SELECCIÓN ESPAÑOLA

Cómo ha sido el camino de Olmo hasta Catar: entre tratamientos y pactos

49 días de trabajo duro con una sola preocupación: el Mundial.

Dani Olmo celebra el primer gol de España en el Mundial./Getty
Dani Olmo celebra el primer gol de España en el Mundial. Getty
Sergio Santos

Sergio Santos

El 3 de septiembre, durante un Eintracht-Leipzig, una jugada cortó por unos segundos la respiración de Dani Olmo. Cayó mal, sintió muchísimo dolor en su rodilla y por su cabeza pasaron pensamientos muy negativos. ¿Lo primero? "¡El Mundial!". Él mismo lo reconoció en una entrevista en Relevo el mes pasado.

Desde ese partido hasta el 22 de octubre, fecha en la que reapareció ante el Augsburgo, pasaron 49 días en los que por la mente del futbolista de Terrassa sólo rondaba una idea: Catar. Las horas posteriores a la acción, con malas sensaciones en su rodilla, fueron probablemente de las peores de su vida.

De hecho, le pidió a los médicos del Leipzig acudir a la clínica lo antes posible y el 4 de septiembre, antes de las 7 de la mañana, ya estaba rumbo a pasar las pruebas. Afortunadamente para él (y para Luis Enrique) se descartó rápidamente una dolencia de gravedad: en seis o siete semanas podría estar de vuelta.

Algunos lo descartaron para el Mundial, aunque Luis Enrique nunca contempló esa opción. La Federación se puso en contacto con el futbolista para conocer el diagnóstico exacto, que tranquilizó al seleccionador. Olmo, por su parte, tuvo claro desde el primer momento que la recuperación debía enfocarse en llegar al 100% al Mundial. Coincidiendo con el viaje del Leipzig a Madrid para visitar el Bernabéu y con el visto bueno del club alemán, Olmo viajó a mediados de septiembre a Barcelona para ver al doctor Cugat y terminar de perfilar todos los detalles de la recuperación, con la vista siempre puesta en el Mundial.

Una vuelta progresiva

El 22 de octubre llegó el momento de su reaparición, aunque tampoco ahí se perdió de vista el campeonato de Catar. Su sintonía con Marco Rose, técnico del equipo alemán, es total, por lo que desde el primer momento la comunicación entre ambos fue fluida para acordar el modo en el que el jugador debía ir entrando en el equipo.

¿El funcionamiento? El técnico, antes de cada partido, se interesaba por las sensaciones de Olmo, así como del máximo de minutos para los que se veía. El internacional español era consciente que en este tipo de lesiones lo más preocupante no es la articulación, que queda curada, sino todos los músculos que la rodean. El riesgo de sufrir una dolencia muscular si se fuerza más de la cuenta es grande.

Por eso, Rose siempre solía hablar con Olmo horas antes del partido. El primer día, ante el Augsburgo, acordaron que jugaría máximo un cuarto de hora (disputó 10') y en los siguientes, máximo 25-30 minutos: jugó 21' contra el Madrid, 19' ante el Leverkusen y 23' contra el Shakhtar (con gol incluido). Después de esos cuatro partidos, estaría listo para ser titular, plan que se siguió con los 76 minutos que estuvo sobre el césped ante el Hoffenheim (hizo otro tanto). A partir de ese momento, estaba listo para ser uno más en la dinámica del grupo.

El plan salió a la perfección y Olmo ha llegado al Mundial en un momento dulce de forma, como demostró en el estreno, donde fue titular y marcó el primer tanto de la Selección en el campeonato (y el número 100 de España en la historia de los Mundiales). De hecho, quienes le ven entrenar día a día en Doha aseguran que ha vuelto aún más rápido de la lesión, fruto del trabajo específico que pudo hacer durante esas semanas de recuperación para fortalecer el tren inferior. Un gran momento que celebra especialmente Luis Enrique, ya que Dani es uno de sus 'soldados' más fieles…