Agachaban la cabecica y ya está. Yo he hablado toda la vida con los señores. ¿Por qué no? Siempre me han respondido, y me han querido. Me han querido en todos los sitios donde he estado. Hija mía, siendo educada, se puede hablar hasta con el rey".

Sonrío mientras escribo estas palabras de mi abuela. "Tienes razón, yaya", pensaba cada vez que me lo decía, y pienso hoy cuando reflexiono sobre la participación deLuis Enrique en el Twitch de Ibai Llanos. Ayer fue el día de inflexión en la Selección, con la presentación de Luis de la Fuente como nuevo seleccionador nacional y la comparecencia pública de su antecesor en el cargo. Un Luis Enrique que, confieso, a mí me tiene ganada. Me gusta la gente que da la cara, que habla, guste más o menos. Que no agacha la "cabecica". Me gustó la bicicleta, su periplo como streamer, la aceptación del "luispadriquismo" entre las risas que nos mostró al otro lado de la pantalla y a las que tan poco acostumbrados nos tiene. Todo un buen descubrimiento, vaya.

Pero (ay, todo lo que se escribe detrás de un pero), también reconozco que ayer me hizo abrir mucho los ojos y torcer el gesto cuando respondió sobre si, visto lo visto en el Mundial, hubiese hecho algún cambio en la convocatoria: "Hay un jugador que no llevaría. Habría un cambio, pero no lo voy a decir porque sería muy feo para el jugador que se va. Soy sincero. Quitaría a uno y llevaría a otro que se quedó fuera. Pero no cambiaría el resultado de la Selección, igual hubiésemos quedado eliminados en la fase de grupos. Pero, sensación personal, hay un jugador que me habría gustado traer y hay otro que no es que se haya comportado mal ni mucho menos, pero que lo que vi no era lo que esperaba…"

Yo, periodista y sincericida de pro, aplaudo la pregunta y que Luis Enrique la respondiera. Faltaría. Vivimos de que los entrevistados nos respondan a las cuestiones que les planteamos. Pero (ay, todo lo que…) me pregunto si era necesario hacerlo así y despertar tantas dudas en torno a muchos nombres propios de la Selección. "Pues en la rueda de prensa en la que dio la lista ya dijo que había tenido dudas con Ansu Fati…" "¿Será Guillamón, que no ha jugado? ¿Eric García, que tampoco?" "¿Carvajal?" Tantos nombres propios en la palestra por no desvelar el de uno en concreto. Coincido en que habría sido feo señalar al jugador en cuestión y, a la vez, estimo que quienes hablamos desde las entrañas a veces deberíamos pensar más antes de hablar, eludir problemas derivados de nuestra verbalidad.

Quiero creer que, del mismo modo que Luis Enrique reconoció haberse equivocado al no haberle dado más minutos a Pablo Sarabia, cuando se vuelva a escuchar o vea cómo -sin ninguna mala intención, estoy convencida- han quedado expuestos tantos jugadores, entonará un "y yo por qué no me ahorré esto". "Hija mía, tú vive y disfruta, pero que nadie te pueda poner nunca la cara colorada", me decía también mi abuela. Ella me enseñó a mirar de frente, a ser sincera conmigo misma y con los demás. A vivir. Y a reconocer mis errores. Quizá por eso espero que, en el fondo, todo el mundo lo haga. Como lo hizo Luis Enrique. Como creo que, aunque no sea de manera pública, lo hará también ahora. Porque tan sincero es decir como desdecirse.