Un fuera de juego clarísimo revisado en la pantalla le estalla en la cara a España y retrata los errores del nuevo VAR
Sonia Bermúdez pidió una de sus dos revisiones cuando Jone Amezaga se lo reclamó tras sufrir un contacto. Sin embargo, la jugadora estaba adelantada.
España y Canadá vivieron en sus propias carnes las rarezas que tiene el denominado VIR o, mejor dicho, el VAR que no tiene sala VOR, sino un sistema de repeticiones y peticiones como el baloncesto. Jone Amezaga cayó en el área a los 33 minutos en una acción que bien podría haberse saldado con pena máxima. Sin embargo, la colegiada no indicó nada y la jugadora, consciente de que tenía razón, se lo hizo saber a su entrenadora Sonia Bermúdez. Parte de esta nueva prueba, esta solicitó formalmente que se revisara la jugada en la pantalla. Algo que, como se podía apreciar con una única repetición, no iba a salir bien en ningún caso.
Quizás demasiada confusión. Más detalles se pusieron sobre la mesa: Jone Amezaga estaba claramente en fuera de juego. Casi un cuerpo situaba a la futbolista española por delante de la última defensora. Curiosamente, no lo apreció la linier, ya que, en ese caso, no se hubiera generado tal revuelo. La jugadora pecó de efusividad y se precipitó. Efectivamente existía un contacto que le impidió rematar y que bien podría haberse señalado como pena máxima, pero el protocolo del equipo nacional falló y, en consecuencia, se puso en duda si efectivamente el procedimiento de este nuevo VAR es el más adecuado.
Jone Amezaga, con la velocidad de la acción, puede perfectamente confundirse y no ser consciente de que está más adelantada que sus rivales. Pero al sentir el contacto activa el sentido, recuerda esta innovadora medida y pide a gritos el VAR. Sonia Bermúdez, desde el banquillo, no puede apreciar con claridad si su jugadora estaba en posición antirreglamentaria y se fía plenamente de su criterio. No hay más: Jone Amezaga lo solicitó, su entrenadora asintió y se formalizó oficialmente la petición para que la colegiada pudiera apreciar en la pantalla lo que había sucedido.
Y no hizo falta un tiempo prolongado para cerciorarse de que daba absolutamente igual el contacto que hubiera exigido, ya que Amezaga estaba por delante de la defensa y el resto de la acción ya resultaba intrascendente. Pudo faltar un dispositivo electrónico en el banquillo nacional, quizás un poco más de paciencia… Pero más allá del error, esto también evidenció que algo flaquea con este modelo, preparado para nutrir a las ligas más modestas de la tecnología sin incurrir en grandes costes.
Si esto hubiese sucedido con el VAR clásico al que ya estamos acostumbrados, la árbitra no hubiera acudido a la pantalla, ya que se trata de una jugada clara y manifiesta que no da lugar a la interpretación. Así pues, se perdieron unos instantes de juego valiosos que en otras ocasiones se hubieran resuelto con los cinco segundos que hubieran tardado en decirle al colegiado principal que reanudara el juego, ya que el fuera de juego no dejaba lugar a dudas.
El nuevo VAR
Afortunadamente para las nuestras, no tocaba vivir con el agua al cuello. Este sistema del VAR permite a cada entrenador un total de dos peticiones por partido. En caso de que su llamada al árbitro resulte correcta, entonces no la perderá. En definitiva, si hubiera sido penalti para España, Sonia Bermúdez hubiera mantenido los dos reclamos, como si este ni siquiera hubiera existido.
España se reservó una segunda petición para la segunda mitad, aunque, esta vez sí, podría ser la última. Resulta característico y llamativo que exista la tecnología en los partidos y que aun así siga existiendo el error. Si los entrenadores (sí, digan lo que digan las futbolistas, la última decisión la toma el banquillo) fallan en sus dos peticiones protocolarias no habrá más que hablar: el equipo perderá toda opción de intentar que un árbitro cambie su decisión inicial.
Pese a que muchos entienden este VAR como el futuro, el modelo sigue generando dudas, precisamente por casos como este. Sin referencias, España perdió una petición ante una situación que dejaba un claro fuera de juego que no tenía sentido alguno reclamar. Tampoco tiene especial sentido detener el partido durante más de un minuto para mirar en la pantalla una acción que no deja duda ninguna y que puede resolverse con un aviso por el auricular en cuestión de segundos. En este caso, le estalló en la cara a la Selección, aunque se guardó una opción más.